JINGELL BELLS es una de esas tonadas navideñas que el mundo entero acoge y canta…Al menos el mundo occidental. Mis peques de 3 añitos no hablan inglés. No. Ellos sólo se saben este villancico, pero cantan felices como nadie:
NAVIDAD, NAVIDAD dulce NAVIDAD…
Y ahí ya tararean, que lo que dice después no lo saben aún. Pero eso sí… ¡La sonrisa y el gozo no falta!! Y uno se pregunta:
¿Si aun no son muy conscientes de que les van a cubrir con regalos, qué tiene la Navidad que a gente tan menuda les pone tan contentos?
La canción de las campanas tocando, que por si alguien lo ignora, eso significa lo de Jingle bells, ha desbancado a nuestra castellana «Campana sobre campana». No la eclipsó, pero Navidad en el aire y los enanos, el futuro, canta la versión inglesa, tal vez porque tiene un ritmo que anima el alma.
Una vez quise saber por qué lo de las campanas asociado a la Navidad. Y leí que una campana es un instrumento que nace de la fusión de dos metales y además da una frecuencia de sonido que alerta a la población.
En muchos lugares hay campanas y en este mundo tan progresivamente cibernético, se siguen tañendo aun si ya no hay campaneros a penas, para dar la hora y para anunciar la muerte o la vida, que para todo sirven. Cierto que un mecanismo electrónico sustituye al encargado de tirar de las cuerdas que volteaban las susodichas, pero no deja de ser curioso, que todavía nos gusten.
Hay una cosa llamada CRISOL, que se usaba (tal vez aun se haga, lo ignoro), como vaso o recipiente para que en el a fuego directo se amalgamasen, se juntasen y se fundieran en uno los metales. Creo que en la Edad Media no había alquimista que se preciase que no poseyera el suyo.
Y la campana representa el fruto de esa sopa de metales, donde ninguno pierde su esencia, pero al unirse, son otra cosa, cambiando su apariencia. ESO es lo que hace que una campana aparezca en las felicitaciones navideñas… Porque NAVIDAD significa natividad o nacimiento y todo lo que nace nunca lo hace de cero, sino de la combinación de «cosas» que existen ya, aunque al ponerle otro nombre, deja de ser lo que era y es otra cosa para el común de los mortales.
Aunque no muchos quieren darse una tregua para sentir qué es eso de NAVIDAD, es un tiempo que en España es cada día más largo, donde la gente se regala presentes. Sí: PRESENTES, regalos… Tal vez algún día haremos del presente un presente continuo y navidad sea a cada paso, a cada segundo, que es lo que de veras ocurre, pues nadie permanece idéntico, aunque se siga llamando Pedro, Petra, Juan o Juana. Y por más que bajo esta costumbre cada vez menos sensata de colaborar a consumir como posesos, debajo del afán «regalador» hay un espíritu de amor. Sí, de amor.
Ya era largo nuestro español tiempo navideño, porque nunca olvidaré el chasco que me llevé cuando viviendo en Holanda, fui a principios de Enero a buscar algún adorno más para mi casa, y oí a una señora que como yo iba con su hijito respondiéndole así:
-No eso no lo cojas, que la navidad ya ha pasado, hijo.
Para mí entonces, aun faltaba la llegada el 6 de Enero de Los Magos de Oriente y mi corazón sentía aun el bulle bulle de estar de celebración. Fue como un cubo de agua fría sobre mis emociones. De hecho, el uno de Enero muchas calles aparecían plagadas de árboles muertos el 2 de Enero, cosa que indicaba, cuando aun los sintéticos no abundaban, que se había corrido un velo grueso y ya no había que ser caritativo. ¡Cómo si sólo se pudiese pensar en otro si es Navidad!
Mi pequeño Juan, entonces de dos añitos, me dijo muy contento:
– Mira mamá: ¡¡Un caballo de Navidad!!
Lo compramos. En Navidad el bolsillo se suelta. Nunca supe por qué justamente un caballo era para él navideño… Pero era una miniatura, que aun tras su marcha he conservado unida al recuerdo de la inocente alegría navideña de mi hijo.
Y ahora caigo, en que sea cual sea el símbolo de la navidad, hay un contenido emocional en ella y nos habla en la tradición occidental del nacimiento de una persona que hizo algo diferente al resto, convirtiéndose en abanderado de una forma de vivir distinta.
