CARNAVAL: El CORAZÓN A PRUEBA

Desde estas páginas de mi cuaderno virtual he proclamado que soy feliz. Y hoy quiero contaros que ser feliz no te exime de vivir ni uno solo de los tragos difíciles de la vida.

Como si uno no acabase de creer que merece todo lo bueno, las situaciones amargas se te presenta y uno se pregunta cómo y dónde se fue el sol a acostar y la más negra de las noches te roba el alma, como si hubieses cometido el peor de los delitos, con la incomprensión rodeándote, con la tergiversación de tus actos publicándose a tus espaldas, e incluso siendo tratado como un sospechoso delincuente.

Es entonces cuando darías algo por nunca haber existido, si tanto daño sale de tus manos, justo cuando tanto te empeñas en dar de ti lo mejor…

¿A dónde se fue la felicidad? ¿O es que esto forma parte de ella?

La felicidad no es un país, no es un tiempo. La felicidad reside en el alma y es el alma quien la puede descubrir.

Ocurre que uno tiene memoria. ¡Ay! Y es esa, la memoria, quien te dice:…¿OTRA VEZ?

De repente te sientes tan agotado, tanto… Y aquí lo más fácil es dormirse. El mundo te tienta para que hagas como él hace.

» No te impliques. No merece la pena».

Sin embargo no estas muerto del todo y una vocecita interior te recuerda que si la sal pierde su sabor, nada puede devolvérselo. Y también te dice que si llamas tanto la atención en tu pequeño mundo, debe ser porque tienes algo que testimoniar, algo que si tu también claudicas y les copias, se perderá una vez más.

Y sabiendo de tu pequeñez, que tu presencia es menos que minúscula, que tu influencia se cierne a muy pocas personas, quienes a pesar de lo que de ti cuentan no han dejado de quererte,.. ¿Qué harás?

Sientes su amor. Sientes el bálsamo de su apoyo… Y es cierto que tu corazón llora. Llora tanto, que las lágrimas te impiden ver que aun en la más oscura de las noches brillan también para ti la Luna, más potente y las estrellas.

Y así, te dice esa vocecita: ¿No querías VIVIR?

Sí. Una y mil veces SÍ. Sabes que no hay otra respuesta.

Y la vocecita te responde:

¡¡¡PUES ESTO TAMBIÉN ES VIVIR!!!

La Vida tiene muchas caras. La gente vive disfrazada bajo imágenes autocreadas. Les defienden de sus propios miedos. Y cuando uno ha optado por no disfrazarse más, es más que probable que tu desnudez les lleve a denunciar tu atrevimiento.

Y no es que te atrevas… Es que, ya no puedes jugar a ocultarte, porque te ahoga la simple idea del Carnaval.

El Carnaval procede de tiempos antiguos, donde el disfraz permitía olvidarte un rato de que no eres quien crees ser, jugando a ser disdtinto un rato.

Era la conclusión del año y el inicio de la Primavera. La oscuridad y el frío, la apariencia de infierno, la ausencia de ruido hasta en la naturaleza, contaban al hombre que lo duro, lo más difícil, lo que sólo se ve con los ojos de la inocencia, parecía haber muerto y que algo había matado a la Madre Tierra.

Y ante los primeros deshielos, antes las primeras flores, el ser humano se hacía pasar una vez más por lo que no era, copiando la faz de otros. La algarabía, el desmán, las pasiones se evidenciaban, porque nadie iba a señalarte con el dedo. El Carnaval te ocultaba de críticas. Hasta te permitía matar bajo un disfraz, sin dar la cara.

Pero el alma anhela la luz. ¡No por nada cubrimos de luces la más oscura noche del año, la más larga y en ella hacemos nacer al niño que reconocemos divino unas horas!

Ese niño duerme en cada ser humano. Está esperándonos, está pidiendo a gritos que como hacen nuestros pequeños olvidemos los agravios y borremos de la memoria el daño, para revivirlo a cada instante, aun si han pasado días, meses o años.

El mejor ordenador que existe vive en nuestros cuerpos. Hay que formatearlo. Archivar el daño y abrirnos a nuevas aplicaciones.

Nada se ha borrado jamas del inconsciente colectivo. Pero mientras sigamos mirando y reviviendo viejos archivos, el Carnaval sólo evitará que descubramos lo grande de ser inocente como un crío y olvidar la venganza, que sólo amarga el corazón.

Sí. Me apunto a la VIDA. Más no voy a recordar nada más de mi pasado, salvo toda la luz recibida, todo el amor sentido y recuperar al niño que soy, uno que no recuerda afrentas, ni insultos, ni dolores.

Tengo frente a mi cada día el ejemplo vivo. Ellos son mi inspiración y a ellos voy a imitar. Quiero vivir. Y si vivir es afrontar patadas, no seré yo quien lo recuerde y desde luego, tampoco quien las devuelva. Ser feliz es tomarse la vida sin acritud, que dicen que los ángeles vuelan porque se lo toman todo a la ligera.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s