¿¿¿DIOS ES CHICA???

 

The_Creation_of_Adam

 

No. Dios no tiene sexo. Una mente infinita que crea los universos, pues parece ser que hay más de uno, algo-alguien tan complejo que tiene en sí absolutamente todo, es mujer y hombre al tiempo. Es andrógino, hermafrodita y homosexual. Lo es todo. Lo que si es cierto, si hemos de fiarnos de cómo surge la vida orgánica en la tierra, es que de seres como la bacteria, que se duplica para reproducirse, se deduce que hay seres diminutos en el inicio que no tienen sexo o que los tienen todos, como Dios.

Últimamente se han roto algunos de mis esquemas mentales más antiguos. Os cuento. De niña yo rezaba y creo que muchos lo hacían así también, a un señor con barba, blanca por más señas. Uno necesita imágenes, sobre todo de pequeño, imágenes que le permitan centrarse, situarse. La mente infantil, una vez superada la fase en que la palabra no se ha hecho dueña de nuestra mente, vive de lo concreto y hay que reconocer que el concepto DIOS es bastante abstracto. Además es que se representa así en libros, carteles y en pinturas de grandes autores, por ejemplo Miguel Ángel en la Capilla Sixtina.

No sé cuando Dios perdió su barba y dejó de ser anciano. Era yo en cualquier caso ya bastante mayor…Pero seguía siendo claramente masculino. Las palabras que comúnmente nos llegan de Jesús apoyan esa idea de PADRE y por más que perdiera aquel aspecto, yo lo sentía como una fuerza masculina. Y en los años en que me sentí católica, estaba también María, pero ella estaba justo un escalón por debajo, ya que fue humana y nunca la concebí como diosa. Hay pueblos como el hindú, que seguramente no se han encontrado jamás con esta cuestión del sexo de Dios, ya que ellos tienen dioses y diosas, algunos de ellas con categoría principal. Y la cuestión del sexo en Dios no tendría sentido planteársela, si no fuera porque determina nuestra conducta humana.

Fue en Grecia, estamos hablando de unos 1000 años a 1300 años antes del nacimiento de Cristo, que marca el inicio de nuestra era, cuando se deja por escrito para nuestro mundo una imagen de lo que podría pasar en terrenos divinos. Las imágenes son también símbolos y su influencia va más allá de lo que percibimos conscientemente, determinando muchas veces nuestros actos.

Homero y Hesíodo, uno literato el otro historiador, reflejan una idea del «Cielo» a través de contar y regalarle a la historia la mitología griega. Lo que se cuenta influye, pero lo que se escribe deja aun mayor huella. Ellos sólo recogían una forma de sentir, la de los Estados Unidos de entonces. Imagino que no hace falta decir de qué manera el país que rige los destinos del mundo tiñe totalmente la cultura, las costumbres, las modas y demás. Pues en aquella época, Grecia conquistaba el mundo. Es más, luego fue a su vez conquistada por Roma, que no eliminó su influencia, sino que en mucho la copió y cambió sólo los nombres. El Zeus griego pasó, por ejemplo a llamarse Júpiter. Esto significa, aunque nunca lo mencionemos o no sintamos su influencia, que nuestro ahora está fundamentado en lo que hace 3.500 años se convirtió en creencia de los pueblos que habitaban donde hoy está Europa.

Por sólo mencionar algunos campos donde esa influencia está viva, en derecho aun se estudia el «derecho romano». Las leyes que nos rigen se basan en modelos que vienen de entonces. Nuestras ciudades se diseñan con patrones pensados por aquella gente. La idea de bien y de mal ha cambiado, algo, pero en gran parte seguimos pensando y sintiendo como ellos lo hacían. Es decir, que por viejo que nos pueda parecer y después de un siglo XX que tanto ha aportado en cambios a la humanidad, esas ideas sobre quien manda, sobre la familia y sobre Dios, están tan metidas en nuestros genes, que ignoramos que actuamos regidos por patrones de conducta ancianitos… Así que merece la pena detenerse un pelín en esa MITOLOGÍA griega.

En su principio era el CAOS. Actualmente, entendemos por caos desorden total. Pero este caos griego se parecía mucho más a una situación que incluía absolutamente todo lo posible, no a algo en desorden. La Física Cuántica lo llama hoy VACÍO CUÁNTICO, un estado de la realidad no evidente, pero si capaz de contenerlo todo.

Pues bien, de ese CAOS, surge GEA. Gea es la materia, la MADRE por excelencia, porque para que la cosas nazcan hace falta una madre. Y ella alumbra a Urano, que se convierte en su esposo. Al margen del conflicto por aquello de que hay un incesto aquí, o lo parece, ellos son los padres del Olimpo.  Decir Olimpo es tanto como decir eternidad y tanto como decir inmortalidad. Cronos era un dios que buscaba tener un hijo/s determinado. Uno que fuera el no va más y nunca estaba satisfecho con los hijos que tenía. Se los comía. Hasta que un ardid de Gea consigue salvar a uno, Cronos o Saturno, que en su momento le sucedería. Saturno, temeroso de que le ocurriese lo mismo que a su padre con él, tampoco generaba hijos de su gusto y también los devoraba. Pero su esposa Rea, consiguió que Zeus se salvara y éste en su día hizo una revolución apoyado por todos sus hermanos (algunos no se lo comía Saturno), convirtiéndose para siempre en el padre de todos los dioses.

