Noche de San Juan

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Nos creemos tan avanzados…, usamos tecnología punta como si tal cosa…Y en verdad…, ¡¡qué peques somos aun!!

Hombres como castillos atados a sus medallas y vírgenes, que temen a un gato negro, mujeres que ejercen puestos relevantes despreciando posturas que no comparten, hembras que buscan la eterna juventud tras un ligue pasajero…Madres que creen que alfombrar el mundo a sus hijos les evitará ampollas en los pies y los convierten en alérgicos a base de protegerlos…Padres que no quieren serlo y juegan a Peter pan…

Cada año sonidos gravados en el alma se reflejan en actos voluntarios festivos, los amigos se reunen, la expectación ante el fuego nos congrega y en la noche más corta de nuestra Tierra hay un deseo más o menos consciente de purificación, de renovación, de liberarnos de lo MALO…Cogemos unos papeles por ejemplo y los echamos al fuego para que aquello negativo que representan deje de afectarnos.

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Y esta Noche de San Juan yo no tenía nada que quemar, nada que enviar lejos, que dejar atrás.

Entonces me pregunto cual es es para mi el sentido de participar en esta celebración que dicen pagana, pero bendicen llamándola de San Juan…

FUEGO, fuego …Fuego…¿Qué hace el fuego? A primera vista QUEMA, calcina. Convierte en ceniza cuanto se come. Lo destruye y lo hace ser polvo. Ese polvo es a su vez un nutriente. ¡Nada tan fertilizador como la ceniza…!

En verdad, el fuego es un agente de transformación pues.

TRANSFORMAR no significa otra cosa que darle una cara nueva a algo que no deja de existir, que existía ya, pero ahora tendrá otro aspecto, otra FORMA.

Y es esto lo que más me importa de esta noche.

Antes cuando me parecía que lo otro no era yo, no era mío sino ajeno, podía creer que había cosas malas o buenas, cosas que me atacaban, me hacían daño, o me encantaban y satisfacían. Ya no. Sé que si quisiera quemar algo para deshacerme de ello me engañaría. No se puede huir de uno mismo, alejarse de lo que uno es. Y comprendido ya que nada me es extraño, lo conozca o no, podré o no sentirlo afín, pero nunca separarme de ello.

¿Qué parte me cortaré que no me deje coja, tuerta o inválida de algún modo?

Puede que no entienda los «por qués» de cada cosa. Puede que un viento frío congele un instante mi ser, más bien puede que crea que lo ha hecho…Sin embargo ¿¿A donde iré que no me vea reflejada en una conducta de otro, ese que creía antes fuera de mi territorio, alguien que no se me asemejaba nada??

El universo es mi cuerpo. Todos los universos posibles lo son. Lo sienta o no, ya soy en todos los seres, estoy en todos los mundos. ¿Y es que algo mío me puede sobrar?

Asi que miro el fuego extasiada. Tiene magia ciertamente. Pero soy consciente de que nunca hubo nada malo, ni lo hay, ni lo habrá. La única magia de esta noche sin luz, consiste en dejarme transformar virtualmente por este fuego  de San Juan.

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No es algo que pasa a la vista de los demás. Es interior y profundo y no se circunscribe sólo a esta noche de hogueras. Se vea o no, ese fuego simbólico me esta cambiando.

Mañana seré a ojos de mis semejantes igual de alta, gorda o gritona. El cambio ni yo misma acabo de comprenderlo…Pero hoy proclamo mi liberación de ideas que me hacían sentirme separada y distinta de ti.

Sé que cuando el lunes llegue a mi trabajo mi mente seguirá atenta al diario vivir. Tendré la sensación de que la magia no operó cambio alguno. Y sé que eso también es cierto. Somos el que siempre fuimos, aquel que descubrimos cuando la Gran transformación se produce con la muerte.

No obstante, uno, para entender da nombres a las cosas, a los procesos, a los sistemas y a sus aplicaciones. Dar nombre crea una aparente distancia de lo nombrado. Aparente sí, que no real. Es preciso discernir que soy y qué puedo hacer. Necesito conocer mis componentes…Y si al verlos los nombro, parecerá que estoy dividida en trocitos.

No. Siempre soy, hemos sido uno y el mismo.

¡Nada que purificar! Todo es y fue desde la eternidad puro. Nada que eliminar o dejar atrás. ¡¡ES IMPOSIBLE!!

Yo puedo llamar al trozo de tierra que emerge del océano ISLA. Puedo ver su flora y fauna distintas a las de otros territorios. Pero si imagino la corteza terrestre sé que una isla no es otra cosa que una montaña, jamás separada del valle, de la pradera, ahora bajo toneladas de agua. En mi mente una isla y un continente son elementos diferentes de la orografía del planeta. Más bajo tanto apelativo hay un planeta: una única tierra. Es imposible separar la isla de la corteza del planeta, por más que la nombre llamándola continente, o «isla».

Del mismo modo, yo puedo llamar a todo lo que veo con nombres que den la impresión de ser elementos a parte entre sí. Y miraré las piedras, los vegetales, los animales o a otro congénere como si fuesen unidades alejadas unas de otras y de mi misma.

Sin embargo la ciencia dice que sólo hay energía, ondas que se materializan, sin que por ello se escindan, se corten y se separen unas de otras. Darles nombres nos permite contar, analizar, ver las relaciones entre ellas, pero JAMÁS  se puede coger unas tijeras y cortar en pedazos la energía que somos. ¡¡Simplemente es imposible!!

A mi me gusta llamar «sopa» a lo que la ciencia llama vacío lleno de ondas. Y los tropezones de la sopa, que sólo toman cuerpo por un instante desde el punto de vista de la eternidad, serían los objetos, las moléculas con sus átomos, lo que por adhesión de muchos crea los cuerpos en el mundo material que llamamos realidad. Pero por más que seamos un rato materia, nunca dejamos de ser ondas, sopa a fin de cuentas.

Queda feo lo de «sopa»…Y sin embargo no es una sopa boba. Lo ocupa todo y tiene intenciones. No es moral, o sea no es buena o mala, sólo es y está. Siempre estuvo.

Así que no voy a quemar nada…, tampoco a solas, esta Noche de San Juan. Si algo se transforma es que yo he descubierto que tu y yo somos el mismo y aunque nos cruzaremos tal vez  pasado mañana y parecemos extraños, será porque para comprenderlo todo hay que creerse parte, antes de sentirse UNO. Y tu y yo que no tenemos igual nombre ni caras iguales, nos creeremos personas y actuaremos como si no tuviésemos nada en común.

Hemos tomado formas infinitas, sin nunca haber sido más que esa sopa intentando darse cuenta de que las formas distintas son pasajeras y que no hubo, ni hay, ni habrá otra cosa que energía expresándose creativamente.

¿Hay algo que sobre, algo de que renegar o huir?

No. Transformarse es comprender el SER que SOMOS.

Y para empezar no está mal con gustarte como eres y atreverte a serlo. Si coges ese aparente trocito del universo que llamas «yo» y lo expresas a tu aire, te resultará más y más fácil captar que eres pura energía que fuiste, eres y serás la Vida mostrándose.

¡Bendita noche que me recuerdas quien soy!

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