Créelo o no. Da lo mismo.

No sé qué edad tenía cuando se declaró aquella bestial entre las bestiales guerras en Vietnam. Pero era aun una niña y una jovencita cuando por fín se dió por concluido este brutal destrozo humano. De la postguerra no hubo ya muchas noticias, aun cuando si la guerra es cruel, no lo es menos el devastador periodo que la sigue. Y es que hay noticias que venden y noticias que a pesar de mostrar idénticos horrores no interesan ni a las organizaciones sin ánimo de lucro en general. Hace falta levantar conciencias previamente, «sensibilizar» a la opinión pública o no habrá fondos de ayuda.

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Lo cierto es que mi pequeño yo no puede, ni aun si vendiera cuanto poseo, reunir lo que hace falta para acabar con cualquier daño que escogiese para salvar a una población del ignominioso mundo en que el gran mundo la tiene hundida. No hay causas menores. Si hay un sólo ser humano sufriendo la injusticia, ya es multitud.

Sin embargo ni grandes personas como Gandhi, como Teresa de Calcuta, como Vicente Ferrer, por mencionar algunos casos sonados de la historia reciente, han hecho otra cosa que dedicar sus vidas a una gota del océano…

Me podríais decir: Al menos han hecho algo.

No estoy tan segura. En especial de lo que han conseguido los dos últimos. En la India sigue habiendo «intocables», personas que son menos que perros para sus conciudadanos. Y su labor, no ha cambiado en gran cosa el gobierno mundial, ni la hipocresía política. Admirables desde muchos puntos de vista, no transforman la humanidad. Algunos dan sus donaciones y se sienten bien. ¿No están ayudando? ¡Claro!

Pero… ¿A qué colabora su acción? ¿Evita que sigan los desahuciados bajo la bota de las poderosas naciones y sus gobiernos? ¿Han descubierto una forma de que se distribuya cuanta riqueza da el mundo natural equitativamente? ¿Han conseguido que desaparezca EL MAL?

Es posible que muchos creamos que de una u otra forma hay que hacer que los derechos humanos se respeten. Es más que posible que cada vez que nos sumamos a esas campañas, que recogen miles de euros o de dólares, creamos haber participado ayudando a otros seres humanos que se comprometen con realidades ajenas, las hacen suyas y viven para hacer el mundo mejor.

Esto me recuerda, salvando las distancias, a lo que de pequeña hacía yo.

Cada noche rezaba las oraciones aprendidas. A continuación pedía por cuantos se me ocurría que podían necesitar socorro. Y acababa mis oraciones con un: «Señor, hazme mejor persona».

¿¿MEJOR??

¿Y si todo fueses ya mejor?

Hay una frase que se ha hecho popular: «Si una mariposa bate sus alas, digamos en Vietnam, puede causar un huracán en el Caribe».

¡¡Estoy segura de que no lo creemos posible!! Parece una exageración amable, un cuento acertado. Pero ¿ES VERDAD? Dudo mucho de que seamos conscientes de hasta qué punto lo es.

Ampliando un poco lo del batir de alas de esa mariposa vietnamita, lo que estamos diciendo realmente es, que una pequeña acción puede marcar la diferencia. Y de pronto no conviene creerlo porque y…¿Si fuera yo quien realizase esa acción? A lo peor tengo que mover el culo y despertar. A lo peor mi existencia asegurada se descoloca un pelín y tiene otra consecuencia que sacar unos euros, poco importa la cantidad, dándoselos a esos que abandonan a menudo a los suyos y se van a ayudar a otros.

Yo quise ser monja con catorce años. Quise imitar a esas mujeres que venían a mi colegio de las misiones a recaudar fondos para seres, que con una cuarta parte de lo que yo necesitaba para vivir, tendrían un poco de arroz diario.

En un ambiente como el nuestro donde se valora lo material tanto, donde se cree que el panorama se estructura y se logra todo desde el esfuerzo de las gentes, es lógico pensar que lo que la naturaleza brinda es finito, que los recursos se pueden contabilizar y que depende de nosotros que el reparto de los bienes sea razonable y justo.

Hemos dejado de lado componentes de la vida que se escapan al control del conteo humano. Hemos olvidado un mensaje repetido. NO SOMOS AUTORES DE NADA. Todo lo más, inspirados por nuestra intuición, captamos elementos para presuponer que los hemos inventado.

