El anuncio de la Navidad para mi es encierro, me refiero claro al tiempo de Navidad, no a la Navidad. Encierro porque las dos semanas que preceden a las fiestas, corto con todos y con todo lo que no sea evaluar a mis peques.
Es lo que menos me gusta de mi profesión. ¿Quién soy yo para decir si «Progresan adecuadamente» o «NO CONSIGUEN»…? Uno se cierne a lo que puede observar y la vista es tan engañosa… Pero me guste o no, a los maestros se nos demanda opinar. Suelo decir que las calificaciones o notas son como poner el termómetro. Apenas te dan la información de un día y nunca te cuentan nada del proceso que un niño/a y más en edad tan tierna como los míos que cambian de día en día, están desarrollando. ¡¡En fin yo disfruto!! Me gustaría no tener que poner nota, pero ver de golpe en unas hojas cuánto han evolucionado es impresionante.
La clase es demasiado rápida, tengo demasiados «peques» para observar exactamente qué hacen en su mundo tamaño folio, donde se expresan cuando quieren. Por eso a solas con cada uno, miro cómo les voy metiendo en este mundo a través de los códigos…Contar cuentan sin problemas. Pero escribir «1+1=2», eso es harina de otro costal. Hablar…, hablan. Pero escribir «princesa»…¡Ay amigo, es que aún no manejan bien el código que un día puede abrirles miles de mundos!
Pero no quería hoy hablar de ellos y ellas, mis tesoros diminutos…Quería hablar de ese sol lejano, de ese sol que nos toca pocas horas haciendo el día más corto del año…
La humanidad en su conjunto, pero sobre todo la gente del mundo llamado occidental, trata de olvidar que estamos dando una vuelta, que aquí somos visitantes y aunque sólo sean los ritmos de la tierra, siempre repitiéndose, nos recuerdan que nunca cambia nada esencial, que el mundo se copia así mismo y que sólo la visión nueva de un hombre que se haga nuevo así mismo, puede ver tras ese oscuro sol el nacimiento de la vida.
Todo gira en torno a Jesús. Hemos conocido al personaje de Jesús de Nazareth ya excelso, ya convertido en Dios. Pero hubo un tiempo en que nadie podía estar seguro de que hiciera milagros verdaderamente, de que su palabra fuera palabra de Dios…Hubo unos siglos, cuatro para ser más exactos, en que un ciudadano nacido en un mundo donde sólo se registraban el número de familias y nadie tenía pasaporte, ese hijo del hombre era el hijo de uno más y muy pocos aún conocían lo que las iglesias varias han querido hacer de él después.
¿Por qué nació en el solsticio de invierno? Bueno, más correcto sería decir «le hicieron nacer». Nadie sabe a ciencia cierta cuándo nació. No era un personaje destacado, famoso, aristócrata, el hijo de un rey, que son de los pocos personajes de los que se tienen datos. Pero volvamos a ello. ¿Por qué celebramos su cumpleaños en el solsticio?
Una de las cosas que a mi más me sorprendió descubrir es, que hay aproximadamente cada 2000 años un «Jesús» en la historia. Tiene un nombre ser eso: AVATAR. Un avatar es un enviado directamente por la divinidad. Ninguno es idéntico a los otros. Pero todos tienen mucho en común. Todos representan el nacimiento de la vida con su oscuro desarrollo, entre hechos extraños. Oscuro por desconocido, extraño porque se reviste siempre de acontecimientos imposibles, como nacer de una roca y matar a un toro de inmediato (Mitra), o nacer de un padre despedazado, cuyos restos junta su madre (Horus), al lado de los cuales nacer de una virgen casi parece sencillo, si no fuera antinatural.
¿Mentiras? Son metáforas adecuadas al tiempo que reinarán en el cielo de la memoria humana, que se mira en ellos para intentar elevarse.
Jesús se movió bastante, pero en un trocito de tierra que desde un satélite parece la cabeza de un alfiler. Sin embargo el boca a boca fue dando a conocer algo de su mensaje y en Alejandría empezaron a recordar su nacimiento. Y lo hicieron coincidir precisamente con el solsticio de invierno, que entonces caía en 24 de diciembre. Todos los que como él mostraban signos de divinidad, eran el recuerdo de que para el hombre hay esperanza y su señal era el sol, atribuida por quienes les ensalzaban.
