¿Qué es lo justo y lo injusto?
Una voz profundamente amada, apareció en mi vida. Ese entramado de aparentes injusticias cobró sentido. No cesaron, pero ella me alertó y dispuse de medios para VIVIRLAS de otra forma. «Justicia» es una palabra y un concepto humano. En la justicia divina no hay castigo, ni infiernos imposibles, o pago de culpas. Lo divino está presente en lo humano. ¡Es más humano que nosotros!
Nos falta compasión ante el reo. Sólo como reo pedimos esa compasión…
al juez. Quienes piden ¡¡JUSTICIA!! no sienten el mal que expanden buscando venganza: aunque no recuperen lo que el culpable les quitó, ni su dolor sea menor gracias al daño que se infringe al reo. Piden venganza, rara vez JUSTICIA.
¿A quien le importa el condenado? ¡¡QUE PAGUE!! Y cuando resuelta la deuda sale, parece escasa la penitencia…
Hay una base científica (recientemente descubierta) en el cerebro humano que explica el funcionamiento de la moral: bueno y malo desde la biología.
Las neuronas funcionan por familias. Cada «estirpe de neuronas» se ocuparía de un sector. Una p. ej. atiende sólo a la memoria personal, que se inicia hacia los seis años. Otra, se ocuparía de las informaciones de los sentidos: tengo frío. Tengo malestar en la uña. Rico sabor. Estoy lleno… ¡Cosas de este tipo! Otra, guarda la memoria de nuestra especie… Son detalles inconscientes, como por qué sentimos miedo y de qué. Son mecanismos arcaicos, activos, aún si las circunstancias actuales no justifican su reaparición.
Hoy sentimos miedo si un coche pasa rápido cerca. Es instintivo, aunque estés a salvo en la acera… Es el viejo miedo de salvajes animales, los «vehículos» que corrían cerca del hombre del paleolítico. Su recuerdo sigue vivo.
Aprendimos en ellos que hay situaciones opuestas. Unas producen gusto. Otras disgusto. Asociaron gusto con bondad y disgusto con maldad. La asociación vive aún en nosotros. De allí a esto:
Lo bueno es justo. Lo malo, injusto. «Bueno o malo» en realidad significa «me gusta o no». Es decir: el origen de nuestra justicia se basa en las calificaciones como buenas de ciertas conductas y otras de malas.
Los grupos humanos crearon culturas donde matar según y cómo, era justo y necesario. En la Esparta griega el niño/a deforme moría sin piedad, tirado por un terraplén. Era su ley y era justo… Un labio leporino significaba la muerte…
TENEMOS NEURONAS «APRENDIDAS» desde el útero de mamá. Nos dicen qué es o no justo. Esta noticia científica me impactó. ¿Entonces…, qué era justo o injusto? ¿Puedes fiarte de unos bichitos que me dictan desde mi cerebro, qué llamar justo? De forma indiscutible se desveló lo absurdo de mis juicios hechos hasta ese día. ¿Dicen esos bichitos qué vale y qué no?
El dilema repetitivo de mi vida: ES DIOS CULPABLE O NO…, me hizo recordar una frase: NIÉGATE A TI MISMO. Estaba cobrando otro sentido. Nunca entendí como uno podría negarse a uno mismo. ¿A mí…, que soy todo lo que tengo? ¿Tenía que matarme?
¿¡¡ QUÉ ERA YO!!?….¿Y mi «ego»? ¿Es una cosa… Está en un lugar mío? ¡QUE ERA…! Dios mío…¡QUÉ!
Veamos un ejemplo.
Un periodista va a los Juegos Olímpicos.
El acontecimiento se centra en el deporte. Pero allí ocurren infinidad de cosas. Acuerdos comerciales, contactos que prometen relaciones sociales interesantes, ventas, amores que nacen, amistades eternas, personas que se auto descubren, frustraciones superadas o no… El deporte es una ínfima parte de los juegos.
Nuestro reportero no abarca tantísima información. Busca un enfoque: pone la luz del foco como en el teatro SOLO sobre algo. ¿Y el resto? El resto no se ve. ¿Vale igual ver solamente un aspecto para entender un todo?
Eso mismo hacen mis bichitos. Ante tantos bits como puedo captar, ENFOCAN. ¿QUÉ?… Pues…, lo que resulta más aceptable y nos interesa comúnmente más. Se basa en costumbres y esta en los «bichitos» que vienen con la lección aprendida.
El reportero fan del atletismo obvia lo demás.¡Nada que reprochar! Es un enfoque. Hay miles. Pero… la información completa no llega. No la digiere ni pasa por él. Su opinión y su juicio sobre los juegos será pobre.
Su noticia sería algo así:
» El atletismo ha dado un giro impensable. Marcas inalcanzables antes, aún pueden ser superadas».
Otros reporteros contarían otras cosas. Él no. Aplicándolo a mi vida: ¿Qué se de mí y qué valor tenía?
Negarse es desoír al ego representado por las creencias fijas sobre bien y mal dictadas por mis neuronas. Ese es el EGO: el conjunto de verdades inamovibles que marcan nuestros juicios.
Tendremos que ampliar lo que creímos justo, dudar de eso que parece tan injusto. Si la justicia ha de serlo, o usa la información completa, o su veredicto es falso siempre. Encarcelaremos inocentes y exigiremos su muerte a pesar de desconocer más de un 80% de la verdad.
Juzgar es necesario, aunque insuficiente. Ante un cielo plomizo juzgaré adecuado coger un paraguas. Pero si de juzgar personas se trata…¡Mucho cuidado! Juzgar al amparo de la pobre ley que los hombres hemos habilitado carece de potestad para imponerse al otro. Un tirano ajusticia. ¡Claro! ¿Queremos ser tiranos?
¿Puedes seguir afirmando que tus juicios son justos cuando te faltan tantísimos datos que ni procesas en tu cerebro?
ESTA ES LA CUESTIÓN.
¿Quien puede juzgar a Dios y decir que si fuera real, si existiera, no habría injusticia, cuando tu idea de justicia es tan pobre, tan injusta?