Ante la repercusión social de expresiones públicas, manifestaciones, movidas en las redes sociales me preguntaba dónde está la manada, quienes son.
Una ciudad en fiestas, chico conoce chica. Le presenta a sus amigos y se ofrecen a acompañarla de vuelta a casa. Y sucede. La violan penetrándola simultáneamente por la boca, el ano y la vagina. Meses después un juez sentencia esto como ABUSO SEXUAL, porque ella aceptó. ¿Puede una chica de 18 años oponerse a cinco hombres de más de 20 años que se jalean entre sí y se refocilan con su cuerpo, como si fuera un trozo de carne y no un ser humano como ellos?
Un grito, sobre todo femenino, se revuelve herido contra ese juez al que delatan como machista, y se unen en otra «manada», la de los derechos en pro de la mujer, en la de la afinidad de genero y la hartura de verse maltratadas una vez más.
Para la mayoría, incluidos muchos hombres, la evidencia delata la injusticia, porque un escudarse en que ella aceptó, para obviar la bestialidad de tal acto da risa, si no fuera porque es una explosión brutal y destructiva de la que recuperarse es aun una incógnita.
¡¡Sólo pensarlo aterra!! No imagino lo que sentiste criatura, porque cualquier imagen resta a tu experiencia veracidad. A penas puedo imaginar cómo quedaste tendida y herida en el suelo de un portal abandonada a tu suerte…Como tampoco puedo saber cómo ha sido tu después, ni cuando acabará tu dolor. No lo olvidarás.. Sólo espero que puedas sobreponerte de alguna forma.
Bueno sería que no se olvide la gente, por si alguna vez comprendemos qué pasó allí en verdad y atrocidades como esta dejan de producirse. Tal vez hay que alejarse de las imágenes y mirar observando desde lejos el origen. Pero sólo pasará si sabemos donde está y qué es «la manada».
La naturaleza puso en nuestro cuerpo un sistema de defensa, una fuente de protección, una forma de mantener el ánimo y la salud llamada SISTEMA INMUNOLÓGICO. Este, a veces se vuelve en nuestra contra y nos ataca.
También la naturaleza que nos hace féminas a todos, decidió un día convertir a la mitad de nosotros en machos y a la otra en hembras. Y dado que muestra que se descoloca para siempre hallar la manera de reorganizarse y retornar al equilibrio luego, quizás hace falta que nos demos cuenta de lo que explosiones destructivas como esa sacan a la luz. Por absurdo que suene hay un intento aquí de hacernos reflexionar para que la fuerza bruta no dañe nunca más, para que descubramos la causa.
El hombre aparece para que su fuerza proteja algo que necesita protección mientras crece y si lo que está diseñado para defensa se vuelve en contra de el fruto atacando a la que pude ser su portadora, es como lo que ocurre con nuestro sistema inmunológico.
¿Qué causa hay tras la apariencia de destrucción insensata?
Lo natural se reorganiza siempre. Nosotros como especie no estamos fuera de ese orden. Si lo que ha de defender ataca, no pude ser casual.
Nací en una de las sociedades más machistas e individualistas que conozco. Y ¡ojo! No eran machistas ellos sólo. Las propias mujeres eran despiadadas con quienes intentaban cualquier forma de autonomía, despedazaban a las que no se sometían a su idea de decencia, o al patrón establecido: MUJER IGUAL A ESPOSA Y MADRE.
En cuanto al individualismo, aquí somos todos islas. Hay dichos como: CADA UNO EN SU CASA Y DIOS EN LA DE TODOS. A Dios se le otorgaba el domingo y su lugar: el templo. Fuera uno puede odiar, maldecir, condenar y ser la hipocresía en dos patas, que como por la calle Dios no va, el sentido más humano que se ocupa del otro puede brillar por su ausencia.
No obstante el mundo parece actualmente sacar a la luz hechos antes tenidos por vergonzosos y una rebelión generalizada ha prendido también en España contra el machismo. ¡Qué casualidad que en la misma época los machos saquen su animalidad a pasear! ¿No?
Un furor visceral muy español crea «manadas» ahora en contra del macho. Y esa furia nos ciega.
Bajo «cada uno en su casa» estamos contribuyendo a percibir a los de mi especie como potenciales enemigos. Las calles donde antes jugaban los críos son ahora hostiles y nos comunicamos más por el móvil, que mirándonos. Ya nadie usa el teléfono si puede mandar un breve mensaje.
