De modo que estoy convencida de que como la mariposa, está en mi mano mover algo con el empuje de un huracán.
Hoy, oía las noticias. Han tirado bombas sobre Siria, esas que están prohibidas, que llaman químicas y que sobre todo matan gente común. No localizaciones estratégicas. Personas que ya estaban sufriendo atrozmente y ahora queman vivas, porque alguien quiere demostrar, que no le pueden someter ni los acuerdos internacionales para hacer tanto daño como considere oportuno.
Hace años, cuando me descomponía ver día tras día la guerra en Vietnam, cuando esperaba ver el final que nunca llegaba, sí pensaba que era absolutamente impotente para…, no ya arreglar aquello, ni siquiera para paliarlo ni un poquito.
He dejado de creer en acciones grupales de tipo económico para dar solución a desmanes gubernamentales, de creer en asociaciones sin animo de lucro que sólo apoyan las causas en boga, de sentir nauseas por un dolor que no he sabido cómo aminorar un poquitín al menos… Y de compadecerme de los dolores que me tocaron de lleno.
Ahora, creo que primero he de ordenar mi casa, he de conocerla para predicar con el ejemplo, entre otras cosas.
Entonces creía en la lucha CONTRA. Ya no. Ahora cuando busco responsables, sabiendo que una mariposa puede destrozar, se me ocurre que esa misma mariposa puede llevar lluvia donde se precisa, o brisa a un seco lugar.
Hoy creo que mis acciones cuentan. Nadie va a enterarse, ni a aplaudirme. Pero no busco aplauso sino paz. No estoy contra nadie, ni contra la perversidad si quiera. SOLO ESTOY A FAVOR DE LA VIDA. Es que mientras no este en paz con mi propia perversidad…¿¿¿CÓMO VOY A TENER CORAJE DE SEÑALAR LA DE OTROS, POR GRAVES QUE SEAN SUS CONSECUENCIAS???
Y, si soy sincera, he de reconocer que en mi hay mezquindad, o egoísmo, entre otras perversidades y que yo soy una más de cuantos permiten que la injusticia reine a sus anchas en el mundo.
He luchado mucho por no ser mezquina, o egoísta. He intentado ser «buena», parecer buena. He reprimido en mi lo peor que tenía, para dormir en paz, hasta que supe que si uno va en una dirección, si hace un camino hacia una parte, sin saberlo se realiza el mismo camino en sentido inverso.
Ya conté que hay una canción de Joan Manuel Serrat, que me reflejaba totalmente:
«Y cuando más voy payá…Más lejos queda.
Cuando más deprisa voy, más lejos se va».
No comprendía cómo era posible que buscando denodadamente el bien, nunca lograse ganar la pelea al mal. No era Vietnam. Era mi guerra propia, contra mi misma. No mataba con armas químicas. Sólo me destrozaba yo, pues nunca había ni un mísero punto de gracia para mi persona. No culpaba a los otros. Yo era los dos bandos. Si ganaba una plaza, perdía otra. La conquista definitiva nunca llegaba. Por más que me esforzase, siempre el egoísmo resurgía y al juzgarme, la sentencia era una condena constante. Hablo del egoísmo. Pero poned cualquier otra característica en su lugar y vale también.
Me enseñaron a «ser buena» y yo quería ser la mejor. Pero era y soy la que soy.
Zurrarme, condenarme, castigarme, perder mi dicha en el intento no aminoraba para nada la sentencia. Y una tras otra mis luchas internas sólo lograron que con 35 años esperase vivir por no morir y pasar la vida… Tampoco es que eso ayudase con las enormes guerras humanas.
Cuando miro atrás me digo: ¡Qué ignorante eras…! Tan joven y ya tan amargada…
Ni las alabanzas de otros conseguían darme paz. Y a medida que intentaba ser mejor, otra personalidad mía caminaba en sentido opuesto creando mal, fomentando el mal… sin mi conocimiento. Aunque esto parezca absurdo, es pura ciencia.
Erwin Schrödinger, premio nobel de física, elaboró una idea, un experimento teórico. Metía en una caja de madera un gato, con veneno y comida. El gato saldría muerto o vivo, según qué comiera. ¿Cómo saldrá?
