Recupera lo sagrado…

La palabra «sagrado» suena a iglesias, a lo de Dios, a lo religioso.

Aunque tiene un uso muy laico, cuando alguien se refiere a lo sagrado en una conversación para nada sospechosa de sacra:

-Eso no me lo tocas…¡Para mi es sagrado!

Puede uno meter en ese saco aquellas pequeñas cosas que cantaba Joan Manuel Serrat, objetos minúsculos, cartas, fotos, quizá ya viejas, o aquellos sentimientos, aquellas sensaciones que evocan con nitidez en la memoria acontecimientos minutos felices de nuestra vida, que descansan en el baúl de lo amado, cuando ni el tiempo tiene la virtud de destrozar su belleza, su entrañable aspecto, su tierna y dulce imagen.

Eso, pase lo que pase y caiga quien caiga ES SAGRADO PARA NOSOTROS.

Nada lo empaña, nada lo perturba, nada lo trastoca, nada diluye su presencia y basta un segundo para que reviva en nosotros con toda su fuerza y de pronto se nos llenen los ojos de acuosa nostalgia…

Tal vez la vida es destructiva, o aburrida, o monótona porque hemos restringido el ámbito de lo sagrado a cuatro recuerdos y cinco cosillas que nos dicen qué pasó, qué fue en algún momento de nuestra historia personal.

He descubierto que fuera de mi cofrecillo de instantes sublimes, también hay poesía, amor, armonía y belleza. Pero sobre todo mucho «sagrado» que sentir.

Hemos olvidado que el ser humano está votado para ser un mago, no para sentirse esclavo y sufrir. Y que hacer magia es dar a lo que veo el toque de sagrado, precisamente eso.

¿¿QUÉ ES LO MÁGICO??

Lo mágico es lo que me trasladada a un mundo feliz, un mundo de sorpresas, a un mundo en fin POSIBLE, pero que dejamos con los Reyes Magos convertidos en padres un día de nuestra infancia atrás, justo el día que se cerró para siempre y nos hicimos ADULTOS, adulterados egos, descoloridos «yoes» de nosotros mismos y renunciamos a lo sagrado, a la poesía, al sueño, a la VERDAD. ¡¡A SER!!

Entonces aceptamos las reglas y nos empezamos a llamar al orden si caíamos en lo infantil. Eso NO ES VERDAD, te decían los ya convertidos a la adultez, los compañeros de fatigas, los que ya tenían otra edad y te miraban por encima del hombro, a ti que todavía y a solas, te atrevías muy en secreto a creer en algo aun mágico para ti.

La adolescencia es ese periodo de nefastas consecuencias si matas al niño que vive siempre en ti, que te lleva de cajón a convertirte a la adultez. ¡No hay peor religión que esa!

Porque no os engañéis, moribundo y aplastado, olvidado de su dueño como un arpa escondida y jamás ya tañida, tu infante sigue esperando que le expliques qué tiene que ver que el ratón Perez no exista, o no haya otra magia que el amor de tus padres en un regalo de Reyes, con perder la fe en la vida, que ESA SI se carga de asombro para ti, a poco que no renuncies a lo sagrado.

¿Te has preguntado alguna vez por qué el agua sube por el árbol convirtiéndose en savia y no cae como las gotas de lluvia? ¿No es eso acaso

Oímos de vez en cuando algo sobre ese niño/a muerto en vida que está enterrado en el alma. Jesús decía que entrar en el Reino de los Cielos obligaba a ser niño…, o no eras apto para esa realidad de realidades suceptible de materializarse para ti, tanto o más que para un lirio del campo.

Pero no. Sobrecogidos ante una decisión que nuestro mundo nos empuja a tomar: ¿QUÉ QUIERES SER EN LA VIDA?, claudicamos, cerramos en un armario allá en el inconsciente toda nuestra infancia y creemos haber tirado la llave de la fantasía. Junto con los deseos más increíbles, guardamos también los sinsabores, todas aquellas escenas en que ni el mundo nos entendió, ni lo entendimos y tal vez también el maltrato que al infante le dedica el mundo que le rechaza por serlo: El mundo real, o adulto.