La deshumanización que amenaza con convertirnos en semirobots, crea una fuerza natural que vuelve atrás a los seres humanos, como una reacción inconsciente y los jóvenes que no han conocido que un vecino puede ser tu amigo, que un barrio es algo más que donde aparco mi coche, y una mujer un tesoro, regresan fácilmente a lo que nunca dejamos de ser: animales.
¿¿SON SÓLO ELLOS RESPONSABLES DE ello??
Me gustaría conocer a las cinco madres y padres de esos cinco aprendices de hombre, a sus amigos, a sus vecinos. Una descarga descomunal de fuerza animal no sale sola. Necesita un caldo de cultivo que ni sus familias ni ellos son los únicos que lo potencian.
No hace tanto se ha convertido en exitazo una tonada, una canción titulada MALO. Habla de una mujer que rechaza al chico malo, al que la daña. Y muchos lo compran, lo tatarean o lo bailan. Es movediza la melodía.
Si yo fuese ese chico no me impediría nada cabrearme porque las chicas se la den de potentes y de burlarse de mí. Me sentiría provocado. «¿MALO? ¡¡Te vas a enterar de lo que es malo».
Que canciones como estas se hagan tan populares muestran ese caldo de cultivo del rechazo, donde el rechazado no encuentra jamás las puertas abiertas para que cambie su actitud y su conducta precisamente. Y esto es sólo la punta del iceberg.
Todos hemos puesto de moda eso de unirnos a las víctimas: YO SOY TU. Y lo escribimos en esas pancartas que mostramos en los minutos de silencio como repulsa a actos bárbaros. Pero …¿QUIEN ES UNO CON EL AGRESOR?
Nadie.
Yo soy buena gente… Jamás haría esas barbaridades. Tal vez. Pero SÍ contribuyo a la condena ignorando mi egoísmo, mi hipocresía, mi tibieza, porque lo que hago, pienso y siento, incluso lo que no hago nada tiene que ver con el agresor en mi sentimiento.
Nadie es consciente de que la electricidad existe aun si ninguna bombilla la manifiesta, como no nos damos cuenta de que tanto individualismo, tanta incomunicación, tanto aislamiento es una energía y que se convierte en rayos que destrozan, porque nuestra reprimida rabia un día la proyectamos sin saberlo y lo que no se ve, lo que no reconocemos propio de golpe se hace visible y nos explota en la cara.
El «yo no soy así» nos protege de sentirnos parte de crear energías invisibles, no por ello menos poderosas y cuando alguien las capta, lease cinco chicos que cuando se autodenominaban «manada» antes no parecían tan perversos, se nos encienden las tripas en su contra y les hacemos a ellos exclusivamente responsables.
¿¿¿QUÉ HACE QUE UNOS JÓVENES SE DEJEN POSEER POR UNA FURIA SEXUAL DESTRUCTIVA Y ARROLLEN CON BRUTALIDAD A OTRO SER HUMANO???
No sólo es constructivo que sucedan cosas como esta. Es que no despertamos si no hay víctimas y agresores. Sin ellos nadie se molestaría en darse por enterados que vivir sin mojarse da como consecuencia actos vandálicos, que ellos son la bombilla que se enciende, pero la energía es la rabia sorda que nos reconcome por dentro y nunca sale a la luz.
NO SOMOS ISLAS, por más que desterremos nuestra capacidad de dar a las iglesias en domingo. Ni somos tan buenos como nos gustaría creer, porque escondemos monstruos que hemos reprimido tanto que ya habrá alguien que recoja su energía, para que podamos seguir creyéndonos buena gente.
ESA BARBARIE nace de nuestra tibieza. Es el resultado del poco interés que ponemos en lo que nos interesa a todos como equipo. Encerrar esa maldad en la cárcel solo retrasa el momento de que de una vez por todas nos quitemos la careta y nos atrevamos a reconocer que odiamos, envidiamos, somos avaros, desconfiados. Nunca vamos a encontrar el equilibrio como especie, mientras nos creamos ajenos a esas energías que tan bien sabemos olvidar para seguir siendo tan buena gente.
No sólo lo evidente existe.
No se tu nombre querida. Pero agradezco en el alma que sin ser consciente de para qué te prestases a sufrir tal atropello. Como les agradezco a ellos que se prestasen a ser los malos de tu y mi película. Y aquí afirmo:
Yo soy tu. Y también YO SOY MANADA.
Conozco mis monstruos y se que formo parte del horror que has vivido y vives. Por ello te pido perdón con todo mi corazón, porque no he sabido evitar tu dolor. Y a ellos igualmente, porque permití que mostrasen mi maldad.