Cada día es más conocido un concepto de la Psicología: EL NIÑO/a INTERIOR. ¿No lo habéis oído?
Dicen los psicólogos que aunque el cuerpo crece y envejece, psicológicamente permanecen en nosotros todos los tiempos pasados, Si los vivimos con armonía, se quedan guardaditos sin más. Pero si los vivimos tristes, angustiados, o sin respeto por parte de nuestros mayores, cuanto allí quedó sigue latente, vivo, en espera de resolución. «Allí» es esa parte de la memoria que vive y crece sin nuestro conocimiento, que ellos llaman «inconsciente».
Hay cosas sorprendentes, como que llegamos a construir una memoria feliz incluso de nuestra infancia, bajo la que hay auténticos monstruos, sobre los cuales la pizarra de la memoria consciente ha pasado el borrador. De modo que uno cree que papá y mamá y mi familia eran fenomenales y resulta que esa idea es una forma de autodefensa, que hemos guardado como bonita, para ocultar el horror que sentimos entonces. Y no fue quizás, realmente tan atroz. Basta con que lo creyésemos , con que lo sintiéramos así. ¡Para qué hablar de los casos en que sí lo fue! No obstante no se recuerda siempre con todo el dolor vivido y hay demasiadas personas que ni lo recuerdan. Además tendemos a justificar a los adultos implicados. Y esto no es malo…¡Qué va! Si hemos seguido viviendo ha sido gracias a esa amnesia selectiva y a esa justificación elaborada por el niño que fuimos.
Sería bueno enterarse de que un bebé por ejemplo, es una emoción acostada sobre una cuna, que duerme mucho y el resto SIENTE. Y durante los primeros años seguimos siendo una emoción que camina: LA EMOCIÓN. Somos casi solo eso, un corazoncito. Estoy exagerando, pero no estoy tan lejos de la verdad. Un peque puede aceptar un «no» si se le dice con cariño y se le explica.
Sin embargo el mundo adulto a menudo considera a los infantes como seres que nos rodean para abusar de nuestro tiempo, no como al resto de los seres humanos. Esto es una generalización y como todas arriesgada, no obstante uno hace promesas a un niño/a que no va a poder cumplir, o actúa con él/ella sin dar explicaciones, o le pone ante situaciones sin contar con su opinión, incluso a veces sin pensar si es aconsejable o no para su salud mental o física. Y aunque actualmente es verdad que hay una tendencia a pedirles opinión de continuo, lo cual no siempre es saludable sobre todo por el modo en que lo hacemos, también es cierto que afortunadamente ya tenemos al menos conciencia de que son tan personas como el resto, no locos bajitos.
Y eso está bien, salvo que no impedirá que aparezca el NIÑO INTERIOR. Se podría decir que esta realidad psíquica llamada «niño interior» es al inconsciente como el nudo de un cuento. El cuento tiene un inicio, su nudo y su resolución. Debe haber nudo, o no hay historia y dificultades para que el protagonista las resuelva.
Aunque también hay aspectos fundamentales a tener en cuenta con un pequeño, que se dan por supuesto al menos en el primer mundo, pero que no se cumplen demasiado a menudo por muchas razones. De manejar el mundo adulto estos factores con dedicación y amor, nos evitaríamos tanto adulto quisquilloso, de caras largas, de reacciones impredecibles…El NIÑO INTERIOR tendría menor entidad, menor peso…
Un ser humano en crecimiento debería tener sus necesidades materiales cubiertas: alimento, abrigo, atención médica, etc. Pero sobre todo debería tener PROTECCIÓN, ATENCIÓN, RESPETO y VALORACIÓN como poco.
Cuando nos decidimos a tener un hijo hay que saber que su vida es como un préstamo. Se nos da en confianza durante los años que necesite para ser capaz de vivir una vida independiente. Dicho de otro modo: un niño/a se pone en nuestras manos con fe en nuestra conducta, creyendo que seremos el mejor guía que aliviará los golpes que le prepara la vida, no le destruyan, preparándole y acogiéndole después. No se trata de evitar, ni de meterle en una burbuja, es sobre todo ESTAR para él/ella.