Nunca más buscaremos esa llave, nos resistiremos tanto a abrir ese armario, por todo el dolor y la pena que nos suena que esconde,. que en forma de enfermedad dejaremos la juventud y nos convertiremos en padres de unos niños a quienes a partir de un día le recordaremos que hay que hacerse MAYOR.

Sin saber bien cómo, hemos pasado a engrosar el número de los aguafiestas, de los cenizos, de los brujos, los ogros y las madrastras que buscando su juventud, ya adulterada su infancia, no nos dejan recuperar ni un segundo a ese pequeño de ojos grandes que vive atrapado en nuestro inconsciente.

Y aunque nos resistimos a ver como también nuestros hijos pierden su niñez, colaboramos ciertamente a conciencia para hacerles LÓGICOS, RESPONSABLES, sensatos, en realidad les invitamos a ser vegetales, a olvidar que hay maravillas que son sagradas. Les vendemos exactamente del mismo modo que lo hicieron con nosotros, unas gafas de mirar la vida como adultos y nos oiremos a nosotros mismos repitiendo aquellas frases que nuestros propios padres nos decían de niños…, y a penas queremos ser conscientes de cuánto odiábamos oírles decir AQUELLO….ESO que como si fuese la roca sobre la que construir la existencia, hoy usamos para decepcionar a la nueva generación.

Lo que ellos traen de nuevo, han de aprender a guardárselo para sus sueños nocturnos. Si por un casual no son domesticables, si se rebelan, con el mas absoluto de los desprecios (porque no hacemos aprecio sin más), les conminamos a ser…PERSONAS DE PROVECHO se llamaban antes…A ganarse la vida. No se puede ser un parásito…¡Hombre por Dios! Tu eres mi hijo y tu  no vas a vivir del cuento… Les imponemos una elección y estarán eligiendo, cuando están hechos un lío hormonal y emocional, una profesión y unos estudios acordes con eso que tienen que saber que quieren ser YA.

¡¡Cielo Santo!

Les invitamos a crear su baúl de heridas vivas, de recuerdos entrañables, para mirar a solas, cuando aun creían como nosotros también en los Reyes Magos, el Ratoncito Pérez y el mundo de lo oscuro. Oscuro porque allá en el inconsciente no hay luz.

Y cuánta visión mágica es posible, permanecerá oculta, ignorada, como muerta en un cuarto sin luz de nuestro alma, para que de vez en cuando nos atrevamos a mirar esas pequeñas cosas y rememoremos al niño que quiso ser bombero, o a la niña que decidió ser princesa de profesión, tan segura de que hay princesas sin sangre azul y de que serlo es un medio de vida.

ESTO ES ENTERRAR LO SAGRADO.

Yo como sabéis me muevo con pequeños de entre 3 y 6 años.

Cada curso descubro cómo cualquier cosa es sagrada para estas mentes aun infantiles. Una hoja de otoño, de esas que hay a cientos por la calle se torna mágica si yo les hago ver que son comida para la tierra y que entrarán como por arte de magia en los árboles un día. No me cuestionan.

Les digo verdad, pues lo que alimenta al árbol es la cama de restos putrefactos que la lluvia y el hielo convierten en minerales junto con las bacterias necrófilas, que hacen posible que con el agua que aspiran las raíces del árbol les lleguen esos nutrientes que el convertirán con otro acto mágico, la función clorofílica, en verdor para el bosque, sombra para el que pasea y descanso para quienes aun salen de la urbe en busca de algi de paz los fines de semana.

