Los comportamientos infantiles no se pierden, pero no los sacamos a relucir con frecuencia cuando envejecemos. La madurez, que trae comprensiones más completas y sensaciones menos desestabilizantes, te permite sacarlos con gran gozo. Ser maduro no es envejecer, ni está reñid con la vitalidad. Es decir, ni es cuestión de años ( se adquiere por un esfuerzo consciente de búsqueda y aceptación de la vida, sobre todo de lo que uno es ), ni supone morirse a pedacitos, además tiene muchas ventajas.
Ser niño es pasajero, pero ser varón o hembra son propiedades que definen de tal modo nuestra personalidad inicial, que ni intentamos buscar dentro el otro sexo que se oculta al ser engendrados.
En las hembras, intuitivas en general, esa cualidad: LA INTUICIÓN, define nuestro modo de pensar y sentir, unido a nuestra comprensión casi instantánea de lo material. Es sólo un detallito: a menudo me digo que si el diseño de los electrodomésticos fuese femenino tendría formas mucho más simples de limpieza. ¡Nosotras inventamos la vajilla, estoy segura!. Nosotras acondicionamos materialmente el hogar, porque somos MATER, o sea MATERIA, que de ahí viene la palabra madre. Somos el crisol donde se crea el cuerpo. Intuición y sentidos desarrollados para lo práctico nos definen.
El varón es pensamiento dirigido a diseñar el entorno. Ellos conciben puentes, diques, vías de acceso…Y son fuego puro, valor, para destruir lo que hay a cambio de un entorno menos amenazante.
Desde luego no es que sólo ellos sean pensamiento y valor, o nosotras sólo intuición y práctica…Cuando nuestra madre envía la oxitocina que nos hará varón o hembra, es difícil que estos caracteres se muestren puros…Siempre hay un cóctel de todo ello en un sexo.
No obstante la sociedad te marcará como hombre o mujer, hasta en el registro. Te educará según entiende qué es hombre o mujer y tu te sentirás uno de los dos, sin comprender que dentro de tus genes sigue latente el otro.
La evolución personal permite descubrir a ese otro yo inconsciente, sin el cual serás la mitad de una persona. Puedes vivir siendo ese hombre que no escucha su corazón o esa mujer que deja a otros el diseño de la vida. PUEDES, pero algo en ti te tendrá siempre anhelante, insatisfecho/a…, siempre infeliz. No se nos pide ser como un «tío» si eres hembra. Hay que serlo también. Ponte al mando de tu nave, sin renunciar a lo que sientes, pero activando tu «hombre» interno. Y lo mismo vale para vosotros.
Las hormonas nos marcan. Es inevitable al principio…, realmente nos vuelven locas. Y a ellos la testosterona les ciega… Sin embargo hay una edad de cambio, suele traer del brazo crísis, situada entre los 40 y los 50 generalmente, donde TODOS vemos que la vida humana es finita y hacemos inventario. ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Cuál ha de ser mi papel? ¿Cómo puedo sentirme a gusto con mi vida?…
Estas y otras preguntas surgen. No en todos con la misma potencia, ni a la misma edad. Ellos ya no tienen erecciones tan fáciles y nosotras perdemos la menstruación y el baile hormonal intenso de la juventud primera. Ahí muchos se deprimen, inconcientes de la oportunidad para que con las capacidades de adulto adquiridas, miraremos la vida, la vivamos con otras prioridades.
Algunos viven este proceso ya en la adolescencia, o la juventud. Los hay que apenas se enteran…
Madurar es ante todo comprensión. Las crísis se disuelven cuando cesa la luchar con o contra el sexo y reconocemos ser bisexuales emocional y mentalmente. Sin renunciar a lo que siempre creíste ser, podrás experimentar tu otro yo sexuado.
Entonces hay un sólo mundo encaminado a amar. No de la forma egoísta anterior, sino abierto a quien se te acerca. Lo que has comprendido permite entender al más inmaduro que tú y permite enfocar tu vida a tu aire, sin intentar pelearte con lo que de ti nace.
El sexo tiene para mí dos funciones básicas: Unirnos para generar más vidas, nuevos personajes más completos y para experimentar el gozo de ser físicamente un equipo perfecto, gozando de la existencia con algo que no cuesta más que aprender qué es amar.
Veo una serie española de Tv. Se llama CUÉNTAME. Lleva emitiéndose nueve temporadas en mi país y refleja en una sola familia nuestra historia reciente. Desde los 60 hasta los 86, a día de hoy.
