
Realmente uno quiere, cuando es feliz, compartir con otros su felicidad y le gustaría que todos llegaran al mismo estado…Parece que uno es un poco menos dichoso si ve cerca gente preocupada, gente perdida, gente luchando por estériles causas…
Estos días oigo mucho: LAS COSAS ESTÁN MAL. Yo no lo siento así. ¡¡Y desde luego eso no ayuda a sentirse feliz!!
Tenemos muy flaca la memoria y estamos muy poco informados de cómo fueron las cosas. Uno mira la historia en busca de un tiempo para mudarse a él y francamente, aunque existiese la máquina del tiempo yo no me iría a ningún otro tiempo. Que yo sepa Europa no ha conocido una generación sin guerra, una guerra o varias simultáneas. Periodos críticos en la vida de la humanidad lo son todos.
Podemos seguir asegurado que está todo muy revuelto, que todo va muy mal…Hay quien habla ya de la tercera guerra mundial…
¿S O M O S C O N S C I E N T E S DE QUE E S T A M O S P R E P A R A N D O J U S T O ESO QUE T E M E M O S A B A S E DE R E P E T I R L O?
El mundo es tan sólo un lugar cambiante, nada permanece mucho tiempo, salvo las estructuras de pensamiento, en especial las que hacen referencia a símbolos. Es como si por el alma del hombre pululasen nubes pegajosas que se nos adhieren sea la época que sea. Por ejemplo una de ella es la del padre que con la mejor intención corta las alas de sus hijos o las hace a su medida, no a las de ellos. Otra es la de ser adolescente eternamente. Otra es la de poseer personas lo mismo que se poseen cosas. Una más entre la chiquicientas posibles es, la de dejarse engañar y sufrir para encontrar la paz al fin y así…¡Ni se sabe! Son tantas!
Pero todas esas «nubes» no son más que eso, estados pasajeros, si sabemos elevar la vista o bajarla y buscar lo que de verdad importa, es decir la paz.
La paz interior depende de aceptar lo que ocurre, lo que nos llega…»Estoy de lunes» oigo a menudo. Y yo me digo: ¿Qué más da lunes que jueves? Ya dependiendo del día de la semana nos condicionamos a sentirnos mal porque volvemos a la actividad remunerada. O eso de: «Qué mal tiempo hace» y lo dicen porque está nublado.¿Qué más da cómo esté el cielo? El cielo cubierto protege el verdor y embellece lo vegetal en donde habitamos. La luz es más tenue e invita al recogimiento, que es tan reparador…
Además, cuando algo no es como me gusta, puedo dar por sentado que de ahí saldrá algo positivo para mi. Y siempre es así. A veces sumidos en lo diario no atontamos con pequeñeces, nos emperramos en cómo ha de hacerse algo, o en cual es en nuestra opinión la mejor salida. Lo mejor es siempre lo que ocurre. ¿Y si es una catástrofe? En la catástrofe hay dos partes:
UNA- Las muertes.
DOS- Las heridas y los destrozos.
Las heridas internas o externas tienen un por qué. Si lo analizamos sabremos a qué responden y podremos encontrar en origen que está siempre dentro. Entonces es posible que de esa herida surja un aprendizaje inmenso y del dolor lleguemos al amor. Los destrozos materiales nos hacen valorar más las pérdidas, nos hacen conscientes de lo volátil de las cosas y de la vida terrenal. Encierran pues también aprendizaje.
Las muertes…En siete años perdí (por este orden) a mi hijo de 21 años, a mis padres y a mi marido de 56. Se lo que es una muerte súbita, sin preparación, lo inesperada y absurda que parece y lo huérfana que te deja. Pero mientras vivieron les hice partícipe de mi amor, me entregué a ellos como supe y plenamente…Nada me quedó por hacer o decirles. Les solté, como se suelta un globo y agradecí su participación en mi vida y su amor. Aun lo hago. No creo en la muerte. Es un hasta luego largo y ellos nos hablan desde el otro lado, a poco que lo necesitemos.
Sí. También en las catástrofes hay un final positivo. Sé que muchos no pueden aceptar esta versión de las cosas y por eso mi felicidad es un poquito menos brillante. Al fin vivo cada instante procurando sonreír, adaptarme a lo que llega aun si no me gusta y tratando a quien está cerca lo mejor que sé… De este modo, rara vez me abandona la paz. Y esta es mi contribución a la paz mundial.
Cada ser humano es para mí como un doble ser. Uno comparable a un águila magnífica que sobre vuela un valle. Abajo en el valle, el otro, es una gallina encerrada en un gallinero. El suelo sucio y maloliente del granero, las otras gallinas que la picotean, la dificultad de empollar los huevos, las apreturas, la ausencia de libertad…Todo eso hace olvidar a la gallina que es águila también, y que el águila conoce sus cuitas…Águila y gallina son el mismo ser: YO MISMO y uno puede situarse en una o en otra. Como gallina vives el agobio y el malestar que el águila transforma en vuelo y felicidad.
Decidí un día que realmente yo sólo soy águila y a fuerza de creerlo, ya casi nunca me siento mal cuando vivo lo incómodo de ser gallina. Pues hasta el día que me muera seré ambas. Después, sólo águila.
Y ahora, hoy, comparto esto contigo por si como yo, descubres al águila que eres.
