SER, ESTAR y EXISTIR.

SER es un verbo particular.

Dicen que alguien que dominaba varios idiomas, aunque no fuese quizás su lengua materna el castellano a pesar de ser hijo de castellana, me refiero a Carlos I de España y V de Alemania…, decía que el castellano era la lengua para hablar con Dios, el francés para el amor y el italiano, creo, para los negocios…

El castellano distingue entre esos tres verbos o acciones: SER/ ESTAR/ y EXISTIR. Otros idiomas lo meten todo en una sola palabra…, la mayoría que yo sepa.

Y es que son acciones distintas.

Algo puede existir sin cuerpo, sin forma, sin estar ni ser de aquí. Ejemplo: los sentimientos más auténticos no cabe duda de que existen, sin que nadie jamás vea o sepa dónde están, ni dónde.

Algo puede ser y no estar. Puedes ser el amor de la vida de alguien, sin que jamás haya habido unión real alguna, por ejemplo. Y no están juntos, aunque sean una unidad de otra índole.

Y algo puede estar sin existir: un libro jamás escrito, ni publicado. O quizá lo escribió aunque el mundo lo ignore.

Sé que si quiera mencionar algunas palabras tiñen el mensaje de discordia para el receptor y conviene y cada día más, tener cuidadín con lo que sale de la boca desde luego, pero mucho más con lo que sin decirlo, porque sí sale del corazón, pues invade la mente y es como si la hubieses dicho. Existe.

Hay una antigua ley nunca bien ponderada, la llamaba mi hijo el boomerang.

Uno cree en su ignorancia, que sin decirlo no hace daño, no va más allá de la boca…CRASO ERROR.

Felizmente equivocarse es de sabios… porque si cuanto decimos nos volviese tal como lo enviamos mentalmente y con la misma fuerza, pocos estaríamos vivos.

Le damos mucha importancia a la vista, creemos ser testigos y olvidamos que también somos animalitos y que ellos que no disponen del lenguaje ni de la risa, se explican «mu bien» con sus mensajes corporales. Lo llaman los expertos el METALENGUAJE, o sea lo que está más allá de las palabras emitidas sonoramente.

Este año he tenido un caso tremendo que ilustra esto justamente.

Presumo de AMAR a mis churumbeles, alumnitos de 3 a 6 años, con quienes casi me siento su partera, porque de algún modo les ayudo a parirse a un mundo que me corresponde como maestrilla mostrarles. Cuesta a penas unos días instalarles en mi corazón y en mi vida. Y nunca más se van, aunque si les pierdo la pista y la mayoría nunca vuelve para decir hola. No es un reproche. ¡Es la vida!.

Este curso perdí el control. Dormía poco y mal. Pero no tenía fiebre, así que seguía con mis clases. Sé, ¡cómo lo sé!…, pero se ve que no basta, que sin un super mínimo de horas, no tolero sus chiquilladas. Y alguna vez he comprobado que si algo no sale o sale mal no puedo buscar causa alguna fuera. Soy responsable yo.

Pero crees hacer lo correcto. Vas a clase, que para mí no es ir al trabajo, pues muchas veces es mi oasis. Sin embargo aquel día mejor me hubiera quedado en casa si no fuera por lo que aprendí.

 Agradezco a esa peque y a su madre que fueran mis cómplices maestras de vida, por todo lo que me han enseñado y las conclusiones a que sus enseñanza me han llevado.

Aquel día perdí el respeto a un infante. El niño tiene un inconveniente para los mayores: Es demasiado fácil convencerse de que uno actúa bien, incluso en su bien, sin respetarles. Y yo en mi estupidez y agotada como estaba, sobrepasé ese borde sagrado del respeto a la dignidad del otro, tenga la edad que tenga, la piel que tenga, la cultura que tenga, o los creencias que tenga, o el sexo que tenga.

Hace muchos años, creí haberlo aprendido, mal, es evidente, esta lección. Me vino de una conocida que habló del respeto a los hijos. A bote pronto, creía respetarles y mucho. Tuve que admitir que ni si quiera conocía bien el contenido de la palabra respeto. Tanto me impactó, que tomé el diccionario y la busqué. No. Yo no había respetado a mis hijos un montón de veces y me propuse lograrlo. Ellos dirán si lo conseguí, pero con mis alumnos que otra vez eran gente menuda, han tenido que venir una madre y una hija a decirme que aún no, que aún meto la pata.

