Nos enseñaron que había una fuerza, una energía diríamos hoy: LA GRAVEDAD. Newton halló la fórmula que también estudiamos, para olvidarla, en el colegio. Sir Isaac murió tres siglos atrás. Desde entonces otros científicos, entre ellos Einstein, han hallado otras fórmulas que explican, igualmente, cómo funciona la realidad. De su estudio se encarga la física.

Hoy la física dice algo que ni es magia ni sobrenatural ni esotérico: cada futuro lleva infinitas posibilidades. Y digo «cada» futuro, porque el de cada uno y el de la sociedad, o el de los diferentes países, etc., son futuros distintos, aún si comparten espacios comunes. Lo que creo que pasará es uno de tantos futuros posibles.

También afirma la física que al ver la realidad un observador, la cambia. En teoría, cada hombre podría hacer que su futuro fuera exactamente como quisiera. Y si un grupo unido quisiera cambiarla, la cambiaría, de todas, todas. Sin embargo no es esto lo que creemos que ocurre. Aquí pasa algo.

Ahora mismo la mayoría de las personas quieren que la amenaza del covid 19 desaparezca. Según la física tenemos ese poder. No obstante el virus sigue matando. ¿Mienten los físicos, nos venden humo?

Seamos sinceros.

Desde el momento que conocemos la amenaza, una parte al menos de nosotros se echa a temblar. Miles de impactantes, constantes noticias sobre la agresividad del virus alimentan nuestro miedo, la incertidumbre y llegan informaciones sobre lo que puede haber detrás, que nos acobarda aún más.

La posibilidad MORIRME POR EL VIRUS es una. La posibilidad de, si no muero, NO VOLVERÉ A MI EMPLEO es sólo otra posibilidad. Que el MUNDO SE HUNDA ECONÓMICAMENTE es una más.

Pero hay otras. Que no me contagie nunca, que recupere mi empleo, que la economía sea más humanista, que comprendamos que todos estamos relacionados y que el planeta no es una roca, sino parte de nuestra salud…, QUE SALGAMOS DE ESTA HABIENDO APRENDIDO CUANTO IMPORTAN LOS AFECTOS, que merece la pena ocuparnos todos de todos…

En el paquete llamado futuro están esas y muchas más. Pero se realizará la que cada uno crea. Habrá quien incluso habiendo perdido seres queridos, su trabajo y estar sin un duro SONRÍA y con ilusión espere, como habrá quien ante los mismos hechos, se suicide. La realidad no es igual para todos, no por la prosperidad que tengas o el poder. El hombre feliz del cuento pudo devolver al rey la salud con su camisa. Sólo que NO TENIA CAMISA.

 La razón de que la realidad sea siempre decepcionante reside en que sin darnos cuenta deseamos una cosa, pero pensamos otra.

El observador que cambia la realidad, lo hace, porque su pensamiento es firme y desea lo que piensa. Ni duda ni cede ante la incertidumbre, no teme. Entonces un pensamiento tiene la fuerza de una bomba y la realidad cambia cuando la suelta. Los grandes logros humanos sucedieron así.

Si no alimentamos pensamientos como «nos va a matar a todos», o «de aquí a unos meses esto se hunde», o «¿cómo saldremos de esta», si de verdad creemos ese TODO SALDRÁ BIEN y lo concretamos con lo que realmente queremos para la humanidad entera, SALDRÁ BIEN.

Podríamos querer que quien sufre a mi lado tenga mi apoyo, mi ayuda, hasta económica si pudiera… Tal como se expande el virus, podríamos expandir la hermandad y realizar una cadena de favores no retribuibles mundial. Si cada uno ayuda a dos, y esos dos también a dos cada uno y así sucesivamente… ¿Imagináis quién quedaría apartado?        N A D I E . En general somos buena gente. Dejemos caer las barreras y hagamos de amar un hábito.

Parece idealista, pero esta posibilidad está también en el futuro por llegar. Se puede optar por descorazonarse, llorar, criticar, destruir, por seguir haciendo lo que ha creado la realidad de la que ahora el virus es la causa aparente. Hay otras posibilidades que instalarían en la tierra una conciencia de especie que protege su planeta.