HUELGA DE MADRES

¡¡¡ATENCION!!!!

Cuando escribí esto no sabía que…¡¡¡ YA SE HACE!!!!

¡¡¡¡¡¡Una amiga querida me dice que lo han hecho en la clase de su HIJA Y FUNCIONA!!!!!!!

 

A menudo oímos que un individuo puede marcar la diferencia…Imaginad si muchas mamis hicieran huelga…

No. No me refiero al hogar. Ahí sé que hacemos lo mejor que sabemos con todo el alma, incluso si se nos echa encima la vida que llevamos. Ahí se puede también hacer huelga, pero no quería hablar hoy de esa. Tampoco me refiero a cómo educáis a vuestros hijos/as. NO.

Me refiero a algo que probablemente haría que esa nueva ley dejara de herir a nuestros pequeños y jóvenes aprendices de ser humano. Esa «nueva» ley, una más y una de tantas porque si cambiamos de partido político al mando puede volver a cambiar y ser más»nueva» aun, aunque de nueva tenga como siempre las palabras que se colocan de otro modo para decir lo mismo. En realidad la novedad de la nueva ley consiste en volver al tiempo de mis padres. Y supongo que quien es madre sabe que la infancia actual nada tiene que ver con la de sus bisabuelos…

En aproximadamente 30 añitos hemos tenido creo que unas 3 o 4 distintas (me pega que más incluso). Y las cosas están tan tiznadas, que ahora, una madre española media cree que debe ayudar con los deberes a sus hijitos, por que…, «ya tarda toda la tarde…Imagina si no recibiese ayuda». ¡¡Ya sé que hay niños que en una hora o incluso en el cole los hacen!! De esos también hay. Aunque…Espero que estéis conmigo en que esos pitagorines, no representan ni el 20% de los niños que habitan nuestro país. Los que quieren ser sólo niños, esos sufren.

Casi cien años separan estas dos realidades. Si en cualquier otro campo de experiencia humana estuviesen así las cosas en el primer mundo, ya habría estallado la guerra.La decoración a penas es distinta. Sólo los pupitres y los babys son diferencias. Pasa que ELLOS, los infantes no pueden hacer la guerra. Ni saben de la injusticia, ni de los avances sociales.

Hace un rato estaba en la caja de un supermercado. Una peque de 5 años se escondía y evitaba responder a una amable cajera que le hablaba y no me he podido callar:» Es que los que somos tímidos, no hablamos…» No me refería al loro que soy. Me refería a esos niños que no comprenden por qué tienen que responder a un desconocido por eso de ser educados. Ellos aun no están ni educados, ni adulterados por la enseñanza oficial.Tampoco he podido evitar decirle a su mamá, quien ya al corriente de mi profesión, me hablaba de su miedo a la enseñanza Primaria y deseaba que fuera suficiente ayudarla. ¡¡Pobrecita!! Ni la mami, ni la niña saben qué les espera.

Y he llegado a casa y me he puesto a escribir. Este estado de cosas sólo se arreglaría pacíficamente, si las madres dejasen de ejercer de profesoras a tiempo parcial cada tarde del curso que deberían poder realizar SOLOS sus hijos.

No hace tanto una de mis amigas me invitó a una reunión de mujeres jóvenes, madres de niños de educación Infantil y Primaria, que antes de enterarse de que yo era «la enemiga», es decir la profe, me dejaron ver el respeto (yo diría más: el miedo) que tienen a las profesoras de sus hijos. «Es que si no hace los deberes…»…» Es que si no estoy encima…». «Es que» y más ES QUE. Curiosamente el curriculum académico de las personas se inicia como pronto a los 14. Nadie se va sentir engañado si no contamos en él que repetimos en Primaria, incluso si lo hicimos dos veces. Profesionales hoy reputados han repetido cursos en sus años de infancia y que yo sepa…, ni se caen las casas que hacen, ni su fontanería deja escapar el agua a destiempo, ni son peores bomberos, administrativos o comerciales por haber hecho dos veces un curso de niños.