Ellos me escuchan como si de la leyenda más extraordinaria se tratase y ni siquiera tengo que mandarles callar. Tiene tanta curiosidad por saber del mundo, que en casos así sus bocas se abren y ya sea con un dibujo en la pizarra, ya sea con un paseo por la valla posterior del colegio.  Quieren creer en una magia tan real como lo es el nacimiento de una semilla, el crecimiento de un árbol, o creer que esos bichitos de larga cola, con dientes de roedor, las ardillas, plantan semillas  aunque ni si quiera una vez lo lleguen a ver. Su fe está nuevecita. Me creen. No me cuestiona su lógica. Aun son benditos irresponsables, no adultos que cada domingo ni pueden sentirse bien, pues mañana será de nuevo lunes.

A menudo me tropiezo con ilusos que hablan de lo bella que la infancia es y lo tiernos que son los críos. ¡Nada más falso!

Tendríais que ver sus caritas transformadas un instante en diabólicas cuando empujan al que sin saber qué es una fila, se les cuela. Los mordiscos de alguno, los tortazos de otros…NO SON INFANTILES. Son brutales. No es tan idílica la infancia.

Lo que si es es CIERTA, real, verdad y auténtica. Pruebe a callar a un peque de estos cuando quiere llorar. Intenta que te obedezcan cuando ellos no lo quieren.

Ellos son aun originales, cada uno diferente del resto y no les han seducido aun los tambores lejanos que cantan:

«TIENES QUE SER MAYOOOOOR!!»

De momento aun pueden y quieren ser.

¿Imagináis lo triste que es verlos dos años después de abandonar mi clase, cuando las notas de la evaluación son el tema recurrente y ya no puedes apelar a su fantasía más?

Pues yo veo cómo por dejar de ver lo sagrado, de redescubrir la VIDA, todo el mundo adulto ha abandonado la clase de Educación Infantil. Veo como sus tripas se revuelven y la fantasía queda inscrita en el asiento de un cine, o de un teatro, el la copa que se toman con los amigos, o en comprarse ese coche nuevo, que en un mes será ya como el viejo y la ilusión con que lo compraron, habrá evaporado lo sagrado de sus vidas de nuevo.

NO. No se trata de matar la agresividad, fuerza extraordinaria, que es de lo poco que no mata la adultez y nos permite ponernos en pie siempre decepcionados cada lunes. Hay que saber qué llevo dentro y como una herramienta usarlo a mi favor, no matarlo y convertirme en oveja.

Se trata de volver a ponerme mis ojos de niño, a mirar en lo pequeño, esas pequeñas cosas que no volverán también, pero sobre todo cuantas aun no he descubierto.

Es hora de convertir en sagrado cada movuimiento en mi vida. Sagrado este ordenador que me conecta contigo, sagrado ese café delicioso que puedop hacerme, oler y tomarme mientras te cuento estas cosasd…Sagrada la luz del día que entra ya por mi ventana. Me levanto, voy a la terraza y miro el sol. Y le saludo, lo mismo que hago al entrar a clase:

¡¡BUENOS DÍAS HERMANO SOL!!».

Luego sentiré la mañana  en mi cara y el olor que desprende un miércoles…Contemplaré desde mi cochecito el contraste de luz y de color de unos árboles convertidos ya en raíces aéreas…, que el otoño ya se ha ido y se muestran igual hacia el aire que hacia la tierra esta fila de arbolitos educados de mi calle, que podarán mañana los jardineros del Ayuntamiento… Y estaré atenta al sonido de las voces de pajarillos comunes que alegran mi vista y a la ternura con que saliendo por una puerta que contemplo al pasar, coloca la bufanda una mami a su peque, o al año que pasea jubilado ya, un amante amigo llamado perro.

Hasta el cigarrillo que enciendo mientras paro un instante y vuelvo a escribir…TODO ES SAGRADO.

La vida es simple, pero no por ello fea. Y mis ojos…, no renuncio a que mis ojos sigan viendo la fantástica verdad de lo sagrado en  este bendito planeta azul.

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