Newton con toda su ciencia logró, aun si no era su propósito, convencer a todos de que el universo era un mecanismo y que como cualquier «aparato», era cuestión de tiempo y dedicación, que el hombre controlase todo. Doscientos años después llegó una mente privilegiada a decirle a él y a cuantos creyeron su idea, que estaban muy equivocados.

Resulta que esa «ley» de la gravedad, que aquella manzana caída sobre su cabeza le inspiró, apenas servía para explicar parte de lo que hay. Y Einstein, que de «mates» sabía bastante menos, con imágenes de su mente percibió que lo que él llamaba gravedad y la fórmula tan mona de Sir Isaac Newton, no era lo que él sentía como cierto. Para él la gravedad sería algo así como lo que la materia provoca en el universo, cuando se materializa con un cuerpo y este afecta sin proponérselo al lugar en que aparece. No es tanto que haya imanes que atraen desde el núcleo del planeta, como que los cuerpos al estar sobre un lugar llamado planeta le afectan y la sensación resultante para los cuerpos es la de ser atraídos desde abajo.

Quiero hacer constar , aun si no es nuevo,que lo que hoy es admitido como irrefutable mañana es desechado y que NUNCA, la ciencia tampoco, puede asegurar nada al cien por cien.

Hay fuerzas inexplicables, porque no se pueden recrear a gusto del consumidor, cuyos efectos existen y están en nuestras manos a penas un instante. Quien las percibe no puede ya negarlas. Puede contarlo. Pero si no le creen, tendremos el caso de Galileo diciendo por lo bajito : PERO SE MUEVE, cuando tuvo que negar ante el poder de su época para que no le quemaran vivo, que la tierra se movía alrededor del sol y no el sol alrededor de la tierra, convicción popular entonces.

Intento no hablar de Dios. «Dios» es un palabro tan mal usado, que su mención espanta a muchos de esos que aseguran que todo depende de su esfuerzo.

Yo uno todas esas fuerzas que ni la ciencia explica, en esa idea: DIOS. Sé que otros prefieren nuevas palabras que dicen lo mismo, pero no tienen detrás tanta iglesia, tanto desmán en su nombre…

Cuando era joven, el año 2000 parecía otra galaxia. Sabía que seguramente llegaría a el viva, pero cuantas películas diseñaban un tiempo futuro pasada esa fecha mostraban un mundo tan lejano, con autos que volaban, transmisiones instantáneas, trajes de una sola pieza unisex, superficies asépticas, panoramas tan lejos de la realidad que se percibía, que costaba creer que algo así lo conocería yo.

Un largometraje en especial: UNA ODISEA EN EL ESPACIO 2001, era para mí el modelo sobre qué sería y cómo aquel tiempo por venir. El film era oscuro como la noche. Entenderlo era bien difícil. Y sin embargo había un detalle inquietante: En tres momentos aparecía en escena un monolito metálico que provocaba un interés increíble y dejaba sin respuestas a todos. Aparecía entre los primeros pobladores humanos del planeta. En la era de la conquista de la Luna y cuando se está acabando. Nadie dice qué es. No se habla de él. Stanley Kubrick, el director, deja caer ese extraño elemento para que cada cual lo interprete.

Para mi ese elemento es lo que desde la mente humana nunca puede abarcarse y siempre supera nuestros esfuerzos por organizar y someter la vida. Eso que yo llamo Dios.

La vida sólo puede sentirse y comprenderse desde el corazón. No se puede abarcar, ni dominar. Nos supera.

¿Significa eso que estamos vendidos?

Desde luego que no. Significa que la mente es sólo uno de los cuatro soportes sobre los que moverse por ella. Es como si un ciego pudiera ver para describirlo, un objeto. Dará opiniones valiosísimas para definirlo. Pero sin visión, no podrá dar los datos que la visión si puede.

De modo que una mariposa SÍ PUEDE PROVOCAR UN HURACÁN EN EL CARIBE con su aleteo en Vietnam y además esto la ciencia lo afirma igualmente. Lo que al hombre de la calle le parezca…¡Da absolutamente igual! Llegará el huracán. ¡Más le vale creerlo!.

Y eso significa otra cosa:

No puedo modificar el gran mundo de golpe, pero como la mariposa, si puedo provocar un huracán…

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