¡Ya sé que nadie celebra eso cuando brindamos con champán, cava, o con sidra…! Pero lo sepamos o no, nuestra mente colectiva SI lo sabe. El ser humano posee un alma colectiva que actúa lo sepas o no.
Cada NAVIDAD ES REALMENTE una señal de alerta que nos dice que a pesar del frío invierno, que inaugura, bajo la nieve, la niebla o un insultante sol, NACER es aun posible si aun respiras.
¿»Nacer» podría decirme alguien?
Pues anda que no tengo ya años bajo el ala…
Sí, es cierto…Sólo que NACER no es sobrevivir, ni conformarse con los pagos de hipoteca, ni llenarse la existencia de actividades para no pensar, ni irse de viaje a conocer de lejos otras realidades que quedan en anécdota y mil fotos.
Fue precisamente ese hombre cuyo nacimiento celebramos, pues es un cumpleaños, un aniversario lo que festejamos, quien habló de VOLVER A NACER a un viejo amigo que le invitó a comer.
En los postres, con el licor y el puro…(esto es una licencia que me permito, que no debe andar lejos de lo que ocurrió, aun si no fumaban o bebían licor para el postre, pues alguna costumbre de ese tipo habría), le contaba al anciano:
-Hay que nacer de nuevo.
El pobre se lo tomó literalmente y se hacía cruces: ¿Cómo él, tan mayor, iba a volver al vientre materno ?
Fue entonces cuando el galileo, algo así como el de Lepe, esa gente que uno minusvalora en los chistes, pues ser galileo tenía menos postín que ser de Jerusalem donde se hallaban, le dijo:
-Si, hay que nacer del agua y del espíritu.
Confieso que me ha llevado mucho, no enamorarme de la posibilidad de una nueva vida, pero sí comprender a qué aludía el Maestro Jesús.
Hoy se que AGUA es sinónimo de corazón, de sentimiento, de una emoción constante que conecta a uno con otro. Y ESPÍRITU es sinónimo de energía cuántica. Lo cuántico, que nadie crea perderse por el palabro, es lo que hay en cada cuerpo, también el humano, como la sopa en la que flotan los fideos que juntos forman la apariencia de algo que uno ve y toca y le ponemos el nombre de «cuerpo», cuando una piecitas tan diminutas que ni peso tienen, se atraen y juntan hasta crear átomos y luego las moléculas que forman las células y los tejidos y órganos que bajo varios y complejos sistemas (digestivo, circulatorio, nervioso) llamamos cuerpo humano..
«Cuantos», palabra de la que deriva la de CUÁNTICA, son diminuteces, o sea los fideillos, que se pegan entre sí por la fuerza del electromagnetismo, dicho para andar por casa, así en un blog como este… Juntas y coordenadas, organizadas en conjuntos como grupos de amigos, van creando el mundo que vemos. El pegamento que les mantiene unidos es justamente esa sopa invisible, pero que la ciencia afirma que existe desde hace ya medio siglo sin la menor duda y llama VACÍO CUÁNTICO.
A mí me encocora, que los señores científicos no tengan cojones de decir de una vez por todas, que ese vacío al que definen como antes se definía a Dios, es en realidad lo que los creyentes y no creyentes llaman Dios. Los unos para atontarse y los otros para creerse mas listos, y perdonadme que me exprese con esta desvergüenza. Sé también, que algún ateo daría todo por creer y que algún creyente desearía saber a qué le lleva rezar toda su vida. Por eso, sin pretender ofender que no es mi intención, si querría que dejasen de hablar con miedo por si pierden prestigio y ya no les pagan sus experimentos y dicen lo que ya es vox populi…¡¡DE UNA VEZ POR TODAS!!
En palabras corrientes, muy lejos del protocolo científico y su parafernalia, hoy quiero convertirme en una campana que suena con una tonada larga a lo Jingle BELLS y felicitaros por el cumpleaños, si os adherís a una nueva forma de conocer sobre el personaje del que las iglesias cristianas han convertido en monopolio. ¡¡Y que porras!! Si no os adherís igualmente.
A mi me gustaría contaros en los días que preceden a la fiesta en España de la inmaculada Concepción de su madre, una bonita leyenda. Pero los cuentos de Navidad suenan más bellos si se cuentan en la Nochebuena, que para mí es el aniversario de la muerte de mis papis, además de una fiesta navideña.
Así que de regalo de Navidad este año os mandaré otro cuento de Navidad. Y lo titularé: «La Blanca y cierta NAVIDAD».