El saber llega estudiando en muchas formas y lugares…, pero luego está, por supuesto la vida.
La creencia miope generalizada dice que quien tiene títulos SABE. Mi experiencia es que un título es un papel. Todo lo más garantiza tu presencia en clase un tiempo. ¿Saber? Nadie más inseguro que un diplomado en su primera semana de trabajo, por bueno que sea su curriculum. Es la vida, la experiencia, siempre, la gran maestra. Se tarda mucho en tener certezas y aun así, uno debe abrirse a lo nuevo, o «creerá» que SABE. Saber nunca tiene techo.
Mi sociedad afirmaba que un catarro se contagia al abrazar o besar. Nos felicitábamos porque gracias mejores medios para curarnos, la salud predominaba. Se evitaban muchas muertes. Tradicionalmente madres, tías, abuelas conocían métodos pasados de generación en generación para devolver el bienestar a los enfermos de su familia. Su atención, cuidado, y amor tal vez curaba más que nada. Actualmente, corremos a urgencias. Nadie sabe ya las propiedades de los caldos hechos con esta u otra planta, o donde tocar para que cese el dolor.
Ahora, abundan los enfermos disfrazados de sanos. No mueren, sólo se envenenan progresivamente. Son pacientes crónicos, ingieren fácilmente de 5 a 20 medicamentos diariamente. Sus hígados y riñones están al borde del colapso. Si estas grave, al último que verás es al que amas, cuya presencia te da seguridad y cariño. Puedes morirte totalmente abandonado en la Unidad de cuidados intensivos. No culpo a nadie. Sólo constato.
Nuestros sanitarios también estudiaron. Quien estudia entra sin saberlo en la escuela de pensamiento de sus profesores. ¿Cuántas escuelas hay? Muchas, pero en los centros de estudio predominan una o dos. «Ser de una escuela» es arriesgado: tomas por verdad su línea de pensamiento, te cierras a otros. Uno se habitúa. Se auto convence de estar en lo cierto. Pocos pueden aceptar que es otra la verdad. Hay una escuela que tomó por cierto que existe el contagio. Y ahí siguen…
El mundo de Platón salpica nuestra visión actual. Era 400 antes de Cristo. Setecientos años después un filósofo cristiano, San Agustín, lo adaptaría al cristianismo. ¿Fué ahí…, antes o después cuando empezó la batalla como forma de entender la realidad? Grecia era como Estados Unidos, aunque sus estados eran ciudades en perpetua guerra. La visión de Platón habla de división entre dos mundos, uno ideal y otro real. Agustín vio al leerle dos partes del ser: el alma y el cuerpo. Y para el pensamiento cristiano quedaron para siempre divididos, en guerra.
No es tan simple, pero esa escuela de pensamiento sigue viva, repercutiendo directamente HOY. La mayor escuela en medicina traslada esa guerra entre mundo ideal y práctico, o alma y cuerpo a su idea de salud. Se ha impuesto el materialismo, el yo material por encima del mundo al que aspiramos. Por eso la salud es producto de vencer a enemigos empleando contravenenos. ¿Cómo llega el veneno al cuerpo? En un mundo materialista llega desde fuera. La enfermedad es como la lluvia, cae del cielo y «te ha tocao, te aguantas». En todo caso se «trabaja» lo que se ve: EL CUERPO, los síntomas. Dicen: muévete, come bien, etc… Pero cuando obedecemos y enfermamos… ¿Qué pasa?
Buscar causas es bueno. Quedarse en causas materiales es perder la razón. Colaboran. No originan la enfermedad. La nueva biología, gracias a la tecnología, está descubriendo que quienes crecieron como yo creyendo en el contagio, han de informarse mejor. La salud se desequilibra. Hay en el cuerpo y en la naturaleza formas de reequilibrarlo. Pero primero, hay que admitir que no somos un conjunto de tejidos, órganos y sistemas. SOMOS una UNIDAD, con un cuerpo que cuidar, pero con un alma que el materialismo reinante no puede ignorar. Nos creemos sanos tomando a cada poco analgésicos, o cosas más fuertes. El desequilibrio nace en el alma y se expresa en el cuerpo.
Hoy medio mundo se envenena para curar enfermedades del alma. Cuando morimos a cientos, queremos saber por qué y echamos a un microbio la culpa. Como los griegos entramos en guerra con nuestros conocidos, con un escudo de tela en la boca. Pero del alma de cada uno, del alma de nuestro pueblo, del alma de nuestra sociedad mundial…¿¿¿QUÉ???