Hombre sin alma.

Sería yo una adolescente cuando buscando la felicidad y la paz, la libertad y lo que entonces yo llamaba Dios, me puse a buscarle denodadamente en el medio que según se decía acogía su palabra. Esto es discutible por supuesto, pero entonces yo no tenía otro medio y tal y como ahora sé, vale cualquier camino. DIOS ESTÁ EXPRESADO en TODAS PARTES.

Así pues cogí el nuevo testamento dispuesta a trillarlo, a absorverlo. Se me atragantaron los Hechos de los Apóstoles. Aun hoy no los he vuelto a repasar. A mí me conmovían aquellas palabras que atribuían a Jesús. Habían sido escritas mucho tiempo después de su muerte. El tiempo hace estragos en la memoria, que es además selectiva.

Si yo puedo relatar conversaciones fidedignas, palabra por palabra, de hechos que me impactaron y de los que por ello hice relato frecuente, sellando así la veracidad de las frases y de los hechos…¿ Por qué no iban a serlo las que le atribuían a él?

Seas o no creyente, no cuesta imaginar que alguien de quien dos mil años después de su muerte se sigue hablando debió poseer una personalidad tan atractiva, tan sobresaliente, que imagino que convivir con él debía ser más que interesante. El impacto de sus actos, acompañado de la fuerza que seguramente imprimiría a su voz, su mirada que penetraría con fuerza, por no hablar del contenido de su mensaje, inevitablemente dejaría tanta huella en quienes convivieron con él, que sus escritos no serán invención.

Decir: YO SOY LA VIDA… Decir :»¡Animo yo he vencido al mundo!…»Decir: «Haz al otro lo que quieras para ti»… O : «El signo de que vais conmigo es amar al otro como yo le amo»…Estas entre otras cuántas, pueden variar la percepción de la existencia común y tienen todos los visos de ser suyas, precisamente porque nadie habla con esa contundencia y con un significado, que si lo tomas en serio transforma tu vida.

Quien oyó aquello, seguramente reiterado más de una vez entre quienes hicieron de su día a día un camino destinado a seguirle, a compartir buenos y malos ratos, a celebrar fiestas juntos, a sudar por los caminos y sentarse con todo tipo de gente, incluida la desahuciada socialmente, al escribirlo tuvo poco que añadir.

Confieso que hubo un tiempo en que parecía haber contradicciones entre unas y otras frases.

Ahora no hay contradicción. Si hay textos, que alguien compasivo a tope, más tierno que una madre, abierto a todos, simplemente…, no pudo haberlos expresado como se cuentan.

Parece, así lo creo, que hubo una operación de lanzamiento del personaje, de marketing diríamos hoy. Bien. Quizá cargaron las tintas alejando al hombre que fue de lo cotidiano, olvidando la enorme importancia que daba a lo chiquito, a lo simple, a lo entrañable, a lo normal…Y que erraron en apariencia el tiro al colocarle el san benito de HIJO ÚNICO DE DIOS.

Han hecho falta siglos de dolor, culpa y miedo para penetrar en su mensaje y oírle decir: «Cosas más grandes que yo haréis». Quien así habla no se ensalza como único, sino que afirma algo por otra parte corriente: el hecho de que quienes nacen después «mejoran» la especie. Es una ley evolutiva. No se recibe más información gratuitamente para dejarnos impasibles o repetirnos y ya sea a nivel genético, ya a otros niveles como el mental o el social, la información es cambio.

Él no se presentó como especial, sólo señalo que no hay caminos más cortos, o mezclas posibles si uno persigue la libertad. Y no hablo del sucedáneo al que habitualmente nos referimos como LIBERTAD.

Creo haber contado que mi familia no era declaradamente practicante de religión alguna, ni en mi casa se fomentaba tampoco una fe concreta tampoco. Supongo que ya estaría en mí, porque de muy niña ya era rarita yo y me conmovía mucho ese señor de Galilea.

Pero a fuer de sincera diré que pasé mi infancia y mi adolescencia, como mi adultez buscando aun qué camino tomar para llegar a no sabía donde.

Ahora por fin tengo las cosas claras. Eso no me ahorra conflictos. Sólo los hace desvanecerse a gran velocidad. Decido ver feliz mi vida y se hace feliz.

Y a veces hay quien me pregunta:

-¿ Y si sabes cómo por qué no se lo cuentas a muchos, por que lo guardas para unos pocos?

No es cierto. No guardo nada. De hecho hablo por los codos y en cuanto veo un huequito meto baza.

No se puede ser feliz y quedárselo para uno sólo. La tristeza ajena no lo es ya. Te toca. Te importan todos. Intentas llegar a todos…

Ocurre que ni debo, ni puedo imponerme. No hay una única forma de hacer las cosas. Además considero bueno lo de cualquiera. Otra cosa es que las consecuencias de una postura, una actitud, no se parezcan a las que causa otra. Pero es cuestión de APERTURA. De apertura y de ALMA.