Atención significa que permitiremos que su ser salga hacia fuera. Cada ser humano tiene mucho en común con el resto. Pero también trae infinidad de novedades que a veces necesitarán de nuestra simple presencia para que se atreva a sacarlas. Y para entonces será bueno que sepa que prestamos atención a su comportamiento, a sus ocurrencias, que es un miembro destacado de nuestros afectos.
En teoría todos sabemos lo que es respeto. Pero a menudo se toman actitudes que parten de la idea de que un menor no se entera, no sabe, que no es preciso decirle por qué saco dinero de su cuenta de ahorro, por ejemplo, o que me voy una semana con su padre y va a quedarse con sus abuelos…No digo que me parezca mal hacerlo, lo que sé es que de tratarse de un adulto, le habríamos tenido en cuenta a la hora de responder de nuestros actos.
Y valorar…También sabemos qué es. Un chiquitín vive de nuestra valoración. Y más vale que sea positiva…Ellos nos miran hasta para alejarse, necesitan nuestros límites, para saltárselos y construir su personalidad independiente, mas que nada necesitan que hablemos bien de lo que hacen y les animemos a continuar…
Este sería el panorama ideal. Un panorama rara vez llevado a la realidad ni por nosotros, ni por nuestros padres, ni por nuestros ancestros. Pasa que uno está cansado, que lleva demasiado peso a menudo, que la vida es compleja…Y..No siempre está uno en el mejor de los momentos para proteger, atender, respetar y valorar al niño/a que me mira pendiente de mi. Este además es el mejor de los casos, porque hay otros padres y madres que beben en exceso, que castigan siguiendo ideales rígidos, que pegan para descargar su ira, que son egoístas hasta decir basta, que abusan de sus pequeños de mil maneras, incluido el abuso sexual… Estos padres son gente herida en su alma, cuyo niño interior vive destrozado en sus mentes y sólo sobreviven a la vida. ¡Poco más!
Hay un regalo de Reyes que podemos hacer los 365 días del año. Es amar a nuestros niños, para que ese niño interior que siempre surge de los tropiezos tenga tan poca fuerza, que no les haga convertirse en meros supervivientes, en padres y madres que un día serán como esos que van con la herida abierta en su pecho.
Los reyes que visitaran a Jesús, los que dan origen a esta celebración de cabalgatas, a tantos regalos, al roscón que se come en familia, seguramente no eran monarcas, ni eran magos. Probablemente sí eran sabios en busca de una realidad que perseguían fuera como reflejo de esa otra que se haya dentro de cada ser humano.
Pero hoy que es su día, me atrevo a pedir a la Vida que encontremos la magia dentro, que desarrollemos la sabiduría para ser capaces de brindar a la infancia protección, atención, respeto y valor.
Para ello, cada cual que busque sus propias heridas. A veces son cosas simples como los celos inconfesados hacia un hermano, que me hizo creer que mamá me querría menos; o la comprensión hacia un padre que aparecía poco en mi vida, pues le enseñaron que su función era trabajar mucho.
Usemos de la MAGIA, saquémosla de allá donde sale la luz cada mañana, la que viene de Oriente, para abrir nuestro corazón a los por qués del otro, aun si nunca haríamos lo mismo.
Hoy es día de regalos. Mi regalo no es material… pero os regalo la comprensión infinita, para que mirando a vuestro pequeñín interno, podáis curar vuestras pupas y heridas, este es el oro de Melchor. También la luz para que veáis cuánto valor hay en vosotros de parte de Gaspar y de Baltasar, el momento para que os améis también a vosotros mismos. ¡¡¡Esto es magia. Creedlo y lo sentiréis!!!