MALTRATO y tres.

Mis vacaciones cambiaron mi vida.

Allí conocí al que luego fuera mi marido y padre de mis hijos. Y desde que dejé la casa de mis padres busqué a Dios en la entrega a una idea: DARME a mi pequeño mundo representado por un hombre y dos niños.

Conocí cotas de dolor como nunca antes había padecido. Físico y emocional. Pero en mi había una voz apenas audible con frecuencia, que no obstante me mantuvo fuerte y no cercenó mi fe.

Jesús era para mi dos seres.

Uno el de la iglesia, que me asustaba. Otro, el que hablaba conmigo y a veces me daba respuestas tan claras, que aun si lo hubiera querido, no hubiera podido negar su presencia.

Pero la formación religiosa recibida era muy intensa influencia en mi mente.

Tenía claro que yo era hija del pecado. Sabía que tal vez algún día vería el cielo, pero sólo si me lo ganaba. «No todo el que me dice SEÑOR, SEÑOR entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre…»

¡¡DIOS!!  ¿Y cuál era esa voluntad?

El mundo mostraba ante mis ojos tanta desdicha, que en ocasiones me dolía no ya mi propio mal, sino ese dolor tan exhaustivo, tal profundo y sin final que la televisión, las películas y mi propia existencia me hacían palpar. ¿Qué podía hacer yo?

La historia me había enseñado que ni una revolución repetida tres veces en menos de cien años en Norteamérica, en Francia y en Rusia, había mejorado nada la vida común del ser humano. Para mi los tiros no iban por nada que tuviera que ver con la política.

Las sociedades caritativas eran a menudo un fraude vendido a intereses bajo los que enormes fortunas siguen redundando en su beneficio. Actos admirables como los de la madre Teresa de Calcuta o Vivente Ferrer sólo son una gota en el océano…

¿¿Entonces…, qué podía yo hacer??

Resolví vivir deseando menos cada vez, con tanta suerte, que casi caigo en la indigencia. De hecho, de no haber tenido unos padres que semejaban en su prodigalidad a Dios, me habría visto en la calle con dos niños y un marido alcohólico.

Hubo un momento de mi vida en que sabía que no podía huir suicidándome, pero que lo que de ella podía esperar era ver pasar los días y sufrir la amargura de una progresiva decadencia. Tal vez disfrutar las bodas de mis hijos y a ratos a mis nietos. Tenía menos de 35 años y era ya una anciana en el alma, obligada a seguir viva, pero sin esperanza  para nada y en nada.

Entonces conocí otro hombre que actuó y aun lo hace como un maestro. Jamás me impuso obligación alguna. Pero él, buscador infatigable como yo, también amaba con toda su alma a Jesús.

Fue él quien me dijo que HAY UN MUNDO NUEVO y que no es para después de muertos. Un mundo que está HECHO. Fue quien me contó que la física cuántica había descubierto a Dios dentro de la materia, aunque ellos, los descubridores nunca lo dicen así. Pero la definición de vacío cuántico es la pura definición de Dios: UNA FUERZA INEXTINGUIBLE, autoexistente, una fuerza inteligente, con un plan…Ellos llaman a la fuerza «energía» y al plan «factor Q». No obstante dicen también que lo creado está aun creciendo en complejidad y tiende a la complejidad infinita. 

Él  me habló de que el pecado es un modo que habilita el ser humano para pagar deudas imposibles, pero que creemos tener…Me habló de Dios como DIOSA y como MADRE, sin perder un ápice de su varonía. Me habló de Yung. Y me puso en las manos a un Jesús hombre que se hace Dios a fuerza de mirar en su interior y dar al exterior la vida que descubre en si.

Y un día, esa pestecilla que la religión había puesto en mi nariz y en mi conducta empezó a disiparse.

Jesús es una verdad al alcance de cualquiera y puede uno figurarse que es como dicen las iglesias, o como uno lo sienta. Uno puede escogerle como víctima, o como todo un hombre que ha descubierto la bondad esencial y el gozo de vivir. Mientras vivió debía ser eso que hoy llamamos un crak, un ser con cuya compañía el júbilo y la esperanza se tragaban, se respiraban a espuertas.

Y de pronto todos aquellos consejitos religiosos sobre ser bueno con el otro, se tornaron para mi EL PLAN DEL TESORO. Ya no eran «ser buena». Eran una genial estrategia.