No estamos tan lejos de las tribus primitivas, aunque lo parezca, aquellas gentes que adoraban al sol, pues ese astro tan importante para nuestra continuidad en la vida, lo hemos convertido en personas.
Una ola creciente de devoción a Jesús hizo que quienes hacían su campaña publicitaria, en el mejor sentido de esas palabras, vieran la conveniencia de recoger ese culto naciente y darle forma. Tardaron cuatro siglos los Padres de la Iglesia en convertir en dogma la filiación de Jesús. Sólo entonces se le reconoció HIJO DE DIOS. Y como los otros, debía nacer con el sol. Esto también es metáfora, porque el sol nace a diario… Pero en los fríos meses de invierno para unos, para otros simplemente en los días tan breves cercanos al solsticio, parece como si la fuera de la vida se nos escapase y es bueno recordar que bajo las ramas desnudas de los árboles bulle la preparación de una nueva primavera.
Ese es el papel de Jesús para quien acepta que la vida sigue y se repite una y otra vez: RECORDAR que hay VIDA y que esta NUNCA MUERE y que siempre estamos a tiempo de engancharnos a ella. Uno puede distraerse con cualquier cosa, En el primer mundo hay distracciones múltiples: Regalos, comidas, festejos, luces por doquier, encuentros más o menos sinceros…¡Bullicio! Entonces el cumpleaños de Jesús te recuerda que la VIDA sigue, que jamás se extingue, que cambia su forma pero no se va.
Quizás la Navidad tiene un sentido oculto para que un día cada hombre y mujer del planeta vea detrás de la metáfora una invitación a nacer. Sí. Ya hemos nacido.¿Sí?… Lo que ha nacido es un cuerpo, vestido de persona. Falta que nazca quien suena a través de la persona. Una PERSONA era un objeto usado en el teatro romano. Era la máscara a través de la cual el actor dejaba salir la voz. ¡Qué curioso que nos llamemos «personas», máscaras, pues eso es en verdad lo que somos en tanto no descubrimos al que suena y nos creamos que somos la «máscara»!. Quien suena es ese que no tiene sexo, ni color de piel, ni estatus social, ni religión alguna, porque RELI-GIÓN viene de «religar», volver a unir lo que aparenta estar separado. Y si alguna vez la navidad deja de ser una época del año y decidimos RENACER, no estaremos bajo confesión alguna, ni tendremos la identidad del pasaporte, pues todo habla de Dios a quien puede escuchar, sobre todo el propio corazón que empieza a despertar.
Se nos ha dicho que Jesús es Dios. Y también le han separado tanto de nosotros al convertirle en divino, que no es raro que al rezar miremos fuera y hacia lo alto, cuando él invitaba a mirar dentro de uno y a bajar la vista. Dios no está sólo fuera.Es más fácil hallarle dentro y descubrir que su voluntad es la mía.
El Jesús que yo conozco dejó un día de vivir fuera de mí y supe que era una forma propia, un yo tan mío como los demás «yoes» que soy. Es mi versión mejor, pero tan fundido conmigo, que no hay dos sino uno. En Él se unen todas mis personalidades, las que más uso y conozco y las que me son extrañas pero surgen de vez en cuando. En cualquier caso mi NAVIDAD es también mi cumpleaños. Sí.
No hay apenas regalos…No como diferente, no hay muchas fiestas y las luces de la calle casi me sobran. Pero hay una vela encendida en mi alma que me recuerda quien soy y para qué estoy aquí. No busquéis en mi conducta lo que llaman perfección. Mi conducta es perfecta en cuanto cumple su función, aunque el mundo diga que me equivoco como todos. Pero es que …¿Cómo puede haber aprendizaje sin error?
Vivo y sigo aprendiendo, sobre todo sobre mi misma. Y os invito a mirar la N A V I D A D también como si de vuestro nacimiento se tratase. «Si no volvéis a nacer, no entraréis en el Reino de los Cielos». Cambiad reino de los cielos por FELICIDAD, PAZ, AMOR, ARMONÍA y naced al NIÑO/A que de verdad somos. En el fondo sólo se trata de ser quien y como soy, al margen de costumbres, opiniones y condicionamientos.
¡¡¡OS INVITO A CELEBRAR ESTA NAVIDAD, y si así lo hacéis, sé que será sin duda FELIZ!!!