Una «foto» es la IMPRESIÓN GRÁFICA sólo de un instante, recogida por el «ojo» de un aparato. Lo llamamos IM-presión y no SENSACIÓN. Una máquina no siente…, aunque un fotógrafo hablaría de la sensibilidad de su cámara. PRESIÓN, señala una fuerza ejercida de dentro a fuera o viceversa.
Excelente cámara capta- instantes, es el ojo humano. No la mejor. Muchas especies nos superan. Ningún ojo capta la realidad total. Enfoca un punto/varios, desdibujando el resto. No obstante, afirmamos (desgañitándonos incluso): ¡¡ LO HE VISTO CON MIS PROPIOS OJOS!! Si supiésemos qué arbitrario es, la inexactitud de la sensibilidad que damos por sentada del ojo, el cerebro y la mente, la verdad sería tan distinta, que atónitos descubriríamos qué erróneas son nuestras creencias y opiniones, base de nuestros juicios para hablar de la realidad.
La mente no es el cerebro. Llamo «mente» al conjunto de memoria y pensamiento, esa actividad incesante causa de saber que existimos, también llamada CONSCIENCIA. Cerebrín poseen los gusanos. No captan cuanto a nosotros nos es dado conocer. ¡Tampoco nosotros conocemos todo!…, ni siquiera queremos conocerlo. Preferimos mantenernos ignorantes de cuanto no influya en nuestro bienestar. Es razonable.
Felizmente, la vida sembrada de imágenes, de sensaciones, nos somete a un bombardeo continuo. Sensible a luces y sombras, el cerebro adopta imágenes de lo real… Incompletas, inexactas, suficientes para sobrevivir. No es muy eficaz, no obstante, creernos plenamente nuestras estrechas, pobres y engañosas imágenes convirtiéndolas en motor de nuestros actos «pa siempre». Las sensaciones informan sobre nuestro bienestar, aunque se alejen de lo real. La psquiatría advierte sobre la necesidad de conexión, cuando retenemos imágenes producto de sensaciones fijas. Ejemplo es la ansiedad respecto a perder algún aparato: radio, Tv o móvil. Idéntica terapia usa para la drogadicción.
El hígado nos reseteará: elimina cuanto estorba. Él «borra» los venenos. Actualmente trabaja a tope. Bueno es, que sea nuestra cola de lagartija: único órgano humano con tal potencia de regeneración, que suspendiendo la ingesta del tóxico, pasará de un rendimiento bajísimo a dar casi el 100 x 100. Algo quedará definitivamente muerto. Aunque… seguirá manteniéndonos vivos. ¡¡ES ALUCINANTE!! Sólo que la mente trabaja con sensaciones.
El día parecía nuevo: me despertaba y media hora después… sentaba bien pisar la calle. Podía pasar que saliendo, apareciese ese vecino cabrón que jamás saluda. Primera imagen. Lleva cara de zapato, como siempre. Entro a trabajar, segunda imagen, oigo la autoritaria voz del jefe. ¿Se cree dueño de mi tiempo? ¡Me considera la hormiga de cuyo rendimiento dependen sus resultados, exigiendo sin contemplaciones! Tercera imagen. Paga poco, tarde y mal y no puedo dimitir… ¿Qué sensaciones tengo?: ¡No valgo, ni me valoran! Y así, amargo mis días.
Mis imágenes y sensaciones son mi verdad. Olvidamos que son instantes. ¡Sentimos la eterna burla de mi destino de mierda! Este nefasto vídeo se convierte en «mi puta vida». Y sin dudar, sé que la presión viene de FUERA… (vecino, tráfico, jefe) ¿Sí?
Hígado y cerebro están bien conectados. QUÉ FUE PRIMERO… ¿El huevo o la gallina? ¿Qué va antes: mi forma mirar y mi pensamiento o mis impresiones?¿Quién vive y piensa en mí? ¿Otros? ¿Quién hace y guarda las impresiones e interpreta… las sensaciones?
El cerebro engaña. No por perversión. Evita explosiones. De ser máquinas capaceses con de acumular y procesar TODOS los datos, nuestras impresiones no se convertirían por ejemplo en cortisol, revolucionando al corazón. Es práctico. Hará marchar bien al cuerpo. Le dan igual imágenes, que realidad. Toma ambas por ciertas. Actúa para que me sienta bien. ¡Ya procesará el hígado el cortisol librándonos de la sensación de peligro y de huir! ¿¿Peligro…?? ¿Mi jefe, o mi vecino peligrosos? Realmente no hay peligro. No respiro gracias a ellos, sólo que sentirlos como «cabrón y malnacido», al repetirse la misma sensación, idéntico pensamiento al verlos… para el cerebro son fieras. El buen hígado, fiel a nuestra supervivencia, disolverá el exceso de cortisol e irá desgastándose. Si yo barrunto un peligro, real o imaginario, el cortisol vendrá al rescate mientras mi amenaza serán: «personas TÓXICAS».
¡¡MUCHO MÁS FÁCIL CULPAR A LO DE FUERA!! Pero… El remedio está en la cámara de nuestra consciencia.