Parece un jeroglífico…¡Je,je!
Pretendo hablar de esas tres «cosas». Resulta útil mencionarlas antes para lo que quiero contar, posiblemente resumiendo…
Televisión española tiene un canal: TVE2. ¡El segundo en España! Nació para lo serio, para los intelectuales. Había mucha tontería. Ver la 2 daba brillo. Era un sello de gloria social admirado. Ponían conciertos, debates de «altura» política, cine del que pocos ven en salas públicas, literatura, etc.
Con el tiempo ver la 2 es increíble. Ponen documentales que a pocos gustan, contenidos digamos culturales, que pocos aguantan. Se dice de broma: «Yo duermo la siesta con la dos». Ver la dos y contarlo no da brillo. Es exponerse al ridículo un poquejo… Ahora tiene un slogan en sus autoanuncios: «LA 2 TE SIENTA BIEN». A mí sí.
Me he vuelto fan. Cada día veo, seguro, los documentales de animales.¡¡Me chiflan!! Me duermo desgraciadamente, pues caigo rendida y mi siesta (como decía nuestro nobel de literatura Cela) es «de pijama y orinal»…, larga. La buena dura 20 min.,…, media hora. La mía, mínimo, es de 2 horas.
Cuando amanezco, pillo otros documentales que me atrapan. Y a veces me las arreglo para trabajar mientras los escucho mirando de reojo.
Hoy salían gorilas. A la científica de «Gorilas en la niebla», la siguió otra mujer que les ha dedicado su vida. De pronto la enfoca la cámara limpiando su ropa sobre una piedra con agua de río. Dice, que a veces vienen los elefantes a beber y pasa miedo. Los elefantes de bosque africano no son Dumbo. Y comenta de paso:
«Europa ha perdido el sentido de la vida real. Sobrevivir es otra cosa. Simplemente te hace feliz».
¡Hombre! pensaba yo…
¿Sería esto lo mío?…Pero…, continua el documental…, muestran su forma de vida, su pasión: los gorilas. Me gusta conocerlos y agradezco poder hacerlo desde mi sofá. El riesgo, el estrés constante, dormir poco, madrugar para no perder a la panda de gorilas y seguir su historia, acostarse tarde y exponerse a los furtivos, a bestias salvajes y humanas, o la humedad de su estación de lluvia…, no me apasiona, ni es mi idea de bienestar, sin el cual ser feliz me sería muy difícil… No. A pesar de que África me atrae cada día más, ser mujer allí es a menudo un inconveniente y vivir sin bienestar no me va.
Sí estoy con ella en que en el viejo continente, donde miles de culturas han fijado conceptos como el de qué es la paz, nos hemos olvidado de vivir.
Vivir es más que respirar, comer y dormir, después de trabajar, cuidar tu familia y con suerte tener algo de ocio diario…, más un fin de semana para huir del casa, donde todo te lleva a seguir trabajando. Eso es supervivencia básica, olvidando lo que no te permite sobrevivir estilo gorila, o estilo esa señora.
Sobrevivir hará feliz al seguir tu pasión, entrar en contacto con la vida primitiva, renunciando a los placeres asequibles…, los de una urbe.
¿No hay escapatoria?. Malo vivir tu pasión. Te expones a malvivir. Pero la vida natural se nos escapa en occidente. La conocimos como primates y cambiarlo por las GRANDES URBES (Méjico capital, Tokio, o en menor escala París o Nueva York, o aun menor: Madrid) agobia un montón.
¿Nuestra especie es imbécil?. Es muy idílico seguir tu pasión. PERO…, lavar tu ropa en el río…. Eso no es para todos. Muy de agradecer, mucho, para gente vulgar como yo. Nos aprovecha lo que venden. Aunque para mí, eso no es Vida. Sí, la elección idónea de algunos.
Creamos aldeas, luego ciudades y ahora megapolis. ¿Seremos idiotas todos?. Cierto. Usar los beneficios de vivir en la urbe crea nostalgia de la tierra que abandonamos, de la vida natural. ¡En eso estoy con ella!
Pero somos estructuras animales abiertas, seres cuya naturaleza física se basa en unos hilillos de proteínas formando una curiosa escalera retorcida abierta por arriba y abajo.