Demostró que el gato saldrá como decida el que observa la caja. Pero el «otro gato», es decir la posibilidad que uno no escoge, sigue vivo en una realidad paralela, lejos de nuestra realidad.
Cada vez que yo «sacaba la persona buena de mi», la persona mala no dejaba de existir, sólo que yo ni lo sabía, ni lo veía. Mi inconsciente… Sí.
Al luchar contra lo que me enseñaron que era malo en mí había creado un yo inconsciente tan malvado como buena me creía. Nada raro pues, que cuando más hacia la bondad iba, mas lejos me sintiera de mi «yo» en paz y feliz.
La ciencia no conoce el inconsciente. Es desconocido hasta para el «dueño». Sin embargo es posible hacer consciente lo inconsciente. La física cuántica tiene muchas aplicaciones que explican cómo se crean realidades con las que convivimos, sin tener ni idea de su efecto sobre nuestro estado de ánimo o sobre nuestra conducta. Es cuestión de indagar y comprobar que aunque los psiquiatras andan apoyándose en experiencias que llaman CONTRASTADAS, hay una experiencia mucho mayor, no científica, fruto de conocimientos ancestrales, mucho más rica en experiencia que las contrastadas.
De entrada el deseo…, mejor dicho, la necesidad de experimentar en uno mismo la paz, es un poderosísimo motor. Y cuando uno se pone en marcha, el universo te presenta aquello que necesitas, cómo lo necesitas, en la dósis justa y cuando es más útil para uno.
Inicias a oscuras un camino que no rehúsa sufrir, la culpa, el miedo de no sentir que mereces lo mejor, porque ya eres lo mejor, aunque lo ignoras…….
El universo, o la vida, o Dios, o las energías que estuvieron siempre ahí y no estabas dándole al botón de encendido para notarlas y verlas, ponen a tu alcance modos de investigar qué o quién eres. Lo creas o no, no estás aislado.
Hay una llamémosle MÚSICA, una vibración que refleja el corazón humano, cuya naturaleza tiende a sintonizarse con la propia. Si quieres de verdad vivir la paz, te pondrá frente a tus enemigos para ver si llegas a acuerdos, para ver si puedes sentir desde su perspectiva, para que ante los agravios no te sientas como antes: humillado, desprotegido, olvidado, sin respeto… Creerás que respetas mucho al otro. ¡Cuán a menudo decimos eso de «: No si yo te respeto…PE-ROOOO». Y en el «pero» mostramos que el otro nos parece equivocado.
Ya lo he contado. Insisto: SI DEL OTRO ALGO TE MOLESTA, si te endemonia…Puedes estar seguro que el otro se ha convertido en tu yo, para que comprendiéndole a él, te aceptes a ti mismo.
Las guerras no nacen en los gobiernos, ni las montan sólo los gobernantes interesados en la compra venta de armas. La guerra es eso que tus comentarios maledicentes abonan, para que dos más impulsivos se enzarcen en una pelea, que puede provocar rupturas incluso entre amigos que ayer eran como hermanos.
La guerra crece de tu intolerancia a eso que crees que no está en ti, que ves con meridiana claridad en el otro, cuando haces lo imposible por que se entere. Le quieres fuera de tu existencia. Olvidaste que la vida es UNA, que estamos hechos de los mismos elementos, que somos fruto de cócteles distintos, que nos hacen humanos.
Guerra es querer que tu libertad termine donde la del otro empieza. No es posible un mundo con 700.000.000 millones de libertades, porque somos seres que sólo en grupo crecemos.
Si estoy junto a ti, incluso de vacaciones, libertad y voluntad han de discernirse claramente, porque yo voy a penetrar en tu yo, lo quiera o no. Tan sólo mi colonia puede llegar a tu nariz e irritarte. Mi voz puede serte desagradable…El sonido de mi cama cuando me revuelvo de noche puede traspasar la pared y alterar tu sueño. Si mi voluntad es dormir y necesito el mayor de los silencios, ni irme a una isla del Pacífico va a darme ese silencio.
Hay formas de concentrar la atención en mi voluntad, evitando que el otro me fastidie. Es un ejercicio que surge de mi si tengo clara cual es mi voluntad. Y es preciso saber que quiero. Hay que discernir y elegir después, teniendo en cuenta lo que me gusta. Si pongo en ello mi voluntad nada va impedir que la realice. Inmediatamente veo que tu no tienes claro qué quieres. Veo que ni te sentaste a reflexionar y discernir, ni escuchaste tu corazón para conocer tu voluntad. Y me exiges que la respete…y TU LIBERTAD.
