Alrededor de este mes hay multitud de festejos. Pero esto no es de nuestros días…Hace milenios que el mes de las flores suscita en los seres humanos la necesidad de celebrar la vida, la explosión floral por doquier eleva el alma, el verdor inunda la vista, aun entre los árboles de ciudad y sus parques, llena de aromas el aire y uno no puede negarse al júbilo que la repetición anual de este acontecimiento, que nos recuerda que la vida sigue. Es verdad que todo se transforma como Einstein señalaba, no obstante algunas cosas permanecen y a nuestros dormidos corazones la PRIMAVERA les anota una sensación, una emoción y un sentimiento, que en el fondo dice: «Por más que creas que morirás, siempre estas vivo/a». Subyace escondida en el tejido universal de la existencia una garantía, pues si el invierno de nuevo ha sido superado con su aparente sobriedad y sus grises tintes, nuestro particular invierno tiene los días contados igualmente. Se nos está resaltando una pauta que afecta a toda la naturaleza, de la que a pesar de todo somos parte y por ello somos VIDA también. Con ella seguiremos.

Y en España se abre la veda a las comuniones. La Comunión es una locura en los hogares. Muchos preparativos, ropa especial, invitaciones, gasto importante de dinero y los negocios de hostelería hacen su agosto, mientras las calles de pueblos y ciudades se visten de etiqueta casi, mientras grupos de adultos y niños van al banquete. Hay un bullebulle de personas por las calles, que resalta lo poco que nos preocupa habitualmente vestirnos con otra cosa que no sean vaqueros o ropa de deporte y por eso uno que no es del convite, pasa junto a ellos y se dice: ¡Claro! Mayo, las comuniones. ¿De qué si no tanta esplendidez en el vestido y el peinado?

El o la protagonista vive una ocasión que no olvidará fácilmente. Este es un rito de iniciación a la moderna. No hay peligros que afrontar, ni reto para demostrar nada, solo inclusión consciente en un grupo humano del que a partir de hoy es miembro, reconocido como uno más. Pequeño, joven, pero uno más.

No siempre la primavera alegra y no siempre la comunión alcanza el éxtasis. A veces tanto colorido nos recuerda lo triste o lo amargo de nuestras vidas y el contrate deprime. Y del mismo modo, se pone tanta ilusión en ese día, que a veces la vajilla se rompe y aun que sólo fuera un plato, marca una fecha en que «se tiene que ser feliz» como todo lo contrario.

Cuando yo era niña la preparación para la Comunión, la catequesis, entraba en lo paranoico o sádico si lo preferís. Nos contaban las vidas de los niños santos, nos explicaban que la mala conducta era la vía hacia el infierno, y aunque saber, saber lo que era «malo» no estaba nada claro, el diseño del infierno sí quedaba bien clarito: FUEGO, QUEMARSE eternamente… Ya desde niños nos cogían bien amarrados y la culpa, el miedo, el inmerecimiento despertaban en mentes infantiles, que no sabían cuánto les quería Jesús, porque Satán era muy potente y asustaba en demasía. Recuerdo que el día de mi primera comunión, éramos unas doce niñas y una por una, en voz alta debíamos hacer un acto de fe:

RENUNCIO A SATANÁS, A SUS POMPAS Y A SUS OBRAS Y PROMETO SEGUIR SIEMPRE A JESUCRISTO.

He tardado mucho en entender qué es Satanás, en descubrir cual es su función y en integrarlo en mi vida como un aspecto más, necesario y bendito.

Sí. BENDITO. Diablo es una palabra de raíz latina. Significa más o menos dividir, seleccionar, separar para elegir. En un acto de creación, incluso en uno humano, uno ha de decidir de entre todas las posibilidades viables una. En ese acto se escogen unas cualidades y desestiman otras. Eso es un acto diabólico en su más exacta acepción. Por ejemplo si voy a hacer una estatuilla de barro, debo saber qué forma tomará y al hacerlo todas las otras que mientras es una bola eran posibles, son dejadas fuera. Le doy unas dimensiones y no otras. Nueva separación. Esto sí, esto no.La decoro luego o no…TODO ESO ES DIVIDIR, separar y eso se parece mucho al proceso de mamifestación que tiene lugar con cada elemento que forma parte de la creación.