Atención a las fotos…Niños de ocho y de menos de seis quietecitos…¿Aprendiendo?

Las madres con quienes yo hablo parecen temer como a un tornado que sus hijos no promocionen y hay quienes apabullan a otras por mostrar lo bien que ya multiplica, lee o hace las cuentas «mi hijo/a». Hay otras que callan, como si fuera una vergüenza que hubieran suspendido alguna asignatura, otras que sufren despistadas el dolor que esforzarse para destacar cuesta a sus hijos, y en fin, parece que en vez de cursar Primaria fuese una cuestión de vida o muerte. En el fondo lo es, pero no por lo que parece ser imprescindible, sino porque sus hijos se mueren poquito a poco aplastados por un sistema injusto y cruel que todos hemos consentido y no nos empeñamos en transformar.

Por eso hablaba de HUELGA.

La escuela en el mundo surgió no por la necesidad de formar a las personas, sino para hacer que fuesen útiles a las fábricas. Ciertamente entre los maestros de antaño algunos iban más lejos, pero la enseñanza universalizada no es un logro de la humanidad, sino una imposición necesaria a los sistemas establecidos para potenciar una mayor productividad. En una economía modernista, no hacía falta que el obrero leyese. Pero en la contemporánea, podía tocar el botón equivocado de la máquina. Los rótulos al menos, debía poder leerlos. Calcular también venía bien para dejar eso en sus manos, cuando aun no había calculadoras. Lo demás, eso no les preocupaba a los que se imponían poco a poco y en sus listas de tareas cumplidas para ser un pueblo desarrollado, el número de escolarizados y la disminución de analfabetos iba disminuyendo. Parecía a luces vista que ser letrado, es decir alcanzar un mínimo de conocimientos, era brillo y quienes aun no habían llegado a ese nivel escondían como podían su defecto: NO SÉ LEER. Personas así eran capaces de desarrollar todo tipo de trabajos con un rendimiento admirable, pues ser analfabeto no habla de inteligencia, o moral, sino de un huequito en su instrucción no más.

El título otorgado antes como colofón de un aprendizaje del que se salía para hacer méritos como aprendiz aun, dejó de significar eso, para ser una marca de clase, un síntoma de salud económica y llegó la hora en que niños de 20 a 30 años creyeron ser alguien sin tener más que el papel que les titulaba. Pero también llegó la inflación aquí. El superavit de titulados ha dado lugar a que gente que creyó que tener títulos bastaba, se hallen en el paro como el que dejó los estudios antes de lo estipulado. Por supuesto esta descripción es rígida y sólo representativa de una parte de la realidad. Pero cuando hoy como ayer las madres y padres dicen para estimularles a sus hijos/as que si estudian serán alguien en la vida, les están mintiendo…No es un engaño pleno, pero ya no es garantía de porvenir resuelto el ser titulado.

En todo caso, si  un peque de Primaria no lleva sus deberes hechos, no los acaba o se niega a sucumbir y se escaquea, la solución no es que se le prive del recreo para que durante ese escaso tiempo de airear su almita, al que la ley obliga, se le quiera enseñar DISCIPLINA.

Disciplinarse es un sano ejercicio, si interviene la voluntad. Imponer la disciplina siempre crea conflictos, a veces dramas. La disciplina no es una asignatura de las escuelas. La disciplina somos las madres y padres en casa quienes se la hemos de mostrar e ilustrar con el ejemplo «los papis a los hijis…». Ahí comienzan a chirriar las cosas.

Entiendo perfectamente, que para cuatro horas que pasan con sus hijos una pareja de cansados progenitores tras un día de trabajo, se resistan a montar la guerra del No. Todos encontramos ideales a las criaturitas en foto, al llegar de visita o en teoría. Pero los niños no son fotos…Y nos conocen tanto tiempo como nosotros a ellos. Además, ellos son profesionales del estudio de cómo son papá y mamá, porque no tienen durante años muchas mejores cosas que hacer. A ellos les va la vida en sentirse amados y para eso nos observan, nos miran actuar y cada gesto o acción se les grava. Ellos también se cansan, necesitan desenchufar y dormir para descansar. Si no sueñan, no resolverán sus conflictos internos que por supuesto no pueden analizar, ya que los pequeños tardan mucho en saber analizar, discernir y juzgar.