En tres cuartas partes del mundo muchos nos dedicamos a sobrevivir. Sobreviven los refugiados, los que sufren de falta de medios y se les han quitado sus costumbres ancestrales. Sobreviven quienes luchan por un «rinconsito» en la vida del bienestar. Sobreviven quienes sufren atroces epidemias, o sequías imposibles, el hambre o el efecto sin paliativos de desastres naturales. A ellos no puedo más que admirarlos…No es a ellos a los que me dirigiría más que para enviarles la más dulce de mis bendiciones, incluso si hartos de sometimiento y pestes varias, optan por hacer daño. ¡¡Ante una opresión constante qué menos que reaccionar!!

Pero hay un cuarto de mundo que dispone de hospitales, de escuelas, de grifo en casa, de internet, de vehículos y formas de moverse rápido para conocer otros lugares, de cambio de ropa, de exquisiteces, de algún dinero, aunque no sea más que para tomarse algo en una tasca…

Estos tienen tiempo a veces para escuchar SU ALMA. La supervivencia salvo súbitos acontecimientos de índole monetaria, la tenemos garantizada. Incluso nos creemos capaces de relacionarnos con ciertas reglas de educación, pactos de trato, que se superponen casi siempre al salvaje que nunca ha muerto del todo y se oculta bajo un barniz de cortesía generalizada.

Estos tiene como los otros alma, sólo que estos podrían escucharla.

Aquellos con alimentarse, cobijarse, ver si hay un mañana o les explota una bomba y les deja sin el chamizo que llaman hogar, a más de algún familiar cercano o lejano muerto, con sobrevivir, tienen más que de sobra y son dignos del mayor respeto.

Estos sin embargo, parecen vivir para tapar cualquier sonido, cualquier vocecita interior que se pueda llamar del alma.

En ocasiones adoptan una conducta para atraer piedad sobre ellos. Hacen vivir a quienes les rodean atados a sus continuas alarmas y las provocan con conciencia o sin ella.

Los hay que bajo la excusa de una enfermedad del cuerpo, se escudan en ella para no dar.

A ambos  considero inconscientes en general del movimiento que su alma reclama e ignoran que sus problemas no son irresolubles… Optaron por mirar la vida como si su alma, cual bella durmiente esperase al príncipe salvador que los rescate. Nada, ni nadie traerá esa salvación desde fuera. Ni un ser humano, ni una situación. De darse de chiripa una situación nueva, sin percatarse, no tardan en reconvertirla en la de siempre.

Y está el grupo mayoritario de quienes se creen dueños de sus actos. Algunos viven para denunciar lo que se tercie. Otros se encierran en sus vidas y pretenden aquello de vivir para dejar vivir, siempre que les consientan vivir en su mundo feliz.

Ponemos las noticias, escuchamos el último rumor del tipo que sea, creemos que un coche nuevo otorgará lo que la publicidad dice, o que adelgazando con la última dieta seremos más bellos.

Añoramos el fin de semana para huir de nuestra vida, de nuestro hogar si podemos. Tenemos hijos como si después de comprar casa, muebles y vehículo, el próximo escalón fuese el bebé…Y nos comprometemos con lo que sea, sólo mientras satisfaga nuestras expectativas. Sino sobra. Y cortamos.

Llenamos nuestro diario vivir de actividad, no vaya a ser que oigamos una voz que nos dice que tener no es ser, que el alma pide otra cosa, que consumir desde parejas a cosméticos, no da la felicidad…, que después de todo es cierto… No es en el poder adquisitivo donde el alma haya la fe en la vida y en el otro.

Hartos de consumir un día sucede algo grave. Sucumbimos a la pena y el alma que siempre estaba, llora. Algunos ante tal hecho comprenden que o escuchas tu alma…, o te mueres despacito.

Y el mundo actual tiene infinidad de propuestas aun más tentadoras para anestesiarnos.

En breve la cibernética, la robótica, propuestas muy atractivas nos prometerán un mundo feliz, una vida más larga. ¡Ya está ocurriendo!

Y si aun no hemos escuchado al alma, corremos el riego de perderla.

Yo disfruto con lo que el mundo ofrece, pero valoro mucho más una charla con amigos, un abrazo de mis niños o una sonrisa. Hay muchas opciones a la vista, pero no salgo de mi hogar fácilmente, salvo si promete lo que fuera espera, o si alguien me necesita.

En mi silencio particular comprendo que el ALMA es una, aunque muchos no consideran conectar con ella.

Sin alma es posible la existencia. Pero sin ella ni la paz, ni la felicidad, ni el amor, por descontado tampoco la libertad lo son.

¿Estamos inventando el hombre desalmado? Todo apunta a que sí. Sólo que a ese nave no subiré.

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