IGNORAR

Iba a llamar a esta página: «ignorantes», pero suena a insulto y he cambiado el sustantivo por el verbo.

Cuando se llama a alguien ignorante, a menudo se alude a que carece de formación. Como «falta de ciencia» describe la real academia la ignorancia. También dice que el ignorante «no tiene noticia de las cosas».
Pero todo el mundo tiene noticia de cómo funciona la vida…¿ O no?

La ignorancia es probablemente el mayor peso que arrastra el ser humano convencional.
Hay una frase que se usa mucho cuando uno no puede explicarse qué es lo que pasa: «La vida es así». Y nos quedamos tan panchos.
¿¿¿Cómo que la vida es «así»???

Aunque sólo un ser humano sintiese y lo contase, que la vida es maravillosa,el resto podría preguntarse qué se está perdiendo, ya que para muchos «la vida es asi» no significa precisamente que la perciban como maravillosa. Y no hablo de quien está enamorado, que entonces se siente divina… No. Hablo de quienes valoran cada suceso como enriquecedor, de quienes se motivan ante los niños, de quienes en fin viven las pequeñas cosas de la vida, que mira que hay pequeñeces deliciosas a cada paso.

Para mi el ignorante es el que no conoce, ni tiene noticia de las pequeñas-grandes cosas, porque en donde tiene el sentido de lo importante, ha colocado cosas con fecha de caducidad.
Estrenar, por poner un caso, nos produce ese gusanillo de la excitación y se siente uno maravillosamente bien cuando logra por fin una meta, sea esta adquirir «ese» coche que me vuelve loco, o esa casa que tanto he esperado habitar, o ese puesto de responsabilidad que ansiaba. ¡Mala suerte!
Resulta que el efecto de estrenar dura más bien poco. Pronto surgirá otro deseo insatisfecho y de nuevo, como la vida es así, nos sentiremos exactamente igual que como estábamos. Pusimos nuestros anhelos en cosas que tienen fecha de caducidad. Eso es para mí ser ignorantes.

El ignorante no es que carezca de noticias, es que tiene otras dentro de sí, y no le caben ya más noticias. La noticia es :TENER COLMA MIS DESEOS. Y se dedican a «tener».
Algunos hasta logran «tener» a quienes admiran, como si con ello fuese a pegárseles algo.

Este ignorante al que pretendo retratar, ha olvidado que en lo único que la psique humana puede hallar sosiego es en el amor.
No. No me estoy poniendo cursi, ni tampoco me refiero a tener una pareja.
Me refiero a un concepto mucho más sutil y más profundo, me refiero a amar la vida, empezando por amarse uno a si mismo tal y como es y a no pretender corregirse por ser lo que es, cosa por demás difícil. Es verdad que cambiamos. Poco, pero cambiamos. Pero del mismo modo que no nos cambia el color de los ojos, no vamos a ser extrovertidos, si nacimos introvertidos.¡Ni falta que hace!

Las decepciones, las frustraciones, el sentido de la traición…¡¡Cambian tanto cuando uno ama la vida!!
Es como si uno se colocase bajo un microscopio y se observase, mientras observa muchas más cosas, progresivamente más cosas alrededor, y hubiera tanto y tan interesante, que la vida se vuelve un tesoro.
Y no me refiero tan sólo a la belleza, la bondad, la diversión o el ocio. No.
Hablo de los defectos, que se vuelven motivos de ternura, del dolor que se vuelve motivo de compasión, o a la rutina que se vuelve un tesoro, un hogar conocido.
Bajo ese microscopio, la música alta de mi vecino nos hace decir: Lo necesita. La reacción de cabreo propia se vuelve autoconocimiento. El mal en el mundo, de la clase que sea, se percibe como un mundo donde los opuestos se expresan y uno los contempla con gran interés, porque también ellos hablan de cómo es uno mismo.

La prevención, la sospecha, el ataque de quien sea, llegan difusamente, pero uno no reacciona diciendo que «la vida es así». Uno comprende que es una fase del crecimiento y sabe que alguna vez TODOS SENTIRÁN que bajo esta capa de aparente maldad, sólo hay un deseo de ser amados, el mismo que tenían el día en que nacieron.

Desconocer todo esto es para mí ignorancia. No carecer de títulos u otro tipo de formación. Y lo bueno es que nada hay desconocido que no vaya a conocerse. El cuándo no me toca a mi decirlo, pero mi corazón se alegra, porque…¡¡¡ La verdadera sabiduría de amar, llama ya a la puerta!!!

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