«Lo que para ti quieras dáselo al otro. Busca asentarte sobre roca y no sobre arena. Lo que aquí construyas quedará firme allá, donde la herrumbre jamás alcanza…» Y pude haberlo dejado en un mapa del tesoro, pero lo hice mi vida.

Los culpables se convirtieron en cómplices para mi desarrollo, inocentes humanos comprometidos conmigo, para que esa LUZ que yo percibí casi siempre, fuera a encontrarla en mi.

Sola, maltratada, sufriente al compartir mi vida con un dolor tan intenso como lo es vivir con el alcohol, perdí a mi hijo mayor, luego mi casa y a mis padres en un incendio idiota, para ver morir a mi esposo cuando contaba yo 53 años de vida. Abortos libres y provocados, divorcio y separación cruel…, yo que sólo soñé con ser esposa y madre.

A veces miraba hacia atrás y me preguntaba cuántas experiencias me podían faltar. No vi una guerra…No fui torturada por un extraño…No sufrí el hambre…y no conocí el desamor de los parientes más cercanos. Pero el manojo de desgracias sufridas por mi a ojos del mundo, esas que sí conocía, eran en si todo un panorama poco habitual.

Fue el plan del tesoro llevado a mi conducta, lo que paulatinamente fue convirtiendo mi existencia en un paraíso.

Allí donde antes había dolor, hay ahora entendimiento y comprensión. Ya no tengo enemigos, no porque nadie no se considere así, sino porque yo sólo veo oportunidades para crecer. En ocasiones me cuesta verlas, pero cada vez las veo más rápido.

Jesús ya no es un punto en el horizonte imposible de alcanzar.

Cuando pasaron los años en su vida personal, Jesús fue identificándose con la VIDA. Ya no reconocía como madre a su madre. La tierra entera, el universo lo eran, además de María. Ningún defecto lo era, pues en todo veía luz, por sombrío que fuese. Y a los que se le acercaban les animaba a mirar de otro modo sus actos, a prestar ayuda sin freno, a buscar en lo escondido, dentro, lo que eran. «Dioses sois y cosas más grandes que yo haréis» son palabras a Él atribuidas. Decía: SED PERFECTOS.

¿Cómo perfectos? Sólo hay una forma de sentirlo todo perfecto y es vivir sin que los juicios sean de condena. Cada cosa que hay bajo el sol tiene un para qué, cumple una función…

Yo de niña, de adolescente y como joven mujer me maltrataba a diario. Deseaba ser mejor.¿Mejor que quien? Deseaba cumplir esa voluntad que era de Dios y no mía, y creía que mis actos eran siempre pobres, siempre insuficientes, siempre inadecuados. No necesitaba un torturador, pues me bastaba yo solita para denigrarme, para cuestionarme y destruirme a cada paso. Y los golpes duelen. ¡¡Qué duda cabe!!. Pero esa continua acción de destrucción que uno mismo ejerce sobre sus actos, emociones, pensamientos y sentimientos es bastante más demoledora. En verdad es el preludio del maltrato a manos ajenas.

Se puede seguir viendo a Jesús como un modelo inalcanzable. Se le puede ignorar, pero cuando un día descubres que eres el brazo de la VIDA y que basta con respirar y dejar que cada acontecimiento te dicte el paso siguiente, cuando ya no hay planes, ni deseos incumplidos, ves que quienes intentan imitar a otro aun si es Jesús, o le ignoran, no conocen jamás la dicha.

Cuando empecé a escribir este blog deseaba sí, compartir lo que mi experiencia me ha enseñado. Pensé que si siendo una persona corriente ya no había impedimentos a mi felicidad, tal vez otros al leerme descubrirían sus propias claves para llegar a la misma jubilosa experiencia.

Vuelvo a la América que recibió a Colón.

El mago de la tribu puso nombre a una realidad invisible para sus congéneres y ellos VIERON las naves.

Jesús es ese mago para mi.

Donde yo veía pecados el puso amor. Para el que ama no hay faltas, sino errores necesarios para descubrir qué si y qué no vale. A lo que yo llamaba Cielo, el lo llama vivir con la conciencia de ser uno con la Vida, aquí y ahora, dejando actuar al impulso inteligente y vivo que la planea a cada instante. Donde yo veía maldad, el descubre algo digno de ser tenido en cuenta y construye sobre ello, para ver «bien» a cada paso.

