Mi tierra, mi patria, mi mundo.

El verano empieza a escaparse, insensiblemente pero sin pausa, y resurge la melancolía. Se sabe: lo serio, lo grave, asoma. Otoño no es buen tiempo para sumar conflictos. Encima, este se anunciaba cargadito… Los colegios abren. Madrugar con niños; desayunar con prisa; carreteras atestadas, la tarea laboral se complica. Ya no falta nadie… Recordar entoces las noches veraniegas llena de nostalgia el alma.

Anoche, luna llena….¡ Un espectáculo! Bañado de tenue luz mi hogar me seduce. Siento al buen Dios: aún hace salir sol y luna seas bueno o malo… Busco mis constelaciones Orión, las Pléyades, Tauro, y mi universo particular «funciona». Algo es estable. Siguen ahí llenándome el corazón a pesar de que verlos significa otoño… ¡Qué gratuita, simple y bella puede ser la felicidad! ¿Puede?. El mundo y mi patria están revueltos. La dictadura se apropió la palabra, pero alude a FAMILIA en latín.

Nací en Madrid. Se atribuye mucha chulería a los madrileños. Madrid es especial, como Sevilla o Barcelona. Los únicos Juegos Olímpicos españoles se celebraron en Barcelona. Era 1992. Barcelona fue ESPAÑA como nunca antes. Creo que Madrid es capital por ser centro geográfico. No lo fue siempre. Creció de un cruce de caminos con un río poco caudaloso. Solía enrabiarme que París tuviese el Sena, Londres el Támesis y nosotros el Manzanares, hoy recuperado para la vida.

Llaman a los catalanes tacaños. Y los madrileños, cuyo un modo de vivir es menos productivo,  tenemos una rivalidad simpática con los barceloneses. Ellos dicen que «Barcelona es BONA, si la BOLSA SONA», o sea mejor con el bolsillo lleno. Pero si algo despierta diferencias territoriales son los dos equipos más fuertes de la liga de fútbol: Barça y Real Madrid.

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El fútbol nos enfrenta, niños incluidos. ¿Cómo metemos en las mentes infantiles sensaciones tan poco edificantes? Antes era divertido discutir con un catalán bromeando, ver quien era el mejor.

Sin embargo, volviendo una vez a mi tierra en coche desde Utrecht, harta de la infinita Francia, entramos a España por Catalunya, por la bella Girona. Nos detuvimos un instante. Pisaba Catalunya pero era  mi patria. Justamente ese sentimiento me puso contentísima. Madrid lejos, en tierra del Barça, pero era mi entrañable hogar.

Naces, creces en un territorio e insensiblemente se nos hace familiar y querido. No sabrás cuánto, hasta que salgas del terruño. Lejos, añoras tanto la patria, tu mundo, que siendo tierra catalana, levantó mi espíritu. Era mi casa.

La madre patria es un sentimiento sin fronteras, de esas que trazan con escuadra y cartabón los políticos. Pueden responder al sentimiento de sus habitantes, aunque a veces somos como rocas del terreno. Nadie nos consulta. Así dividieron África, por ejemplo, los vencedores de la Segunda Guerra Mundial: como un pastel.

Cataluña fue francesa, condado del Reino de Aragón y una de las Españas, sin preguntarles a donde querían pertenecer. ¡Nada insólito! El poder maneja no consulta y aunque procede de lo alto (ese es su origen), se apoya en la fuerza del ejército. Ocurre en todos los pueblos y latitudes en cualquier fase de la historia.

Tengo amigos catalanes.

Al anunciarse que el 1 de Octubre habría sí o sí un referendum, no me impliqué mucho. Más me preocupaban el inicio de mis clases. No vivo pendiente de la noticia… Pero este domingo, se dirimía algo importante.

¿Desobedecería un pueblo la ley? Así lo afirmaban: Habría referendum.

Siempre a favor los desfavorecidos, sabiendo lo cruel que abandonar tu patria es, imaginaba a quienes podrían encontrarse en otro país a la mañana siguiente, rechazados por vecinos por querer seguir llamándose españoles. Ni pensar quería en su tristeza si abandonaban su tierra, si se imponía un sistema político inaceptable para ellos y «emigraban». ¡Se me abrían las carnes…!

