Sexo, hormonas y libertad

sexo

Hay una palabra que es el objetivo humano aparentemente más deseado: LIBERTAD. Políticos, revolucionarios, escritores y artistas en general, la usan mucho…Se habla de la libertad y se llega a decir eso de: Vivimos en un país libre…

¿¿LIBERTAD??

Cada sensación que genera un atisbo, tan solo un atisbo fugaz de pensamiento, pone en marcha una respuesta biológica en nuestro organismo. No digamos ya cuando el pensamiento se instala y se repite, porque entonces toda una batería de hormonas y de neurotransmisores, liquiditos como me gusta llamarlos, se dispara. Incluso llega a convertirse en parte de nuestro carácter. Sí. Hoy es un pensamiento fugaz, pero si lo repetimos, llega a ser una emoción y si lo repetimos aun se hace carácter. Cada vez que lo pensamos se descarga esa batería y cada hormona crea una impresión psicológica. Por ejemplo tristeza, por ejemplo rabia o mal genio, o lo contrario: optimismo, dulzura, etc. ¡¡Tanto influye el pensamiento!!

El miedo, la rabia, la impotencia, el desamor sentido…Eso no son sólo emociones o sentimientos, son descargas que se expanden por nuestro cuerpo que no siempre se diluyen o se disuelven. Y su presencia dura bastante más que el enfado, el susto, el desvalimiento o la penita de amor. Su efecto perdura y en ocasiones se enquista entre nuestras células. Entonces distintos estados emotivos nos agarran. A veces nos enferma… Y decimos que agarran el alma, pero lo que de verdad agarran es el organismo, que además aprende. En adelante descargará cantidades iguales o mayores de liquiditos destructivos… , o placenteros.Y lo hará sin que sepamos que está ocurriendo, tan sólo sentiremos, pero en verdad, nuestro hígado, nuestro páncreas, nuestros órganos sin más, se verán impresionados. ¿LIBERTAD?

Todo esto por no hablar de esas hormonas habituales, no nocivas en principio, que tienen su hora y su momento para manejar nuestra emoción. No, no estás irritado/a por lo que te han dicho, por lo que te han hecho…Estás irritada porque eres un cóctel de hormonas en dos piernas y son ellas las que te ponen en un estado fácil a la irritación, o al placer, al éxtasis o a la desesperación.

Los hombres por entretenernos con ellos, son más simples, al menos en el plano de liquiditos sexuales. Fundamentalmente nos ven como «agujeros» a las mujeres y no pueden evitarlo mientras la madurez no disminuye ese aporte de testosterona que les nubla la razón y el corazón. Hay un impulso natural que busca procrear y el medio ya lo conocemos. No son desconsiderados, ni mala gente, ni están «salidos» por decisión propia. Es que olvidamos que estamos hechos de cuerpo, mente y corazón y que hay tiempos en que la mente y el corazón brillan por su ausencia, sin que quepa protestar más que lo haríamos porque el sol sale indefectiblemente. Es que no somos libres de escapar a nuestra naturaleza, ni hay por qué intentarlo.

Si convendría que las féminas comprendiésemos que NO PUEDEN EVITARLO. El culo, las tetas, los labios carnosos y en general cuanto nos hace mujeres, es como la llamada de la selva y ni toda la cultura y la formación que se nos supone en el s. XXI puede aplacar algo que está en nuestros genes. A Dios gracias no es igual ese impulso en todos, ni el efecto de la civilización es inútil. De otro modo seríamos como los bonobos, nuestros hermanos monos que mas se nos parecen, pacíficos como ningún primate y parece ser que es porque copulan de continuo.

Nuestra sociedad ha sacado por fin el sexo de entre los tabúes que existían, pero me temo que aun nos queda mucho por entender el valor de un encuentro sexual, la dimensión del placer y en general dar su puesto a todo lo material y físico. Creemos que somos libres y que hacemos el amor como y cuando queremos. Pero una vez más, libertad, es algo que se nos escapa. No nos damos cuando nos damos, ni apreciamos lo que significa que otro ponga su piel junto a tu piel, que dos cuerpos estén ensartados.

Parece inverosímil que cosas que vienen desde tan lejos, muchos siglos después sean aún una rémora y nos dificulte abrirnos sin pudor ni vergüenza. Sí. Platón, un filósofo griego que vivió cinco siglos antes que Jesús, anunció que había un mundo ideal…Y siglos después otro filósofo católico y santo por más señas, San Agustín, tradujo al menos parte de su obra y con esa forma que tiene la iglesia de tratar «la carne y el mundo», dejó una idea muy peligrosa tras de sí: El cuerpo lleva al pecado. Luego la iglesia hizo el resto. Y como España ha sido católica de primera, hemos confundido las cosas.

El cuerpo es mucho más que un animalito en que vivimos. La química que existe en él nos maneja mucho más de lo que sabemos.Y salvo quienes escuchan su cuerpo y se alían con él, no somos lo que somos porque pensamos o sentimos de tal o cual forma, sino porque entre nuestras células hay procesos fisiológicos que nos restan libertad.

mamas

Sin embargo cada vez más, estoy convencida que no es ser libre hacer lo que uno quiere, sino nadar a favor del río que es la vida y dejarse llevar por la corriente sin protestar. No me refiero a la corriente social, sino a la que en nosotros marca la naturaleza y los acontecimientos. Haríamos bien en conocer cómo marcha el cuerpo de nuestros hombres y ellos en saber cómo marcha el nuestro. A menudo las mujeres que acaban de ser madres, por ejemplo, tienen las ganas de hacer el amor con sus maridos bastantes apagadas. Ellos (no todos) creen que el amor se ha torcido, sienten incluso celos del bebé y la ausencia de sexo satisfactorio, puede terminar con la pareja, o hacer que lo pasemos muy mal. Ella sintió una descarga de oxitocina al parir a su bebé, se ha enamorado de él como sólo una madre se enamora de un hijo/a. Y si él se distancia de su paternidad, sentirá que pierde a su mujer a pasos agigantados. Esto no es otra cosa que un recurso de la naturaleza para que la madre cuide y proteja a su hijo. Y como todo tiene fin. Unos meses después mamá vuelve a estar receptiva. Pero lo esencial para ellos sería que se vinculasen al bebé, pues eso también trabaja a favor de que sus ganas de sexo se aplaquen y la espera no se les haga tan larga. Este es el ejemplo. Si ante esta circunstancia él pretende mantenerse al margen del cuidado del niño/a y quiere sexo, correrá el riesgo de cargarse su familia…Es mejor ir a favor de la corriente que marca la vida. A esto me refería.

Yo no creo que vivamos en un país libre, ni que seamos o hayamos sido libres jamás. Hay excepciones… Aunque nuestra genética, nuestra mente, nuestra cultura, aquello que en casa era bueno o malo…¡Tantas influencias! Nos impide ser. Son tantas y se captan tan tiernecitos, en la infancia, que creer que hacemos lo que decidimos y queremos me resulta imposible. Si creo en cambio, que la mayor sensación de libertad se experimenta cuando dejamos de luchar por imponernos y como si flotásemos en la vida, cogemos y soltamos lo que ésta nos da y nos quita. El cuerpo y el sexo, sólo ilustran hasta qué punto queremos y podemos ser libres.

 

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