Así las cosas, padres y madres agotados y sin otra ayuda que sus manos, prefieren calmar las exigencias de los enanos, que educarles casi siempre. Además hoy ya no se da un azotito a los infantes. Conste que no amparo la agresividad, sólo delato que un recurso anterior ya no se usa y el que usamos ahora es RAZONAR. Se les razona todo. Intentamos con lógica que comprendan lo que la emoción no sabe descifrar. Después llega el día, en que al menos unas horas, están acogidos por el sistema, nos permiten ganar nuestro sueldo y además eso es lo establecido. Nadie se culparía por mandar su hijo/a a una escuela…Hay quienes los recogerían a la hora de acostarlos…Hay quien se culpa por no atenderles debido al trabajo…Muy pocos renuncian a la paternidad-maternidad por dedicarse a vivir, antes de estar seguros de abrir una sucursal a su corazón pariendo un hijo. Hay más opciones, lo sé. Sin embargo estas que planteo son muy frecuentes.

Vayamos al día a día: Madre recoge al hijo/s del colegio y ya llega bastante tocada por una jornada con algún que otro conflicto en su trabajo. Intenta ser dulce y los niños empiezan a exigir su atención exclusiva. Llega la hora de hacer deberes, una civilizada y más tranquila ocupación que el juego en que nos van a pedir que participemos activamente. Y además uno quiere que sus hijos hagan «bien las cosas». El aumento de tareas a edades entre 6 y nueve años es tal, que por buenos que quieran ser los niños actuales en España, terminan hartos de estar otra vez sentados, porque se les ha impuesto  cinco horas en clase,  otra sentada en el comedor y ahora,  también a mamá le da por ahí. ¿No es sencillamente natural que se distraigan? Los profesores afirman que es necesario la quietud en el aula. Y también hacer deberes. Mañana les van a demandar que los traigan terminados. Los padres, a menudo las madres, no contemplan otra solución que sentarse a ayudar a sus hijos con un volumen de trabajo insensato, difícil para su edad, por no decir imposible y así, al menos llevan la tarea hecha. Que lo hayan logrado tras tres horas o más de someter a sus pequeños a una tortura absurda, eso nadie lo analiza realmente.

Llegan las reuniones de padres y madres, más bien de madres, y protestan algunas por esa brutalidad con modos educados. Los profesores responden que sus deberes son necesarios, razonables…Y las mamás, entrando ya en la desesperación, se callan y afrontan otra tarde de una pelea inhumana.» ¡No hay nada que hacer! La ley es una mierda. Los profesores… ¿No tienen hijos? ¡No puedo más…! »

Pero pueden. Mi madre me decía que no me pusiesen a prueba para ver hasta qué nivel de aguante podía llegar…He comprobado que por reprimidos que nos sintamos, siempre podemos arrugarnos más todavía. NO HAY LÍMITE. La cantidad de dolor que somos capaces de admitir es tal, que sólo si comprobamos que no hay ninguna salida, lo que sólo ocurre en pocos casos que ya entran en el dislate mental, paramos. Una enfermedad nos frena habitualmente. Podemos vivir años bajo una presión atroz sin analizar jamás que otras espectativas hay.

¡¡Pues bien!!

Yo propongo esta: DEJAD DE HACER LOS DEBERES CON LOS HIJOS/AS. Poneos en huelga de madres. Dejad que lleguen TODOS al cole sin terminar los deberes, sin corregirlos en casa. Dedicaos a lo que queráis hacer en esos escasos momentos sin jefes y que ellos hagan las tareas a su entender.