Ser libre puede coincidir con hacer mi voluntad. Pero en un mal ambiente ya no voy a sentirme a gusto y no seré libre. Ser libre significa no exigir, no imaginar cómo debe ser la realidad. Sobre todo estar dispuesto a ser como la hierba. Un tractor la pisa y cuando se va, lentamente se levanta, la realiza y vuelve a ir hacia arriba. Expuesta a ser pisada, espera su momento.
Si te pisan clamaras por tu libertad maltrecha. Te quejarás de que nunca se hace tu voluntad. Pero si estabas donde el tractor pasó, es porque aun no sabes esperar, ni conoces el valor del tractor sobre ti.
» Hay que conocer dos o tres orugas, si quieres conocer las mariposas» le dice su rosa a Pequeño Príncipe del librito «El principito» de Antoine de Saint-Exupery. Si eres una planta…, una oruga puede ser devastadora, aunque la fuerza en ti a favor de la vida no la mata ni un tractor, ni una oruga.
Sólo comprende a tu enemigo. Fíjate que tu también haces eso que le reprochas, o deseas hacerlo y no te lo permites, porque TU ERES BUENO.
Es un error ser bueno. Es como seguir una moda. La bondad es cosa de modas.
Para un holandés ser bueno es abrir su armario, sacar una caja preciosa con dulces y ofrecerte uno. Cuando pase media hora lo volverá a hacer. Para un español ser bueno es colocar muchos dulces en un plato y que cojas cuantos quieras. Para un inglés cenar a la 22.00 horas es una mala costumbre. Un chico de 20 años hoy llama sonriente «gilipollas» en España a un amigo y no es ofensa, sino uso generalizado. Para una familia es bueno rezar antes de ingerir alimentos y otras muchas, sólo se lavan las manos. ¡¡MODAS!!
Lo son, porque por ejemplo, si hace 30 años en el mismo suelo un muchacho llama gilipollas a un amigo, ni la sonrisa le habría salvado de un puñetazo. ¿Cómo algo puede pasar de malo a bueno en treinta años?
Verdaderamente bueno es ser lo que soy, conocer qué soy, administrarlo y serlo cuando es el momento para ejercer mi voluntad, después que el tractor me pisó y supe que en el fondo, no me pisó. YO LE PUSE AHÍ PARA APRENDER, QUE NADA PUEDE MATARME, NI TORCER MI VOLUNTAD, una vez que sé cual es.
He buscado la paz. Con todo y con todos. La guerra del mundo no me impede disfrutarla, ni me mata ningún tractor. Y hoy que la he encontrado, me importa mucho la guerra, las pequeñas y las internacionales. Aunque sé que sólo contribuiré a instaurar la paz, convirtiéndome en hierba pisada cuando toque y retomando mi camino hacia dentro de nuevo. Dentro es arriba y está fuera. No es una contradicción. Para que yo sea feliz y disfrute de mi paz, tu eres imprescindible.
Haré cuanto esté a mi alcance por que mi casa este en orden. Mi casa eres tu también. Respetaré tus tiempos. Me retiraré si lo necesitas. Me dejaré pisar para que tu te sientas a tus anchas, porque sólo crees pisarme. La vida no se pisa. Está por encima de ti y de mi o por debajo de nuestras mezquindades. Y como yo me siento viva, soy vida y siéndolo, nadie me molesta ya mucho rato.
No evitaré que mañana cien niños sean quemados vivos con armas prohibidas…(¿Prohibidas? ¿Quien les dió lo necesario para lanzarlas?). Pero sabré que del mismo modo que yo sufrí y deje de sufrir cuando hice mía la vida, el efecto inconsciente de esta verdad un día les llegará también a quienes «prohiben las armas» y cooperan para mantenerlas activas…, como a sus víctimas.
A lo mejor desde el inconsciente, que es colectivo, un día captan como yo capté que merece la pena y que hacer con su egoísmo. Así puede una mariposa chiquita hacer que mi airecito de hoy sea brisa o traiga lluvia. No más ciclones. Pongo mi voluntad en esto, porque es lo que mi voluntad quiere.