ADVIENTO

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Como una puesta de sol es el adviento al final del año. Unas semanas que se apoyan en la oscuridad ambiente, en los días breves, en la espera de una venida…
¡Nosotros siempre cómodos esperando que las cosas cambien…!
Pero hay un movimiento con su inercia que tiende a repetir y repetir y repetir y repetir indefinidamente lo anterior.

Pero si ha de cambiar algo …¿QUÉ ES LO QUE TIENE QUE CAMBIAR?

No se trata de hacer las cosas diferentes, ni de cambiar nuestra fe, no se trata de dejar de ser como somos.¡ Qué va! Es mucho más fácil. Eso sí. ES un cambio sustancial.

SE TRATA DE APROBAR LO QUE SOMOS; LO QUE VEMOS; LO QUE HAY.

¿Por qué se repite todo si debiera ser distinto? Al verano sigue el otoño, al otoño el invierno, y luego llegan la primavera y el verano de nuevo. Al día le sigue la noche. Los planetas giran en la misma dirección. Los árboles crecen hacia arriba y los hijos suceden a los padres…
¿No será que se trata de ver la adecuación, en lugar de tratar de cambiar el mundo?
El gordo quiere ser flaco, el viejo joven, el nómada quiere ser sedentario, el ejecutivo quiere descansar, el triste desea la alegría, el rápido añora la lentitud…Y así, pocos son los que bendicen la situación o la personalidad que tienen.
¿No se tratará de bendecir las cosas tal y como son?

A mi me parece que si cada adviento esperamos la venida de algo o de alguien, y todos tarde o temprano vivimos nuestro particular adviento, ha llegado la hora de no esperar más venidas y creer que lo que tenía que venir está aquí desde siempre.
Para percibirlo sólo tengo que ser piadoso conmigo.
¡¡Nos zurramos demasiado, nos insultamos incluso y vemos mierda por doquier!!

Anthony de Mello, jesuita expulsado de la orden, psicólogo y persona increíble, decía que nunca pedimos ayuda de veras. Decía que vivimos en un océano de mierda propia y que si pedimos auxilio es porque vemos una ola venir y hasta la boca no queremos dejar entrar esa mierda. Así que pedimos: PÁRAME LA OLA!!
Pero no estamos en la mierda. Cuanto hay lo vemos como tal y ahí reside el problema.

Habría que mirar eso que llamamos defectos, uno a uno y decir:
– Soy egoísta. ¿Y qué?
– Soy avaro. ¿Y qué?
– Soy soberbio. ¿Y qué?
Uno a uno deberíamos sacar del armario nuestros ocultos yoes y dejarles ver la luz, reconociendo que en esta tierra todo son dualidades y que para que exista la humildad, la soberbia ha de ocultarse; que para que exista la generosidad la avaricia y el egoísmo se han de ocultar.
En otras palabras mi generosidad le debe a mi egoísmo la existencia, pues ambos extremos son parte de una unidad. Sólo cuando mi yo humilde le de las gracias a mi yo soberbio por existir en la sombra, el adviento será la última espera para una navidad real, y no simplemente una fiesta sin otro sentido que olvidar un rato mi gris existencia.

Este es un tiempo de crísis a todos los niveles. Un tiempo difícil y lleno de posibilidades.
El llamado mal pide que se reconozca su parte en la realidad…De otro modo seguirá haciendo estragos. Y si yo quiero dejar de seguir esperando más me vale bendecir en mi lo mal llamado malo, porque sin no, no hay sí, sin luz no hay sombra, y sin guerra no hay paz.
Sólo amar los opuestos, reconocer que si soy bueno es porque me sostiene el mal, que la realidad es como un árbol cuyas raíces son su sustento, aunque no se vean, sólo amando esas raíces que se esconden la vida puede ser feliz y la venida del que uno espera, LLEGA.
Al final quien llega soy yo, pero entonces ya sin minusvalorar nada de lo que me sostiene.

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