Tu no lo recuerdas, pero entonces éramos uno, y estaba tan feliz, era tanto mi gozo, que jubiloso decidí que necesitaba a otra criatura a quien poder dar y ofrecer cuanta maravilla sentía.
Así, quise pasar de la idea al acto y en mis entrañas naciste.
Hubiera querido envolverte con las más finas sábanas de amor cuando me percibí preñado de ti, de esa forma de amor que sólo acaricia, que sólo sostiene, que no atemoriza porque desconoce el NO. Sin embargo no puedo ocultarme, porque si soy grande es por cuantas diminutas facetas me componen y unas son negras para que otras sean blancas o los infinitos matices del gris…
Te he visto personificarme, ser en acción cuantas pulsiones, sensaciones, formas y tamaños son lo que soy y te amo en cada una de ellas, más aún cuando adoptas las difíciles de admirar. Tú crees que te equivocas, que te fuiste lejos… ¡Si supieses cómo te amo cuando te sientes así …!
Un día creamos el tiempo y con él la distancia y la gravedad. Y nos pusimos a ser, a existir, a materializar y la impaciencia emergió, porque tu como yo conoces ya el abrazo eterno que nos aguarda.
Eras un bebé y te rodeé de cuanta ternura poseo. Sabía que crecerías, que descubrirías la soledad, que las lágrimas serían tu aliado.
Entonces jugabas a ser mayor, a dominar, a olvidar que no me recordabas y apareció un mundo. No podía contarte que ese mundo no es definitivo, que está evolucionando y no cesará de hacerlo haciéndose progresivamente más complejo, más entero, más real… Y no recordabas que te advertí de que creerías que todo era difícil, que yo estaría en cada uno de tus días viviendo contigo lo que tu vivieras.
Pasaron milenios y tus sensaciones son cada día más dolorosas. Te has creído anclado a un mundo en cambio, donde no te enteras que nada permanece.
¡Emanaste de mi para ser mi pareja, mi compañera, mi amor! ¡¡Y en ello estamos!!
Sé que crees que no lo parece, alma mía, pero ni uno sólo de los segundos que has vivido expresando una sola de mis facetas está perdido ni ha sido inútil. Hoy te hablo para que recuperes tu fe.
Fe es fe, no hay vuelta de hoja. Cree que sigo amándote y presto a manifestar toda esa magnificencia y júbilo que desató este «juego». CRÉELO. Porque si lo crees, sentirás el gozo de la esperanza y la alegría de la acción. Si no lo crees sólo se anegarán más aun los mares con tu llanto, pero con o sin él, un día te abrazaré como esperamos. No hay azar, sino un guión que admite todo, sí, pero para tu disfrute, para que conozcas la clase de AMOR que eres, que soy.
Esta tarde cuando se acueste para ti el sol, recuerda que su luz sigue encendida y que como mi amor te alimenta. Cree que estoy atento a cada una de tus emociones, hasta que vuelvas a sentir que tu y yo somos UNO.