El fatídico día, pegada cual lapa buscando una cadena fidedigna, y no lo es actualmente ninguna información, sondeaba la realidad. ¿Yo? ¿Siguiendo minuto a minuto todos los acontecimientos y comentarios emitidas en directo… ? Todo es mucho decir. No emiten todo, pero lo que veía era real. Los medios no son ingenuos. Buscan el morbo, la confrontación. Lo pacífico no vende…

Fui casi testigo de porrazos, empujones, tirones de pelo, del trato que una policía antidisturbios da sin contemplaciones cuando SE ACTIVA. Es su función. Lo hemos visto en el mundo entero cuando los gobiernos lo autorizan.

¿Por qué un anciano se expondría, o un padre pondría en peligro a su hijo pequeño? ¿Eran ACTOS DESESPERADOS a los que un consenso vecinal daba alas, o un grupo de amigos ? Salieron a la calle sabiéndose rodeados de policías. Hemos reabierto heridas sin cicatrizar de setenta y cinco años atrás.

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Unido además a la política de los dirigentes catalanes y la del gobierno español, que desoye la reiterada petición expresa de un noble pueblo, brotó la agresividad en la calle. NO EN TODA CATALUNYA. Algo movió a gente corriente a participar en lo que más cuadra en una «república bananera», que en un país con poca tradición demócrata, pero que dispone (como tanto proclaman) de UN ESTADO DE DERECHO.

El resto de españoles ignoramos viejas opresiones, humillaciones y vejaciones por el simple hecho de no saber hablar castellano. Luego afianzaron tanto su lengua, que un español funcionario sólo puede trabajar allí usando el catalán, por más que sea también oficial el castellano.

Si prima la ley, no debe hacerlo relativamente. La policía preparó balas de goma, prohibidas por la misma ley de ese mismo estado de derecho. ¿ Se aplica la ley a conveniencia? ¿ Era necesario golpear cabezas?

Por la noche sentía otro grupo más de oprimidos. Antes se quejaban de serlo y ahora  festejaban una victoria, como si lo que no era votar, hecho incorrectamente, pudiese contar para alguien más que para  los de su patria chica.

Europa estaría jodida si defiende un proceso así. Inglaterra tiene Escocia. Francia Córcega,  y Alemania el Tirol, focos igualmente resueltos para, a la mínima, negarse a una globalización que pretende hacernos idénticos.

Quienes dan la cara en los gobiernos manejan todo. Son dirigidos por quienes provocan guerras por dinero con armas cuya venta mantiene su estatus, en cuyas gestión de tapadillo participan los bancos.

¿Hemos encendido un reguero de pólvora visceral? Por menos tuvimos la primera guerra mundial. No recordamos para avivar el miedo, sino para prevenir reacciones que podrían pesarnos mañana.

Somos de sangre caliente. Por ambos lados se han traspasado extremos peligrosos, causando dolor nuevo, heridas sumadas a la memoria de las antiguas que resurgían. Sólo sacarlas a penas a pasear ya ha producido algún alivio.

Volví a mi patria. Amo esta tierra y a su gente chula, tacaña, perezosa, levantisca, y en fin, tal como es. De norte a sur. De este a oeste. Mas hoy la siento madrastrona, negando a algunos de sus hijos la emancipación.

Emanciparse es CRECER. No romper.

 Confío en que nos serenemos. Nos jugamos la PAZ. Sin ella, nada se logra.

Guardemos críticas basadas en desinformación, o la información incompleta. Ni todas las imágenes son de todas partes ni representan a todos. Ni abuchearon todos los españoles a Piqué, el futbolista, ni todos los policías aporrearon con saña, ni todo lo que dice el gobierno de España, sospechoso de corrupción, es correcto. Tampoco el presidente catalán dejará de responder ante los suyos y los demás. Quien da la cara es ante la ley humana responsable. Pero…

Otra cosa es la ley divina. Sólo entiende de unión, de respeto pleno a lo diferente, pues desde ella misma nace lo diferente.

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