Al encarcelarnos intuía que no era por la salud. Busqué números: en el mundo, diversas gripes, matan anualmente entre 250.000 y 600.000 personas. Actualmente, el Covid19 suma 350.000. ¡Andá! ¡Hemos vivido «PANDEMIAS» sin enterarnos!
Para quienes dirigen somos números, y ahora el número de habitantes resulta inmanejable. El planeta puede acoger muchos millones de personas, pero 7.700.000 millones son muchos para ellos ¿Cómo reducirnos eficazmente? ¡¡La salud!! Por ninguna otra causa tantos aceptarían ser sometidos, manipulados y vigilarnos unos a otros.
¡Curioso! Sólo conocen al «enemigo» los expertos (¿científicos?) comprometidos con los gobiernos. Ser científico no garantiza la nobleza, ni la fidelidad a la verdad.
Las universidades donde estudiaron siguen principios y métodos que no coinciden entre todas. Además hay modas, como la de CURAR SÍNTOMAS…, no buscar causas. Curar la enfermedad hace perder clientes. ¡Mejor síntomas! Durante años te envenenas insensiblemente. Los fármacos atacan hígado y riñón, y creyendo sanar, morimos cuando un virus emerge. Mientras, compañías muy lucrativas facturan sin pausa fármacos: ¡inmejorable fuente de ingresos! Tu médico no actúa contra ti. Aprendió determinados tratamientos y recomienda lo aprendido como mejor. Algunos investigan y su experiencia dicta medicar precavidamente. En estos días, quienes venden fármacos se frotan las manos…
Nuestros gobiernos llevan quince años recortando en sanidad. Restringieron material, personal auxiliar, concertaron hospitales olvidando los públicos… La profesión médica se manifestó a menudo… ¿Resulta tan extraño que en marzo faltaran personal, camas, material…?
Un sábado, todo era normal. Entonces, el virus gracias a los medios de comunicación monopolizó la información. No han cesado de aterrarnos, como si el virus fuera un tigre furioso que mata siempre y a todos.
ESTAMOS ante un virus como otros, mata como otros y en menor proporción, en los mismos periodos.
¿Por qué tantos muertos? Pues no eran «tantos«. Pura lógica. Haz la cuenta. Ni uno de cada cien moría. Somos 47.000.000 millones de españoles y según sus oscilantes cifras han muerto 28.000. Simplemente, no había medios desde hacia tiempo. Eso sí, en el televisor parecía que morían millones.
Bombardeo de extra higiene, encierro, distancia interpersonal, mascarillas, etc., y una información no veraz tenían un fin: MIEDO. Nada tan efectivo. El cuerpo humano tiene recursos de sobra. Una persona con proyectos e ilusiones, que se valora, ama y es amada, difícilmente enferma. La enfermedad informa de desequilibrios psicológicos- emocionales. La química ayuda temporalmente, pero la causa está en la psique. Y lo que más ataca al sistema inmunológico es el MIEDO. Baja las defensas. Quedamos a expensas de este y otros virus.
¿Nos salvará la vacuna? No nos engañemos. Otros expertos apuntan que la brutal mortandad de ancianos tiene que ver con las vacunaciones anuales. La vacuna no es la panacea. Tiene muchas contraindicaciones. Vacunarse contra la polio evita efectos atroces. Pero vacunarse contra algo que resurge distinto anualmente y que mata, o NO… ¿Es sensato? Y este virus tiene toda la pinta de no ser natural.
Oyes a virólogos, epidemíologos, doctores, médicos de cabecera, investigadores, de países distintos y poco sospechosos de ser afectos al sistema. Descubres que la OMS está en manos privadas, presidida por quienes trabajan para compañías fármacéuticas. Sus directrices no pueden ser limpias. Viven de vender fármacos y la vacuna lo es.
Aconsejan higienizar todo. ¿Creemos que contra el mundo microscópico, parte de nuestra salud, de la vida, tiene sentido pelear? Intentar limpiar hasta lo invisible debilitará nuestra inmunidad, no evitará contagios…
Entre tanto, el miedo nos está cambiando. No nos hablamos, nos apartamos de nuestros congéneres, amenazamos (el otro día, esperando el bus, a un conocido le sacó una muy digna señora un tenedor y le dijo que o se iba o le pinchaba), cubrimos nuestro rostro que tanto expresa, tememos a quien deberíamos aprender a amar… Es pura lógica. Nos engañan. Y o espabilamos, o no volveremos a VIVIR.