Hace sólo cuatro años que conozco a Estefanía, a Fani. Desde entonces muchas veces hemos estado juntas, sobre todo desde que supimos que un cáncer feroz se estaba comiendo sus entrañas.
Fani parecía frágil, pero no lo era. Parecía poca cosa, tan delgadita, tan prudente, pero es grande. Mucho. Y era fortísima, inasequible al desaliento y al cansancio agotador que produce el dolor agudo. Sí. Lo digo en pasado, aunque no se si aun respira…, por unas horas más… , porque su corazón es de roble y está templado. Estudió y acabó una difícil carrera, la de medicina, que luego la vida no le permitió practicar. Tres lucecitas rubias que he conocido bien, tres angelotes, no se lo permitieron.
Sin embargo, lo que en ella es más sobresaliente es que amó. Y AMÓ… Y AMÓ: Amó mucho. Me consta.
Probablemente…¡ Qué digo! Seguro, ESO es lo que cuenta. Lo demás es mundo, experiencia, tiempo y ocupación… Cosas también importantes. Pero…¿¿¿ AMAR??? Para eso nacemos, para eso vivimos, para aprender a AMAR más y mejor, y en eso ella era un crac, un alma gigante y dulce.
¡¡BRAVO MI NIÑA!! ¡¡Lo has conseguido!! Dejas mucho amor y te llevas lo único que vale del otro lado…
Muchos dirán que es un dolor, que una mujer de 33 años se vaya dejando tres criaturas sin madre. La llorarán… Se extrañarán, porque tenemos esa absurda idea de que la vida tiene una garantía de «x» años. Y yo que he vivido muertes muy próximas, la de mi propio hijo sin ir muy lejos, comprendiendo y sin drama entonces, hoy estoy con la lágrima suelta porque he llegado a amarla, a quererla como a mi hija.
Algo ha pasado en mi este verano en que lo que ella ha tenido mucho que ver… Hemos vivido instantes de una unión muy potente, porque de ser madre de mis alumnos a sentirla cosa mía, se ha ido creando un lazo irrompible y sólido como pocos que yo recuerde, sobre todo tan deprisa, tan profundo…
No creo en la muerte y adivino que no es esta la primera vivencia que hemos tenido ella y yo. No se va, de mi no se irá nunca su calidez, su apoyo continuo, su tímida y pausada presencia, su amor, que me ha hecho darme cuenta de cómo de valiente y de capaz puede ser alguien sin que los demás lo sepamos y creemos falsas ideas sobre otros, si sólo miramos con los ojos…
LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS… ¡Ya lo decía el Principito!
No iré a su funeral, ni a ninguna de las celebraciones que acompañarán al cuerpo en el que ya no habita mi niña. No quiero celebrar algo que no existe, que entristece, que parte el alma, cuando uno no siente que la VIDA es una.
He visto su cuerpecito disminuir día a día, ver cómo a pesar de ello su fe y su esperanza no se apagaban. No hace ni una semana le preguntaba: «¿ Y esto hasta cuando Fani?» Y me respondió: «Lo que haga falta».
Ver y oírla tan animosa cuando su dolor físico era tanto y tan devastador ha sido para mi fuente de admiración y asombro sin fin y ella entenderá que no esté donde se sigue llorando la incomprendida muerte, que sólo es un sueño más largo, antes de volver de nuevo hasta que comprendamos.
¿¿QUÉ??
Pues que la Vida esta hecha de únicos, de variaciones sobre un mismo tema, y que el tema es siempre que a pesar de lo que percibimos, sólo hay AMOR.
Discutir, faltar al respeto, despreciar, escandalizarse, torturar, que no lo hacen sólo los sádicos, todo eso y cuantas manifestaciones del mal surgen de nosotros tienen su causa en la diversidad de manifestaciones, cuando aspectos particulares, escuetas formas y personalidades se sitúan unas frente a otras. Parecen ser reales, cuando el que vive es sólo UNO y el mismo todo el rato, con millones de caras.
Por debajo y por encima y a ambos lados hay una verdad inconmovible: TU Y YO SOMOS UNO.
La marcha de Fani es sólo apariencia, pues cuantos la hemos amado como «Fani» llevaremos su esencia. Y ESO vivirá con nosotros siempre. Y lo que ella descubrió, su conciencia de ser «Fani», seguirá su curso volviendo a su origen, donde la espera la más maravillosa de las acogidas. Lo hablamos hace semanas, cuando aun cabía una pequeña posibilidad de que se quedara… Ella sabe qué le espera en ese mundo incognoscible desde aquí:
Nadie que la juzgue, que la amargue por haber hecho o dejado de hacer nada. Muy al contrario, verá y oirá cosas que todos hemos olvidado, pero que conocemos bien. Sentirá la dicha de no sentir ya ni miedo, ni culpa, ni inmerecimiento, y sabrá al fin que esta vida es como un sueño para crecer en capacidad de amor. Y punto.
Despedirse, aun si no es para toda la vida, entristece. Yo lloro cada vez que mis hijos se marchan a donde viven, un tanto lejos de mí y sé no obstante que es para poco tiempo. ¡¡Cuánto más no conmoverá ver irse a alguien amada, con quien has compartido velozmente tu y su vida e historia, sabiendo que ella podrá seguir tal vez tus pasos aquí, pero no hay móvil para volver a oír su voz!!
Algo me has hecho dentro mi peque, porque sin ser de tu sangre, sin tiempo y tiempo juntas, te llevo dentro como constatación de esa unidad que todos somos.
Te abraza mi alma, te lleva mi corazón y mis sesos se preguntan cómo es posible quererte tanto, sentirte tanto….Hace unos meses eras una madre de mis niños, querida, una de esas que sé que me apoyan sin cuento. Hoy algo mío se va contigo, tal vez mis deseos poco frecuentes de irme también, y cojo tus ganas de vivir para vivir por ti lo que te hubiera gustado ver y comprobar por ti misma.
Esas tres lucecitas, en lo que de mi dependan sabrán de ti y de cuánto las has amado. Y en lo que me deje la vida, seré algo tuyo que les sigue cuidando.
Quiero gritarle al mundo que a pesar de llorar la despedida, sé que es un «hasta luego». Un día te volveré a abrazar y nos reiremos de los problemas que parecían y no son, de nuestros deseos de dar más, cuando sólo se nos pide SER.