El último capítulo presenta una discusión fuerte entre la pareja protagonista. Él la acusa de corregirlo siempre. Ella a él de ocuparse de lo secundario. Y él cabreadísimo señala cuánto hace por su familia. Para ella ocuparse de ser fuente del dinero mayor que entra en casa, de la comunidad de vecinos, de ir solucionar problemas externos, que también atañen a la familia, es poco menos que estar ausente de ella. Ella centrada en las vidas y problemas de los miembros de su familia, no valora que él se ocupe de mejorar el entorno. Y él lamenta que lo que considera vital para el bienestar de los suyos le parezca a ella insustancial.
Son dos personajes tipo con características sexuales claramente definidas. Aunque precisamente por ello, uno toma fácilmente posición de acuerdo al propio sexo. Reflexionando sobre esto vi lo incomprendidos que hacemos sentir a los hombres, cuando les pedimos sensibilidad para funciones que sólo la madurez despierta.
La madurez no la otorga la edad, repito. Nace de un profundo deseo de comprenderse uno mismo y poder sentir que todo lo mío no es sólo mío, como que lo que parece de otro no es sino un reflejo exacto de cómo soy también yo.
C.G. Jung explica que el ANIMA en el hombre y el ANIMUS en nosotras son psíquicamente dos complementos sexuales, literalmente, lo femenino en él y lo masculino en nosotras. Dice que multitud de nuestros problemas provienen de no conocer que somos también el sexo opuesto emocional y anímicamente y reprimir la aparición de esas características que conocemos como pertenecientes al otro sexo, en nosotros mismos.
Madurar es permitir que emerjan, entre otras cosas.
El hombre maduro no tiene pegas al emocionarse. La mujer madura no sufre cuando le toca ser sargento o capitán. Pero ser sargento no es gritar para ser obedecido o repetir lo mismo todo el día y todos los días. Ni llorar te hace más femenino, si te niegas a escuchar tu intuición.
Hay cuatro palos que atender en ese camino de hacerse más YO. Lo práctico, la fuerza unida a la valentía, el pensamiento hacia afuera y hacia adentro y…, la intuición. Sobre todo hemos de abandonar la crítica constante a lo que creemos hacer equivocadamente.
«Error» es un sentimiento que deberíamos bendecir, pues aparta caminos que podemos ya dejar de lado, sin olvidar qué pasó cuando los recorrimos y sin arrepentimiento. NO LO HICE MAL, tan sólo descubrí qué no obtiene el resultado deseado.
¿Cómo sabríamos lo que no queremos sin probarlo primero?
Lamentarse después no funciona. Reflexionar más antes y sentir la situación después despierta nuevas estrategias. Y es preciso valor para aceptar los resultados obtenidos sean los que fueren, una vez tomadas las decisiones, sin lamentos.
La realidad no existe. Cada uno percibe con su radar y ninguno es idéntico. Cada uno conoce su experiencia y actúa de acuerdo a ella. Si queremos nuevas realidades, hay que hacer más fino el radar, no basarnos sólo en nuestra experiencia, escuchar lo que nos cuentan, pedir opinión… La realidad es de todos, sin ser una sola, pero las perspectivas ajenas tienen una finalidad. A veces nos pinchan para justamente seguir sólo el camino que uno siente, cómo si quisieran azuzarnos para atrevernos a sacar nuestro yo de una vez por todas.
Tal vez puedas ser activa en la cama y jugar a ser la «puta» que tu educación te enseñó que era pecado. O tal vez debas dejarla a ella que te acaricie y te estimule, decirle qué quieres sentir, dónde y cómo… Tal vez puedes tu decorar la casa y dejarla a ella ocuparse de organizar vuestro mundo algunas veces…Tal vez puedes creer tus intuiciones, no tirarlas a la basura como hacías y tú mujer, sacar «huevos», que los tienes. Dentro, pero los tienes.
Aprendí mucho de mi viudedad, pero ya era «varón» aun antes de enviudar. No es preciso que él se vaya o ella, para empezar a ser un ser humano completo. Mira el exterior como un hogar enorme. Haz de la calle tu casa al cuidarla como lo haces con tu hogar. Cuida tu casa. Hazla hogar…, ya seas chico o chica.
Siente la vida UNO, una unidad cuyas partes permiten profundizar y conocerla mejor y descubre que ese UNO eres tu provisto de mil capas como las cebollas e infinitos colores que tu ojo no ve.
No hay guerra entre los sexos. La potencias tu, la consientes y provocas tu, cuando te crees que eres sólo mujer o sólo hombre. Y no es mejor ser él o ella. Lo grande es sentir cómo se complementan en ti.
RECUERDA: ” Cuando hagáis de los dos uno, lo interno igual a lo externo y cuando unifiquéis varón y hembra de manera que el varón no sea varón ni la hembra sea hembra, entonces entrareis en el Reino de los Cielos!”
( Evangelio Apócrifo de Tomás).