Cuidado.

No es mi intención asustar y además es posible que aun estemos a tiempo.

Hoy quiero hablar de conductas fáciles, divertidas a veces, que nos dan la sensación de participar otras y que uno considera normales ya. Hablo de coger el móvil leer algo y darle a un «me gusta» o expresar opiniones de igual forma.

En Estados Unidos, que parece lejos o Inglaterra ya bastante más cerca existe ya un sistema policial de PREVENCIÓN del delito basado en unos programas, que relacionan ciertos hechos y características de las personas y las clasifican con una puntuación como si fueran toros de lidia, que define su cercanía a posibles comportamientos que podrían resultar un día ser crímenes.

Un ejemplo: Vives en un barrio donde hay bandas. No vives ahí por gusto, Es que no puedes pagarte otra residencia más tranquila. Casualmente uno de esos seres que llamamos hermanos más que amigos, es de una de ellas. Es un joven que a sus 18 años ya tiene un bebé. Nada deseable, pero que tampoco es del todo ilógico dado el mundo en que nos movemos. Un día tu «hermano» fallece en un tiroteo. ¡Ah! De vez en cuando te fumas un porro y te gusta jugar a un juego que es ilegal, pero que mucha gente lo juega también, digamos ese de las tres cartas o vasitos que esconden un elemento como un garbanzo y te paras, miras y pruebas suerte.

Nadie te señalaría como una persona peligrosa por estas cosas. De hecho eres una persona agradable de ver, simpático y dicharachero, que viste como todos actualmente.

Sin embargo tu nombre va unido a alguien que fallece de un modo tremendo y entra a formar parte de un grupo de unas 1500 personas que son peligrosas.

¿Lo eres tu? ¡¡NO!!

Pero si tienes o has tenido que ver con una víctima de algo que da como resultado la muerte. O por una locura de juventud de alguien que conoces, se te anotó entre los que los polis conocen.

Así de fácil entras en esas listas, que precisamente ahora van de muertes, pero podrían ir a no mucho tardar de participar en manifestaciones ciudadanas, o de pertenecer a grupos de opinión determinados no afines a las corrientes  de ideas generales, o quién sabe a qué tema molesto para quienes manejan la pasta, que podría dificultar sus negocios.

Esto no es ya un asunto de «creo» o «me parece que». Una ciudadana alemana jugaba mucho a un juego llamado RABIA, sobre el que se comentaba en su red social muchas veces y ella en particular. Como esa palabra es una de las que estos programas anotan, actualmente pertenece al grupo de ciudadanos que están bajo el ojo de la policía.

Y uno se dice: «Yo no hago daño a nadie. Soy buena gente». Esta mujer y ese chico amigo del que murió también lo son. Y…

ESTAR en esa lista de unos 1500 personajes significa que cualquier infracción menor, no digamos si fuese algo menos «menor»…, te llevaría de forma preventiva a la cárcel.

Estos dos casos son personas reales, gente corriente como tu o yo.

El tema va de que desde hace unos años todos estamos retratados en las redes sociales y que cada vez que opinamos o damos a un «me gusta» estamos facilitando datos sobre quienes somos y hay formas de analizar y clasificar al ser humano según ideas, creencias y test preparados por psicólogos, que basándose en experiencias que se anotan, deducen qué conductas van unidas a qué tipos de personalidades, como si el ser humano fuera clasificable y predecible…

O sea que por ciertas características como beber a veces, o fumar, o salir de noche de discoteca o pubs, o tener multas de tráfico o…(di tu una que retrate un mal día), se te supone cercano a perder los papeles y tal vez pelearte o verbal o físicamente. y podrías eventualmente cometer un error grave.

¿Cuántos seres humanos hacen tales cosas y no son por ello mala gente? Millones. Miles de millones. Pero si como parece la policía va a orientarse a prevenir y no a perseguir solo los actos cometidos y ya disponen de información sobre TODOS LOS QUE TENEMOS móvil, ordenadores y estamos en facebook, twiter o sitios donde participamos y se nos está analizando y clasificando, podemos entrar en esas listas. Y no ya por nosotros mismos, sino por ese amigo/a, primo/a o hermano/a, que alguna vez se pasa.

La revolución tecnológica que el mundo está viviendo es de un alcance insólito.

Piénsatelo cada vez que tontamente das a un me gusta o firmas a favor de o expones tu opinión, porque hay quien controla estos datos y los vende y quienes viven de vender y comprar de negociar, pueden ver sus intereses afectados. Y ELLOS no van a perder dinero y la policía ya no síolo defiende, también busca a posibles delincuentes…O a sus conocidos. Y uno no sabe exactamente qué entienden esas listas por POSIBLE DELINCUENTE.

Yo me tengo por franca y nunca me ha preocupado en exceso qué opinión merezcop a la gente. Pero esas listas no son gente. Son fríos datos que otorgan puntuaciones a ser visceral, a ser impulsivo, a ser verbalmente peleón y otras como estas características. Son manejadas por un programa de ordenador, no por personas.

Siempre me pregunté qué más daba que supieran tanto de nosotros. Ahora sé que toda la gratuidad de estos sistemas mundiales pretende colocarnos en grupos fiándose de datos y puntuándonos. Y esos puntos son un número, que sí saben manejar esas máquinas que usan algoritmos (cifras) y sus propias clasificaciones, dadas por según que intereses de gente con mucho poder.

Esto ya no es una opinión mía, sino una realidad que justo está montándose ahora.

Y ante esta amenaza de control superlativo internacional, anoche pensé…¿Me borro de las redes?

Decidí que no.

CONFÍO a pesar de las máquinas en el ser humano, pero sobre todo sé que por mucho que controlen quienes creen poder controlar, hay algo que es superior a ellos, infinito e incontrolable, amoroso y bondadoso. Yo lo llamo Dios y en Él/ELLA/ ELLO CONFÍO.

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