La escuela actual tiene graves carencias que no se resuelven haciéndoles las tareas.

Si un niño tiene deberes debería saber cómo hacerlos, entenderlos, ya que en clase deben de haber participado, atendido y comprendido los ejercicios que les mandan para casa. Se trataría de reejercitar, de repetir, no de entender. No es un defecto mental de los niños no enterarse en clase. UN NIÑO ES LO MAS DINÁMICO DE LA ESPECIE HUMANA. Obligarle a concentrarse es una estupidez de las leyes de los mayores. Si no comprenden sus tareas no es el padre o la madre el responsable. Ponerse a explicarle los deberes es posible un tiempo. Luego los conocimientos propios se agotan. Pero para entonces ya les hemos hecho dependientes de nuestra colaboración y no han aprendido a estudiar.

Muchas veces me pregunto qué harían mis colegas si todos los días, todos los niños de todas las familias llegasen con los deberes sin hacer. El sistema educativo empezaría a producir suspensos en masa y los profesores entrarían en shock, creo. Se harían tablas, análisis, pruebas, se obligaría a la docencia a espabilar, aunque los profesores son adultos y en algún momento escupirían a la administración y a las jefaturas varias sus propias leyes en la cara, las cuales ni por el forro tocan de lejos lo que ocurre en las aulas. La situación se haría insostenible y la escuela se vería obligada a una verdadera revisión de su función social.

Como individuo inserto en el sistema he procurado huir de la aplicación de la ley con mis alumnos. Tuve que variar mi rumbo, porque ví llorar a un antiguo alumno mío, al que se le pedía leer y sumar, cosas que yo no le había enseñado. Traté de hacer la guerra por mi cuenta, pero una sola lagrima de un inocente no podía volver a derramarse más porque yo no había preparado a mis niños/as para afrontar lo que se nos vino encima. La ley cambió de junio en que yo les vi salir de mis brazos a septiembre en que cruzaron la línea de Primaria. Los niños eran los mismos. Las exigencias nuevas destrozaron a criaturas que de jugar, pasaron a sumar filas de números que se les presentaban sin piedad de una forma incomprensible para ellos.

Protesté a mis compañeras, tutoras ahora de aquellos seres que yo custodié con todo el cariño y ciencia de que me sentí capaz. Protesté a la dirección del centro, visto que ellas desoían mis protestas. Alerté a las madres de lo injusto de lo que sucedía…por ese orden: Compañeras, dirección, familias. Y nada pude hacer por aminorar el sufrimiento que me contaban que estaban padeciendo. Los peques eran víctimas del sistema. Los padres estaban desorientados y no sabían qué hacer. Y mis compañeros creían cumplir con lo que a su vez la inspección les obligaba a hacer a ellos.

Desde entonces he preparado a mis peques. He alertado a las madres. He consultado los motivos de mis colegas sin convencerles jamás del sinsentido que provocamos. Y he llegado a la conclusión de que si alguien tiene el poder aquí SON LOS PADRES. No hace falta ni protestar. Nadie cambiaría nada esencial por ello. Si su insistencia molestase, les dorarán la píldora, les acallarán resolviendo civilizadamente su conflicto personal, pero el sistema permanecerá rodando como si una burra se hubiese atado a la noria de la imposición de quienes no saben qué es un niño, ni quieren acordarse de que ellos lo fueron.

Por eso repito: MADRES….¡¡A LA HUELGA!! Dejad que los niños hagan los deberes sin corregirles.

 

Si la tasa de suspensos es suficientemente notoria, si en las pruebas estatales los niños sacan notas de escándalo, si las pruebas internacionales Pisa dan aun peores resultados de los que ya dan, tal vez, sólo tal vez, los que creen que mandan descubrirán que su sistema de titulaciones es una idiotez y lo que es mejor…Dejaremos de ser ovejas que les parece que ni sienten ni padecen y votan por miedo.

El miedo es humano. Pero ha de tener un tope si queremos que nuestros pequeños dejen de sufrir.

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