En física cuántica se muestra como una serie de ondas se tornan partículas y como se van sumando otras partículas a estas, hasta que aparece una célula que se une a otra y poco a poco las células sumadas generan tejidos y estos órganos y al final aparece un ser humano. Pero no uno más. En su contenido material hay unas cualidades que saldrán a la luz y muchas otras que quedarán latentes, ocultas. Su contenido psicológico pasa por el mismo proceso selectivo. Nada que está oculto lo está para siempre y tarde o temprano, lo que hemos llamado personalidad de un individuo, muestra cualidades desconocidas.

La sociedad tiene múltiples ventajas. Defensa ante cualquier forma de ataque, servicios compartidos, apoyo ante la adversidad…Pero vivir en ella no nos permite sacar lo que somos, porque a menudo interfiere con los patrones de conducta que un grupo humano ha ido declarando malditos. Tabúes, leyes y normas son consecuencia de vivir juntos e incumplirlos es afrontar el desprecio y el abandono, cuando no la prisión.

La sociedad tiene sus tradiciones, su cultura y ha dividido las conductas en buenas y malas. Esto es también un acto diabólico, pero no perverso, ni malvado, que es lo que la palabra diabólico sugiere. Todo sigue procesos, nada de lo que miramos está ya hecho, terminado y durante los procesos creemos a veces estar seguros en nuestras costumbres, aunque en realidad solo podemos estar seguros de que la vida sigue.

Hay un camino de ida y vuelta para el ser que somos, que acepta como necesario esa acción de división, en la esperanza de que un día reuniremos todas nuestras «piezas» y volveremos a sentir el UNO que somos. Pero eso obedece a otra acción igualmente necesaria, conocida bajo el nombre entre nosotros de Espíritu Santo. Por un acto del diablo tomamos forma terrenal. Por un acto divino igualmente, volvemos a nuestra forma real, que como la vida es eterna y no tiene cuerpo.

Entonces, de niña, tenía pesadillas tremendas con el diablo. Hoy sé que cualquier acto de separación, no por necesario si lo es, deja de ser diabólico, en el sentido de que crea la ilusión de que uno está lejos de aquello, sea lo que sea.Con la mente somos capaces de creer que lo lejano no nos afecta, de olvidarlo incluso, pero también la física cuántica señala que dos moléculas que se tocan una sola vez en el espacio, se verán interrelacionadas para siempre.

Espero que las catequesis actuales difieran mucho de la mía, que hoy recuerden al niño/a más el amor infinito de Dios que ese infierno, en el que ya viven, pues INFIERNO viene de INFEROS o inferior y señala tan sólo que la materia es inferior, que está situada en un plano más bajo, más denso. Las características de los estados de la materia muestran bajo microscopio que un gas por ejemplo, dota a sus moléculas de una libertad de movimiento y un espacio gigantesco, mientras que las moléculas de un sólido han de transitar por unos caminos o guías preestablecidas y su facilidad de movimiento es muchísimo menor. No son libres de ir cómo y cuando quieren donde quieren. Este es el infierno. Yo diría que el ser humano es un gas solidificado y que goza de muy poca autonomía.

Durante un tiempo nos revelamos a esto y sufrimos. Gritamos en busca de libertad. Un día descubrimos que para salir de esas guías hay que ir por ellas aceptándolas, bendiciéndolas, en lugar de tratar de romperlas, porque se recuperan de inmediato. En este viaje de ida y vuelta conviene conocerlo todo y bajar al infierno es una prueba para valientes. Cada ser humano lo sepa o no, es un héroe. Permanecer aquí no es fácil, tampoco eterno y desde luego no quema. Alguna vez podremos disolver las guías. Somos capaces de eso y más.

Dudo que esto se les sugiera a los peques que estos días comulgan. Pero ellos/as han de transitar por sus guías y aceptarlas y reconocer que este ejercicio forma parte de la vida y es BUENO. Eso y no otra cosa es bendecir.

Por eso creo que Mayo en especial…¡¡ Es una señal que nos anima a aceptar las guías, ya que ese es el camino para acceder a un mundo superior que ya anuncia cada primavera!!