Fui maltratada como mujer, porque como primate evolucionado dejé que mi desesperanza y mi desconfianza propia me abatiesen. El día que tomé consciencia de que nadie podía pegarme, porque yo valía mucho más que unos cuantos hematomas, ese día mi agresor ya no pudo seguir haciéndome daño. No tuve ni que perdonarle, pues yo ya sabía que me hizo el favor de jugar un papel para que yo aprendiese a elevarme desde el fango. Sin su cooperación jamás habría necesitado resurgir y habría acabado amargada por todos los años que aun viviría.

Si he sobrevivido para vivir es porque descubrí un Jesús amante, fiel a mi, un Jesús que me invita a sentirme unida a todo y a todos. Un día  a Él, ya de hombre, le preguntó por Dios uno de sus amigos. Y Él le dijo:

«Pero Felipe…¿Tanto tiempo estoy con vosotros y no me conoces? Quien me ve, ve a Dios, porque el Padre y yo somos UNO».

El que así hablaba ya no era sólo hombre y desde luego era infinitamente más que un primate evolucionado. De ver a Dios como algo genial, pero que vivía en Él, como el cangrejo hermitaño que se mete en una caracola vacía, había sido capaz de llegar a sentirse cangrejo y caracola, arena y agua del mar, aire y ola, viento y espacio infinito.

Cogió pan y dijo «TOMAD Y COMED, que este es mi cuerpo», dicen. No iba a coger un vaso, o una servilleta de la mesa, porque ellos no lo habrían podido ingerir y comprender así que con cualquier cosa que tocasen, que comiesen, su amigo estaría en y con ellos, pues Él realmente se sentía total y realmente en todo.

Dicen ahora los físicos cuánticos que la tendencia del hombre es llegar a la máxima complejidad, es decir al todo. Jesús gozaba de inteligencia suficiente como para hacer suyo cada átomo del mundo. Alcanzó esa complejidad total. Y por eso se decía VIDA y por eso vivir con cuerpo o sin él no le afectaba, pues aun muerto, su personaje sabía ya que lo ocupaba, que lo era TODO.

El día que moría en la cruz, muchos vieron la crucifixión de un hombre. Quien allí murió ya no era sólo eso, pues al ser TODO, era verdaderamente Dios, el impulso vivo, sabio proyecto cumpliéndose siempre, con o sin nuestro conocimiento.

No fue sólo la energía lo que quedó vivo, sino el espíritu de quien ya era la vida pasada, presente y futura, la vida en su totalidad, un hombre que se pudo concebir como DIOS, uno que le llamó Padre-Madre de la existencia. Por eso uno puede seguir hablando con quien fue persona y recibir mensajes a poco que abras tus oídos. Es materia en todo y es Dios y hombre aun.

Habla en las voces de quienes nos rodean. Abraza en los abrazos que nos dan. Es verdaderamente el aire que respiramos y la brisa suave tanto como el huracán. Es el suelo que piso y el cielo que me cubre y vive en cada ser humano, lo sepamos o no.

Creer en este Jesús acaba con el maltrato, porque ya no puedes minusvalorar lo que es sagrado. TU lo eres. Cada ser humano, cada animal, cada planta o roca lo son.

Sé que el común de la gente lo ignora, pero cuantos más sepamos qué son y quienes somos nosotros, cuantos más se dejen SER, tal y como son, más contagiaremos. Y lo mismo que hizo falta un mago para ver tres carabelas bien tangibles, nosotros ya tenemos nuestro mago para ver que somos dignos del mejor trato, empezando por nosotros mismos.

No se puede ignorar eternamente lo sagrado, pisotearlo y humillarlo. Hay un tope. El tope varía según quien lo experimente, sin embargo HAY UN TOPE.

No necesita de policía, ni de jueces, ni de leyes, ni de masas enfervorizadas «en contra» del maltrato.

La experiencia es personal. Consiste en descubrir que la voluntad de Dios, esa Madre-Padre BUENO no quiere para nada que paguemos por deudas inexistentes. Somos sagrados, pues serlo sólo significa estar dedicados a Dios, a la VIDA feliz, al gozo y al amor más exquisito. Descubrirlo pasa por quitarse velos de los ojos, velos muy tupidos a veces, pero que sólo uno mismo creyendo ser merecedor de lo mejor puede descorrer.

 

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