No tengo grandes enemigos. Tengo un compañero. Va de amistoso pero te clava el puñal ante el jefe si te descuidas. Y decidí empezar por él. ¿Inocente? ¡Ni de coña! Era culpable a todas luces. Me había enredado para presentar una queja como coordinador y con todo su morro, al hacerlo me dejó solo, como si no fuera con él. Encima me puso verde ante el jefe soltando una lista de incumplimientos. No tuvo trascendencia con mi superior. Le tenía informado, pero volví a casa pensando que era un hijo de… y un cabrón. ¡Ya lo creo que era culpable!
Sin embargo la conversación con mi amigo volvía una y otra vez. «Aún no somos humanos». ¿Ser humano es dejarte avasallar, recibir «palizas» y acojonarte? Me costó conciliar el sueño. ¿No era yo humano? ¿Cómo borrar el coraje que bullía en mí contra aquel desgraciado?
De camino al trabajo me vi ante un abismo. Tenía que dar un paso. Quiero SER HUMANO. Para mi desconcierto, mi compañero se acercó a mí como si la tarde anterior hubiéramos estado de copas amigablemente. Sonreía, me daba palmaditas en la espalda…¿Qué le pasaba a este imbécil?
Me senté a trabajar, pero la desazón y la rabia me impedían rendir. Había pausa para el café a media mañana y tendría que ver a mi compañero. El abismo seguía abierto en mi mente. Fue una lucha interna. Parte de mí clamaba justicia. Otra, pedía misericordia. Y recordé esta frase: » BORRÓN Y CUENTA NUEVA». Me hice a la idea de que iba a conocer a mi compañero. Jamás le había visto antes. Iba a tratarle como a alguien que aún no ha roto tu confianza. Dí el salto al abismo y cuando le volví a mirar a la cara no vi al pelota traicionero, sino a otro ser humano al que miraba por primera vez. Los problemas que me causaba desaparecieron. No nos hicimos íntimos amigos, pero cuando se jubiló seguimos la relación. Había iniciado el camino hacia ser un SER HUMANO.
Días después fuimos a dar uno de nuestros paseos a la sierra mi amigo sabio y yo. Le conté la experiencia y sonrió.
-¿Qué miedo afrontaste al borrar sus culpas?
-No, hombre, borré su culpa.
-Repito. ¿Qué miedo afrontaste? Y te recuerdo, que lo que borraste fue tu culpa, no la suya.
-Sí, vale, mi culpa…
-¿Y el miedo?
-¡Caray, pues… no sé!
-Piensa. Siente.
-Bueno… Cuando el me atacaba ante el jefe tenía miedo de que le creyesen a él, de que mi prestigio profesional quedara en entredicho…
-Culpa y miedo suelen ir de la mano. Pon atención. Lo que tú eres se desmorona cuando culpas y tus miedos se afianzan. Me preguntabas el otro día qué entendía por ser un SER HUMANO. Pues aquí lo tienes. Un ser HUMANO es misericordioso con la maldad, sin que eso signifique que hayas de ser tonto. Ajusta tu visión, que eso y no otra cosa es ser justo. Y si pudieras pisar a tu rival, saca tu piedad. Unas veces desaparecerás, otras te quedarás y le ayudarás. Si escuchas tu corazón sabrás qué hacer.