Es casi imposible ser un ser humano y no caer alguna vez en ese momento de ensueño, ese instante más o menos prolongado en que nos sale el filósofo, el amigo del saber que vive en cada persona. Aun si estás dedicado sólo a sobrevivir, hay un momento en que te preguntas: ¿Y esto por qué? o ¿Y esto, por qué me pasa a mí?
Me encanta cuando ocurre. Eso, es el inicio del despertar.
¿Despertar? ¿Pero no lo hago cada mañana?…¡Hombre, sí! Cada mañana abres el ojo, a veces con pesadumbre o miedo, pero no es de ese ojo del que quiero hablar. Hay un ojo en singular, uno que mira no sólo lo externo, mira al tiempo lo interno o quizá más lo interno y te hace darte cuenta de que hay una incongruencia atroz, una paradoja absurda, un sin sentido entre lo que tu sabes y crees que podría ser y lo que estás comprobando día a día que ocurre ante ti.
Todos tenemos herramientas, estrategias de actuación, conocemos procedimientos efectivos una vez que abandonamos la engreída adolescencia y la prepotencia de la juventud, los cuales quedan aun si ya cumples muchas primaveras. Esto significa además que los pusimos en práctica y uno ignora el por qué si eran a priori tan buenos e interesantes nuestros proyectos, la vida se encarga de desbaratarlos. Uno ya sabe que aquella fe en un mundo mejor es una utopía, que es mejor reducir el campo de actividad. Y con la mejor voluntad y empeño, quien más quien menos pero todos lo hacemos, nos dedicamos a montar nuestra arca de Noé.
Nos pertrechamos con víveres, con cada elemento que nos gusta, creamos en chiquitín nuestro posible paraíso y con la nave perfectamente equipada u a nuestro entender, perfectamente independiente de ese «mundo cruel» que no tiene remedio, nos hacemos al océano. Hay una pega: Los víveres se acaban. Y lo sabemos. Nuestras necesidades que son muchas no las podemos cumplidamente satisfacer eternamente. Por muy bien que hayas planeado tu Arca y por fuerte que sea el barco, en algún momento sabes que deberás salir y es inevitable conectar de nuevo con ese mundo «cruel», eso si la mar no ha volcado tu barca y te ha convertido en cáos el interior. En ese caso se trata solo de ser paciente y reordenar las cosas. Es molesto, pero no grave.
Lo peliagudo se inicia en el hecho de que hay que ganar las cosas con el sudor de la frente, lo que conlleva realizar un esfuerzo. La tierra en que lo sepamos o no quisimos denodadamente habitar, tiene el inconveniente muy incordioso de no ser MÁGICA. Se puede aprender magia, pero no nacemos con la habilidad de ser magos.
La magia estriba en algo tan simple como dejarse llevar por los acontecimientos. ¡Ojo! no hablo de conformisnmo, no. Hablo de notar que hoy el por ejemplo Lunes y se me pide el pequeño esfuerzo de poner los pies sobre el suelo y realizar las cosas que me he comprometido a realizar por gusto. Si has de hacer algo que te repele, puedes optar por la resignación o el sacrificio, o sea, el oficio= ocupación sagrado= dedicado a la VIDA. No te lo recomiendo. En ese caso merece mucho la pena sacar el coraje, atreverse a romper con lo que has venido haciendo y buscar algo tal vez menos rentable, pero donde te sientas A GUSTO. Requiere mucho valor.
Sé que uno halla mil excusas y algunas son excelentes razones para seguir en el sufrimiento de vivir una vida impuesta en apariencia. Sólo te diré que un aprendiz de mago no puede optar por descubrir la magia si vive la tortura de sacrificarse. La historia está llena de héroes de esa clase y ni siquiera nuestra admiración devoción o respeto les han convertido en inmunes al dolor de hacer cosas inauditas por sí mismos o por otros. El mago está en el mundo. El mago conoce, sabe y como sabe, puede anticipar lo que va a ocurrir y prepararse, porque tampoco él se libra del sunami, solo que tal vez haya conseguido alquilar un helicópero a tiempo. De no ser así tampoco le duele. Sabe ahogarse sin problemas y si lo que desea es vivir, volverá disfrazado de otro personaje. EL SABE que LA MUERTE no es REAL.
El mago lo es porque carece de identidad. Es lo que le surge ser a cada rato y lo es sin pena, pues se sabe vivo y juega a vivir, no a poseer, ni a ser esto o lo otro….Tiene de todo sin tener nada suyo verdaderamente. Su casa es la existencia pura y dura, lo que no le libra de escollos y dificultades, sólo que él sabe como afrontarlas dejándose llevar por aquello que descubre como adecuado para realizar a cada momento.
Diréis y …¿Conoces a alguien así? Yo sí. En mi caso particular es lo que hago cada día. por eso soy feliz. ¿Me toca salir de mi arca y hoy no me apetece? Valoro si merece la pena o no oponerse. Generalmente no la merece, porque me gusta la vida.