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La vida del Olimpo es harto complicada como para entrar en sus cuitas. Pero sí es importante extraer de aquí, que también Grecia considera que todo empieza siendo femenino (GEA) y que a lo masculino no le parece logrado lo que surge de su unión con su madre o con su mujer, es decir lo femenino.

Nosotros somos herederos de esa creencia en un hombre que no siente a sus hijos. Sí. Ya sé que las cosas empiezan a cambiar y que hay hombres que se vuelven locos con los niños y más con sus hijos/as. Pero no es aún lo corriente y desde luego, no ha sido lo que hemos visto durante 3.500 años. Lo que ha ocurrido es que los hijos eran una inversión de futuro, o alguien sobre quien ejercer un poder que salvo en casa no se ejercía, o «eso» de lo que se ocupa mi mujer hasta que ya son grandes y pueden enfrentarse a mi…Por supuesto que hay padres que han amado a sus hijos…¡Mucho! Sin embargo la sociedad no ha hecho fácil que los hombres fueran otra cosa que «devoradores de sus hijos», entendiendo por «devorador» alguien que no alienta, que no apoya, que humilla, que muestra prepotencia y no escucha, alguien que no es líder, sino dictador con su prole…¡Para que hablar de casos de declarado maltrato, de abuso de cualquier índole u otros tristes casos conocidos!

Lo que ha roto mis esquemas es que yo he creído siempre que como los hombres dominaban el mundo, ellos eran responsables y culpables de que el aspecto de nuestra sociedad sea tan brutal. Se que parece que vivimos en paz. Pero paz no es la lista de mujeres maltratadas anual, la lista de muertes en el tráfico, la lista de asesinatos y de actos tremendos de las bandas que van surgiendo…Y PAZ NO ES el número de guerras, gente desplazada, inmigrantes muriendo en barcuchas…, etc., etc., etc.

De pronto he tomado conciencia de que cada mujer que pare un hijo, no espera a un ser sensible, protector y firme, pero dulce y cariñoso. De pronto creo que si como la biología dice lo femenino genera lo masculino, somos nosotras quienes en la sombra hemos potenciado todos esos hombres viriles, bravos, fuertes, que escuchan a su corazón cuando son demasiado viejos para impedir los desmanes que la sociedad masculina alimenta.

Y no sólo hemos provisto sus células apenas en formación de testosterona a tope…Es que conscientemente les hemos educado como varones, entendiendo que un varón no debe ayudar en casa, debe estudiar y tener un puesto destacado si es posible, no debe ser tierno, salvo con nosotras y a escondidas casi, porque tal vez creíamos que esos hijos poderosos nos protegerían de un mundo de hombres sin entrañas…, esos hombres hijos también de madres que los educaron para ser valientes, fuertes y varoniles.

Yo no pensé nunca tener una hija. Tuve un primer hijo y no deseé tener una hija luego. Quería otro varón. Y he caído de golpe en que quizá les vi como mis defensores ante su padre, que no era dulce, salvo en la cama. Decía Joan Manuel Serrat en sus canciones-poemas:

«Ellas sueñan con él…Y él con irse muy lejos…Fuerte pa ser su señor y tierno en el amor…».

Creo que todas las mujeres feministas o no, deberíamos plantearnos por qué damos luz a brutos y no a sensibles. Deberíamos plantearnos qué les enseñamos, qué conducta mostramos ante lo masculino, que les invita a la aventura arriesgada, a la competitividad, a sobresalir y no a la solidaridad. ¡Ojo! No vale decir : Sé solidario. Han de vivir la solidaridad, la fraternidad, el cariño expreso como el aire que respiran. Y ante la aparente avalancha de homosexuales que pululan, deberíamos en vez de quejarnos porque no pueden o no quieren hacernos el amor, si no está protestando lo masculino ante tanta bestialidad como muestra su sexo, y hemos alimentado nosotras mismas.

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¿Qué mujer no sueña con encontrar a un H O M B R E  ?

Un «hombre». Es decir, uno que tenga pene y testículos y sepa usarlos, desde luego, pero que por dentro sienta y exprese, cuide y proteja, un hombre que sea fuerte ante los envites de la vida, no para levantarnos la mano…Un hombre cuyo corazón le salga por todos los poros de la piel… Y me pregunto si eso depende sólo de ellos, o depende de nosotras. También nosotras hemos de abandonar el cliché de damitas tontas, de indefensas criaturas que no somos en absoluto, de niñas que juegan a lo que no son, para mostrar el genio que llevamos si les hemos amarrado con un papel que nos convierte en esposados. Ahora hay otro papel que les desliga…¿¿¿No deberíamos descubrir lo que de masculino somos y ejercerlo, para no necesitarlos porque parecen traer algo que no creemos poseer???

Dios ni es chica, ni es chico. Ambas fuerzas masculina y femenina son suyas y como imágenes de Dios, en nosotros viven esas dos fuerzas. Situarse de un lado o del otro ha creado el mundo actual. O nos ponemos las pilas y empezamos a expresar tanto ellos como nosotras la otra parte, o seguiremos creando Hitlers, presidentes machos en los gobiernos y en las asociaciones mil que tenemos a la vista. Si somos el origen y parece que sí, tenemos una enorme responsabilidad ante los hombres que no necesitan ser así de fuertes como los quisimos. Sólo quieren ser hombres y lo serán cuando nosotras seamos a la par el hombre que «vive en mí» y la mujer que creo ser.

 

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