Día de la mujer y huelga.

Soy mujer. Toda mi vida en mi pequeño mundo he demostrado a mis hombres que no me siento inferior y a mis dos hijos varones les enseñé que ser hombre no está reñido con sentir y expresarse, ni con según que tareas. Pero…¿Feminismo? ¿Día de la mujer?

Para empezar que exista un día de la mujer ya nos hace distintas de ellos. No existe el día del hombre.

Pero la cuestión es muy sutil y dura como pocas.

Que yo sepa, hasta ahora, lo que el feminismo ha logrado es que miles de mujeres se desprendan con dolor de sus bebés dejándolos al amparo de manos que no pueden sustituirlas jamas durante ocho horas, si no más.

También ha logrado, que en vez de una ocupación muy absorbente como criar y cuidar a un tiempo del hogar, ahora tengamos dos: Esa misma realizada como para que te de un infarto y la laboral que hayas podido escoger.

Uno puede y debe intentar y conseguir respeto, igualdad de retribución ante un mismo trabajo, consideraciones especiales ante especiales condiciones como el embarazo o la crianza, pero mucho más que eso, una mujer debe descubrir su propio valor.

Nos guste o no, ellos no conciben hijos. Y aunque reconozco ampliamente que haya mujeres que no desean la maternidad, lo que llevo viendo más de veinte años entre las madres de mi escuela son situaciones más semejantes al drama, que a la victoria de una tarea mal retribuida.

Madres que se emocionan porque no han visto a sus peques en las fiestas del colegio, o no pueden jamás participar en los talleres que se organizan para que las familias participen.

Madres que tienen serios problemas al educar,porque sus hijos no tienen una directriz única, sino la de la cuidadora y/o la de los abuelos y no pueden enseñar a unos niños con los que conviven menos de cinco horas diarias.

Niños que se acuestan a las 22 y 23 horas, que nunca duermen suficiente, porque «es que si no no los veo» o porque no somos capaces de llevarles a la cama y que se duerman.

Niños que llegan a la clase y abren sus bocas y están distraídos, por la misma razón: falta de descanso.

También hay niños que con su llave, cuando ya pueden abrir la puerta de su casa y prepararse la merienda, echan de menos la compañía adulta de los suyos y se dedican a Dios sabe qué hasta que llegan. ¡Hasta manejan el microondas para hacerse la comida.

Familias que viven un stress constante…Gente que se pregunta si fue una buena decisión tener hijos para echarlos constantemente de menos, o de más, cuando agotados llegan a casa y los críos protestan poniéndose pesados por cualquier cosa…

¿¿ERA ESTO LO QUE EL FEMINISMO OFRECÍA??

Escasez de tiempo, tareas realizadas deprisa, ausencia de ganas de comprender a los pequeños y al grande, duplicidad de funciones… Porque si esto es ser feminista… ¡¡Vaya logro!!

Está bien que las mujeres hallamos sacado al varón que también vive en nosotras, que ya no tengamos que pedir la venia del marido y podamos heredar, firmar, abrir una cuenta bancaria, votar y todas esas cosas que ya parecen normales en el primer mundo. Pero la igualdad no puede suponer que yo vea llorar angustiado a un niño, que quiere que su madre le recoja en vez de ir a comer al comedor escolar.

Imaginación no nos falta a las féminas y tendríamos que encontrar primero nuestro lugar en nuestro propio hogar, el respeto a nuestra actividad y que ser padre no consista sólo en traer un salario a casa e ir a la compra, o huelgas como la de mañana no conseguirán más que recordar que aun hay quien cree que con poner un día de la mujer superaemos el lugar que ocupamos.

El día de la mujer es cada día, no uno en que a un país con problemas económicos le añadimos una huelga.

No va de movimientos grandielocuentes, sino de una actitud interna y propia de cada mujer que se respeta a sí misma y no consiente que su criterio caiga en saco roto.

No puede ser una lucha, porque toda lucha tiene un derrotado, y el que sufre la derrota clama después venganza.

La verdadera huelga podría nacer en casa, cuando dejo de tratar distinto a mis hijos e hijas ante iguales tareas y además me expreso abiertamente para que mis hijos e hijas aprendan que las emociones son todas valiosas y merecen ser sentidas por mis próximos. Huelga de comportamientos sectarios en el hogar, huelga de servilismo, huelga de creer que solo yo lo sé hacer bien y no de mala manera como ellos y huelga de forzarnos hasta el infinito por un exceso de orden y limpieza, que hace decir:

«Deberías tener una casa para ti, para que estuviese a tu gusto y otra para convivir con nosotros».

Hay muchos conflictos en el hogar que son reflejo de las inseguridades, los miedos, los problemas que se crean en nuestro yo más íntimo y que tiempo después los miras y te dices:

¿Era aquello tan importante?

La discriminación nace dentro de mí. La falta de consideración empieza en mí. La carencia de estima la llevo yo cosida al alma. ¡Nada de extraño que nuestro mundo la refleje fuera!

El hombre y la mujer son creadores de realidad. Pero en vez de crear lo nuevo, creamos más de lo mismo, porque por dentro seguimos siendo como hace siglos. Mucha tecnología sí, pero qué poco hemos avanzado en comprensión propia y del otro, en dejar la autoexigencia que nos agota, en dar importancia a la comunicación con todo el cuerpo, no sólo con la voz y a gritos o por el móvil…

La suma de individuos para lograr una tarea sólo surte efecto para la guerra. Lo único que puede conseguir que el hombre nos considere iguales nace en mi corazón primero y en mi hogar después.

O yo consigo quererme a mi misma, valorarme yo y mostrar valoración por todo y todos los demás, o el mundo continuará haciendo huelgas como la de mañana, sin que nadie logre evitar por ello que cada año cientos de mujeres mueran a manos de sus maridos, hijos de mujeres, NACIDOS DE MUJERES que no supieron amar y conseguir transmitir amor a sus hijos.

No sería preciso llamar la atención sobre desigualdad ninguna, si en cada hogar la madre dejase de sentirse arrastrada por la vida, en vez de sentir el apoyo que su naturaleza y la vida le prestan.

Tal vez es hora de que empecemos a criar unidad, que no igualdad, en nuestro yo más íntimo, y luego expandirlo. Es cada mujer quien puede construir la unidad, el equipo hogareño, porque sabiduría para ello nos sobra. ¡Claro que para eso sobra la queja!

No es quejándonos como haremos equipo, sino reconociendo a cada uno, empezando por mí.

 

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