Yo ya hice mi arca…Creé mi pequeño mundo resguardado y en él vivía con mis dos hijos, unos animales, unas plantas y lo que buenamente pude reunir, para vivir a mi gusto. Cada día salía a dar mi vuelta y mis hijos también. Los problemas surgidos de convivir con los demás fueron desapareciendo paulatinamente a medida que fui disminuyendo mis necesidades. Pero a mi el Lunes me parecía otro día más, una nueva oportunidad de respirar y mirar a mi gente, a la que quería, incluso a la que invité a subir a mi arca.
El trabajo a veces servil, otras intelectual, otras social me arrastraba y me llenaba y al entregarme disfrutaba viendo como lo que yo hacía era bello, aun si otros me echaban de su lado. Ocuparse es bonito. Te mantiene sumergido en retos que te excitan y quieres desarrollar si te dejan, hasta ver en qué terminan. He tenido trabajos múltiples. Desde limpiar casas y culos, vender enciclopedias, participar en una radio local, detentar el segundo cargo mas importante de una concejalía de un pueblo en crecimiento o servir de secretaria, poco ducha según mi jefe, a un escritor de fama.
Se lo que es madrugar porque has de sacar adelante a unas criaturas benditas de Dios que pariste con amor. Sé lo que es ser mujer florero y lo que es no tener ni tiempo para rascarte para ganar un mísero sueldo. Se incluso lo que supone intentar que los de tu sangre no te apoyen más, pues tu quieres ser la fuente para tu propia sed, porque de otro modo, ellos que te quieren, te ahogan con sus ideas sobre la vida que has de llevar.
Vivir mi arca, experimentar así la vida me sirvió un tiempo. Y desde luego el mundo siguió siendo injusto y cruel.
Sólo hace unos años descubrí dónde podía estar la causa de mi pena, porque vivir en un arca no impide que tu felicidad se empañe por el dolor que no dejas de percibir en quienes por… ¡Dios sabe qué causas!…, no abandonan ni el sacrificio, ni la resignación.
Supe entonces que SER un SER HUMANO te hace ciego te guste o no a lo ajeno. Respetarás su dolor, intentarás ayudar, pero si ellos/ellas quieren ser víctimas y no ven la mierda en la que están sumergidos hasta la barbilla, no vale de nada probar a explicarles que podrían crear su paraíso y dejar de vivir entre la mugre y el hedor de una mierda vieja y putrefacta. Esto lo decía Anthony de Mello. Si una ola se levanta sobre el mar de miseria en que viven y perciben que podría llegarles a la boca, o aun peor, a la nariz, te vendrán a llorar y a contar lo terrible y dura que es su vida. Al contarlo ya sentirán que la ola desciende de nivel, tus caricias y abrazos les consolarán y se irán a casa convencidos de que ellos/ellas no pueden dejar su mierda…En el fondo se estiman tan poquito, que han llegado a creer que «la mierda y yo» somos casi lo mismo. ¡¡Queda un casi, al menos!!
Y mi descubrimiento fue este:
Su mierda lo era mía. Sabía también que mi felicidad lo era suya, pero como miraban con dos ojos y no con ese ojo del que hablaba al principio, resultaba imposible sacarles del círculo vicioso en que todos vivimos metidos.
La segunda parte de mi descubrimiento era difícil, mucho, de creer.
Si la pena del otro me transapasa…¿No será que el otro soy yo también? La clave la tenía un ser de una pieza, un discípulo de Freud, Carlos Gustavo JUNG.
No es que Jung hubiera inventado la pólvora. Lo que él hizo fue estudiarse a si mismo y deletrear por así decir algunos secretos antes poco comprendidos de lo que solemos llamar alma. Decía que somos un completo, un paquete al que nada falta y nada sobra. Decía que el NUMENO, otra palabra más para denominar a Dios, se estrechaba, se condensaba en cada ser humano. Nada se perdía en esa acción, es decir que Dios enterito se metía en cada creación, en cada manifestación.
Imaginad un ICEBERG…¡Claro que cuesta meter lo infinito en un cuerpo sea cual sea su forma! Por definición es imposible…Pero también se dice que para Dios nada lo es.
Pensemos que es así. Dios metido por ejemplo en un ser humano. Sería que soy ese hielo enorme y de mi sólo conozco lo que he cultivado y veo, lo que sobresale en el mar.
Nada hay fuera de Dios es otra sentencia útil. Si todo es Dios y un ser humano es una condensación de Dios, seguidme por favor en este razonamiento, entonces de Dios es también todo lo que socialmente se excluye: el odio, la rabia, la venganza, la soberbia, la lujuria, la avaricia…¡¡En fin todo eso que si lo sentimos nos hunde!! La mierda puede estar fuera, pero nunca en mí. ¡Tolerar ser mierda es antipersona!