El hecho es que yo recibí aquella tarde una petición de tutoría, es decir, la madre quería saber qué había pasado y por qué su hija estaba mal, tanto que de golpe y porrazo no quería venir al cole, cosa muy extraña en quien venía feliz cada día. Tan ciega estaba yo, que me pregunté el por qué de la mamá. Al día siguiente lo supe. No sin resistencia interna supe que mi conducta era impropia de quien dice amar la infancia.

La cosa empezó a fastidiarme mucho. No basta que tu conducta sea excelente incluso  a veces, si metiste el cuezo tan solo una vez, los aciertos no valen nada. El error crece. Se evidencia. No interesa el  éxito. El fracaso duele tanto…

La niña enfermó. Hoy vómitos, mañana diarreas, ambos… Llantinas suplicando no ir al cole, y una madre afín en principio a mí, que ni comprendía mi conducta, ni la de ahora totalmente, de su hija. Pasaban los meses y la peque seguía en el mismo plan. De noche salieron sus padres con ella de urgencias incluso, para terminar con que nadie sabía qué le pasaba, pues los análisis y pruebas no decían lo que hoy sé que ocurría.

Alguien aconsejó a la madre y ella siguió el consejo: «habla con ella». Verla aparecer daba un poco de cosa… Yo era consciente de varios hechos. Uno: no maltrataba a la niña, ni la trataba mal. Dos: Las cosas se habían complicado mucho, tanto, que mi prestigio (si es que lo tengo) se había ido al garete y la sucesión de faltas a clase de la niña me dolía. Por si fuera poco ante otro hecho, esta vez muy discutible, me estaban defenestrando en las puertas del colegio como si no hubiera mañana, soltando ya falsos testimonios que no podían hacer mucho bien a mi carrera de profe a punto de concluir.

No es que esto sea inusual.

Los profesores somos personajes de corto alcance, pero no por ello todos los padres comulgan con nuestro modo de actuación y es corriente que se fusionen intereses y ocurra eso de poner a caldo a un profe en donde más daño hace y perjudican tu fama como ni se imaginan.

Es comprensible, tanto más cuanto en España hemos pasado de cruzar la cara en plena rue a un crío, con tanta brutalidad que no tenía excusa, a que un juez te condene a la cárcel por corregirlo tarde, sin violencia y en tu zona más íntima. Ahora hasta los hijos pueden denunciar y la ley lo apoya.

Aquí por un hijo hoy uno saca la cara con o sin razón, con o sin motivo.

Tampoco me extraña: Un hijo es nuestro yo proyectado al futuro y España ha sido un país paternalista, no maternalista, tratando con mano de hierro mucho tiempo a sus habitantes. La democracia y el Siglo del Niño (así se llamó también al pasado siglo), trajeron esto.

Pero mi dolor era creciente. No merecía tal trato y sin darme cuenta, aun si trataba a la niña como a los demás, incluso con mayor cuidado, sí había algo que no hacía con ella. Sólo supe abandonarla a su suerte. Significaba ser de hielo. Era causa de su malestar.

Ni me pasé corrigiéndola si tuve que hacerlo, ni la traté mal. Lo que ella sentía y eso que ni yo misma le puse palabras, era el frío que de mi contacto con ella se desprendía. Error sobre error: Para protegerme me congelé…, hasta que la madre, una MADRE, llamo a la puerta de la madre que soy yo y de madre a madre, me abrió los ojos y mi corazón. Lloramos las dos. Nos abrazamos y le prometí deshelarme.

Lo bueno de un niño es que como vive fuera del tiempo, todo es instantáneo. Desde el día siguiente la niña vuelve a abrazarme, a decirme «te quieros» y a sentirse, que es lo mejor, feliz (en palabras de su madre). Hace ya muchas semanas…

Un peque es sobre todo auténtico. Y con todo es inmediato si el cambio es real.                     ¡¡Lástima que los adulterados adultos no sepamos imitar al niño que habita herido dentro de uno!!

Tomad nota si os place… TODO LO QUE PIENSAS VUELVE A Ti: CUIDADO CON LAS PALABRAS QUE ELIGES… Si con odio salen, si con rencor oculto incuso sientes, eso se volverá contra ti.

Para mi es obvio…Tal vez tu lo descubras y anhelo que sea de forma más piadosa que loa que he experimentado.

En cualquier caso…

 

GRACIAS BEATRIZ . GRACIAS mi peque…

 

 

 

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