Lo negro.

A los niños no les gusta lo negro, lo oscuro, las tinieblas…¡A mi me asustaron mucho tiempo. ¡Quizás por eso me he hecho amiga de la noche, para perderle el miedo…!

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Pero si uno lo piensa…¿Hubo un principio? ¿Y si lo hubo cómo era?

Cuanto la ciencia va descubriendo dice que nunca empezó nada, salvo para quienes van a contar la historia. Hay que partir de alguna parte y a eso le llamamos «principio».

Recuerdo cuánto me sorprendió esta afirmación que leí una vez:

Al principio Dios no creó la luz. Fue el sonido…

Sí, porque si «DIJO» que la luz se hiciera, lo primero fue el sonido de su «voz», en todo caso una vibración con una frecuencia concreta fue lo que cambió el oscuro vacío cuántico por la luz. No obstante de donde no hay no se puede sacar y si «sacó» luz, sería porque tras ese vacío había ya luz. De hecho hay una sección en Física Cuántica, que estudia esa luz anterior o bajo el vacío…Creo que se llama CROMODINÁMICA.

Y antes de esa vibración que torna lo invisible en visible….¿Habría algo?

Las viejas tradiciones cuentan que sí, que había un «algo» capaz de sacar de sí infinidad de diseños, en donde había unido, mezclado todo lo que puede ser.

El negro parece ser el resultado de incluir todos los colores en un mismo lienzo. Es decir que lo negro es el TODO sin diferenciar, sin distinguir y en el está verdaderamente TODO, con una singularidad: Nada de lo que ahí es o está sabe qué es o dónde está.

Supongo que conocéis la historia de un padre que tenía dos hijos y uno le pide su herencia para ir por el mundo a descubrirlo. El otro queda en la casa con el padre, en tanto el que se marcho va consumiendo su patrimonio hasta agotarlo. Entonces para sobrevivir acepta un trabajo servil de pastor de cerdos y el hambre le lleva a comer las mismas bellotas que los cerdos. Entonces recuerda su origen y decide volver a casa de su padre. El padre que nunca perdió la esperanza de volver a recuperarle, a penas le ve de lejos, porque le esperaba, sale a su encuentro y ni le deja disculparse. Pide que preparen un fiestón para él.

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Entonces el hermano que quedó en casa protesta a su padre, porque a él nunca le hicieron fiestas. Y a esa queja dice el padre: ¿Pero no sabes que todo lo mío es tuyo? Pudiste siempre celebrar cuanto quisiste.

Ocurre lo siguiente. En un primer vistazo el hijo que vuela del nido parece un ser aprovechado que toma de lo que será suyo para dilapidarlo, para gastárselo todo. Y cuando nada le queda recuerda su hogar y con el rabo entre las piernas vuelve. ¡Qué poco espera la alegría de su padre!

Pero visto desde otra perspectiva es quien se fue quien usa sus dones, «su patrimonio», hasta hacer valer la última gota del mismo. Es verdad que se siente culpable, pero quien le concedió sus valores sólo le espera a él. ¡¡Nada le importa el gasto, ni el tiempo transcurrido…!!

Y desde esa misma perspectiva piensas:

¡¡Vaya botarate de hermano el que se queda, que nunca toma de lo suyo para hacer fiesta!!

Aquí hay algo más. El hijo que permanece, que no sale, no sabe qué tiene, ni que puede operar con ello a su antojo pues es suyo.

Me surgió esta historia porque lo que esta allá en el origen, en la oscuridad junto a todo lo demás, vive la unidad sí, pero no tiene ni idea de lo que es, de sus posibilidades. Es como si no existiera, porque no ha «usado» sus cualidades. Está inconsciente con respecto a su naturaleza, igual que el hijo que quedó en casa, que siendo rico, no se le ocurre ni una vez convocar a sus amigos para festejar.

Muchas veces a lo largo de mi vida me he preguntado por qué era necesario montar la vida como es. Hoy veo que yo soy como ese hijo que se fue de su casa, con la misma naturaleza que su padre, pues somos de la misma sangre y genes, para descubrir qué soy, qué puedo hacer y como emplear esa «herencia» hasta agotarla, es decir hasta haber descubierto cuánto posible hay en mí. De haber permanecido en aquella primera UNIDAD inconsciente, no habría conocido mi ser, mi fuerza y mi debilidad, mi grandeza y mi humildad, todas esas cosas que «traficar» con mis cualidades me ha permitido descubrir.

HE AHÍ EL POR QUÉ de esta vida tal como la conozco.

La vida humana sigue también esos pasos.

Un bebé, un peque de 3 a 5 años, están creyendo que todo es suyo, pero no saben cómo proceder, qué posibilidades tienen…Están iniciando un viaje con un patrimonio que han de gastar, que no puede quedarse en la maleta de su inconsciente.

Llega un tiempo en que vivir intriga, en que uno busca más allá de las cosas y las circunstancias pues quiere saber qué sentido tiene una existencia que acaba aparentemente y no deja nada atrás. Resulta al principio deprimente saber que morirás y que la vida semeja ser absurda, llena de dolor y lágrimas, con pocos instantes de luz.

Uno puede quedarse ahí, en creer como mi madre pensaba que «la vida es una trampa». Pero si no frenas en ese punto, si buscas más, si pides más, la vida quiere explicarte para qué y por qué vives.

Vives para conocer tu origen, que tu «padre» sigue vivo en ti, no porque le recuerdes sólo, sino porque eres, estás hecho del mismo material que él y aunque creíste dejarlo atrás, lo has llevado en tus genes cada día de tu vida. NUNCA HAS SIDO DISTINTO, ni otra cosa que él. Eso sí, si no sales de casa, si no manejas y haces tus dones trabajar para dar de sí algo, viajarás por la vida como una maleta que jamás baja del tren, que no se enriquece, que tan sólo se desgasta.

Salimos de la negrura para darnos cuenta de qué somos, para analizar seleccionar, observar, distinguir, DISCERNIR al fin, que aquello que soy es y está en cuanto y cuantos me rodean. Unas capacidades las veré claramente. Otras a través de lo que me molesta en otros…Pero cuanto hay está en mi a poco que sea sincero.

Y cuando en ese ejercicio de discernimiento te das cuenta de que a pesar de la aparente división de todo en piezas de diversa índole todo esta relacionado, cooperando hacia un mismo objetivo, entonces te nace de dentro cuidarlo todo, pues lo sientes propio. Entonces la pena de cualquiera es tu pena. La alegría de otro es tu alegría. Miras a tu alrededor y aun la basura te parece un cúmulo de restos que reciclados pueden volver a ser útiles.

De algún modo estás de nuevo en lo negro. Aunque algo ha cambiado gracias a ese viaje de ida que emprendiste: Tu mirada y tu comprensión han puesto LUZ en cada detalle y sentir amor se hace fácil, porque tras cada acto adivinas la causa.

Cuando necesitas no más dinero, ni objetos, sino más conocimiento del los por qués y los para qués, tarde o temprano se te acerca quien podrá dar explicación a tus dudas. Y ciertamente alcanzas la sensación de UNIDAD. Sólo que ahora eres consciente de lo que hay en esa unión.

Hacia ahí va la vida…Esa es para mí la razón de que sea…Y las lágrimas y el dolor son frecuentemente lo que te impide dormirte en el camino y afinar más. Queda mucho por conocer llegados aquí, pero hay algo que ya nadie puede quitarte. Es la paz de conocer el sentido de lo negro, ahora que tu lo has iluminado.

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