El iceberg que soy me es conocido en una diminuta parte si puedo imaginar lo grande que es. De él me identifico con lo que he hecho todo lo posible por ser. Lo llamo virtudes. Lo otro que a pesar de mi me sale y no me identifico realmente, sale a veces y lucho por guardarlo en un armario para que no haga pupa a nadie…¿A mi me la hace! ¿Pero puedo borrarlo de mi? No. Ya lo he probado y resurge siempre. Solo lo manejo mejor.
De hecho nos pasamos la vida autojustificando y llamando defectos a esas trazas de «maldad» que nos constituyen igual que las intensas virtudes que nos adornan…Y lo que es más dañino, excusamos nuestros actos pero nunca los de los demás…Ellos, los otros son los malos y nos han hecho esto y lo otro…¡Cómo no iba yo a reaccionar así! ¡¡YA ESTÁ!! la magia se ha hecho inviable.
Como aprendiz de brujo y mago, Jung vio que lo que él jamás reconocería como atributos de su persona, es decir cualquiera de esas conductas moralmente malas según el código moral común de nuestra raza, sin embargo se las apañaba para tomar cuerpo en forma de conducta de quien tengo cerca, es más, si le quiero…Entonces ten por cuenta que él o ella te harán partícipes de eso que TÚ juras NO SER. El lo llamó «proyecciones» porque actúan justamente como un mecanismo idéntico al de un proyector de películas que refleja la luz manchada de imágenes sobre una pantalla.
DE TI SALEN TODAS LAS COSAS QUE NO SABES QUE ERES, pues tu no las cultivas, ya que te enseñaron a ocultarlas, y como ese rayo de luz que se ve en el cine, buscan UNA PANTALLA.
Sería raro, la verdad, que tu rayo recorriese el mundo…lo normal y cotidiano es que se pose sobre quien más cerca está. Así, si yo soy la más limpia mujer del mundo por fuera, mi mujer sucia se reflejará en la pantalla de mi marido, quien meará en la tapa del retrete, ensuciará la casa como si yo no la hubiese dejado como los chorros del oro cada vez y me sacará de quicio, pues…¡Mira tu por dónde! NUNCA DEJA DE HACER ESO QUE TANTO ME MOLESTA…¡¡¡Y mira que es bueno, pero sucio….Sucio lo es un rato largo!!!
Este es sólo un ejemplo. Puede parecer pueril. Sin embargo por repetido, se convierte en nuestro corazón en desprecio, desconsideración y en asco por la vida.
¿No puede darse cuenta? ¿No puede tomarse la molestia de hacer pis sin ponerlo todo hecho una porquería? Y yo ya, destrozada, por lo poco que me muestra atención y cariño a base de mil y una cosillas como ésta, voy perdiendo la fe en nuestro amor.
Él era de los que invité a mi arca y además para toda la vida. Mi vida se había convertido en un desgarro continuo y no podía, no me atreví durante 28 años a echarle de mi arca. Un día dije NO.
Le prometí amor eso sí, pero lejos de mi arca. Podría volverse a subir, previo acuerdo de irse luego. No era sólo el pis…¡¡Eran tantas y tantas cosas que yo no podía tolerar más…Cosas tan graves a veces y tan amargas con frecuencia…!!
Aquel «no» nos costó su vida…Desamparado y sin esperanza se suicidó a base de ginebra a razón de 1 litro diario. Y ahora…¿Dónde estaba mi paraíso? ¿Merecía la pena mi arca si mi amor moría por salvaguardar mi paraíso?
Sin Felíx Gracia, mi maestro y sin Jung, otro maestro para muchos, me habría hundido para siempre. Pero cuando el discípulo está preparado, el maestro aparece. La magia existe.
Lo que siempre me dañó o molestó de mi hombre era lo que yo proyecté en él. Su amor por mi es infinito y se prestó de pantalla, olvidándose de lo terrible que puede ser la vida aun si lo haces en respuesta, en mi caso, a mi necesidad de crecer. Mi gratitud hacia Gerrit Verweij es eterna como mi amor.
Hoy sé que cuanto veo fuera y no me gusta es mío. Sé que no es útil luchar contra lo que soy. Sé que si busco paz, alegría y felicidad tanto como el amor, ESO que no reconozco en mí y proyecto en mis semejantes, TAMBIEN MERECE LA PENA RESPETO Y ACEPTACIÓN. Eso, lujuriosa, soberbia, egoísta, avara, corrupta, tirana….todo lo que nunca quise ser, lo que también está y es en mí, no puede seguir ni un minuto más maldecido, condenado y lejos.
BENDIGO MI SER COMPLETO AQUÍ Y LO HAGO PÚBLICO.
Y ahora completa, ya puedo volver a navegar en mi arca.
¡¡No veáis como de ordenada y placentera es ahora para seguir mirando al mundo!!!
Desde luego ya el mundo no es cruel. Si lo llamo así, me hago cruel. Y si quiero ser cruel…¡Vale! pero ahora, sí me hago responsable y respondo de mi crueldad.El aprendiz de mago es ahora poseedor de una varita que deshace con su virtud los nudos, aplana los escollos y me permite ser al fin verdaderamente FELIZ.