Somos sociables. Sin el grupo/sociedad, de cuyas relaciones nos nutrimos, no crecemos. Se crece físicamente, socialmente y psicológicamente. El desgastado viejo tiene a cambio del desgaste genético un bien enorme: su experiencia. Lo que la sociedad actual olvida también es la riqueza que ellos aportan, cuando no les aparcamos lejos.
No los alabo porque esté ser casi vieja. Siempre me gustaron mucho niños y ancianos. Me acerqué a unos y a otros cuanto he podido.
Mi abuela vivió con nosotros 7 difíciles años. ¡Para mi madre! Yo a veces disfrutaba con ella, olvidaba su demencia senil. La trataba como cuerda. Escuchaba sus miedos de niña por la muerte. Cantaba canciones que eran un rescate de tradiciones. Yo indagaba sus opiniones sin más, sobre temas que nadie le proponía: veían sólo su demencia. Tengo amigas muy queridas de 20 y de 30 años más que yo. Su amistad es un tesoro cuidado con cariño hace tiempo, cuando mi vejez parecía una utopía casi.
La vieja Europa es como es, por haber sido muy transitada, más que por ejemplo América. En ella se ha gestado la historia. Y aun si la escriben los vencedores, la vieja Europa merece comprensión, a pesar de las flagrantes injusticias que generó, incluidas sus crueles colonizaciones.
Europa acunó «la paz». No esa que uno ansía para sí. Esa llega por otro canal. Pero sí de la paz como función política, como anhelo para crecer en tecnología, en ciencia y por qué no: en humanidad.
Los Estados Unidos de América, hoy nación de naciones y aparente líder económico, son hijos de la vieja Europa.
Su ingenua moral es fruto de haberse librado sólo de un rey inglés. Y si resulta retrógrada es por su complejo de juventud. Si ponen su bandera hasta en la puerta de casa es por necesitar símbolos. Europa no. No así.
Europa creadora de símbolos, como esa «paz», no la quiere.
Paz no es ausencia de conflicto armado, ni lucha contra el terrorismo, o ataque por conveniencias económicas a países con recursos minerales.
La idea de paz que baraja la O.N.U. hoy es un acercamiento honorable, así deseo creerlo, a esa otra PAZ, que ni los gorilas, ni la sra. del documental conocen.
Europa, campo de batalla de dos guerras internacionales, fue devastada. España, ensayo general de la II Segunda Guerra Mundial, Alemania, Francia, Inglaterra, Polonia, Austria, Grecia, Italia…, necesitaron mucho coraje por parte de los entonces vivos para recuperar fe y esperanza, sin las cuales ni la ONU existiría.
Foto izquierda: Ciudad europea tras la guerra como la de la derecha: Guernica, ( España).
Hasta el cercano s. XIX, guerras europeas múltiples tenían una frecuencia generacional. Difícilmente, el hombre se libraba de una guerra. Difícilmente, faltaban miembros de sangre derruidos por la última guerra. Entonces nació ESA paz.
Pertenezco a una generación que de chiripa ha soslayado la guerra. Como un milagro me libré de ver con mis ojos y oír con mi oído qué tremendo es vivirla. También desconozco la postguerra. La famosa guerra fría me pilló tan niña, que a penas fui consciente.
La idea de paz actual nació entre los hipócritas tratados de paz de los europeos que nos dirigían.
Es otra lucha más apropiada a los oscuros intereses de quienes creen que el mundo es sólo suyo. Su manual de acción pasa por empobrecer a los pobres, ignorar a los desahuciados, minusvaloran a los votantes y minorías poco rentables y hacer de su capa un sayo, corrompiéndolo todo en nombre de su sangre o en su propio provecho.
Aunque…, sin paz, nada es posible, aun siendo cínica. Sin casa no hay hogar. Sin hogar no hay paz. Es en el corazón donde la auténtica PAZ nace, crece y resurge. Toda guerra destruye el hogar y rompe el corazón, hasta matarlo.
Me costó la mitad de mi vida superar la supervivencia. Cercana mi vejez, creo que «sobrevivir» no es un ideal idóneo, ni para la PAZ, ni para la felicidad.
No somos gorilas que viven para ser padres de hijos en peligro, ni follamos, ni hacemos el amor para nuestros genes triunfen y continúe nuestra especie. Tenemos algo especial: córtex, que permite aprender superando el copiar. Poseemos iniciativa, imaginación y creación.
La PAZ por crear, no será la del viejo continente. O es la que conoce el alma y no se puede clonar, o nos ahogará.