PORQUE TENGO UN SUEÑO…

Leo en «el Principito:

Pasa un tren, un rápido. Pregunta: «¿Qué buscan? Llevan mucha prisa». «Ni el maquinista lo sabe» responden. Pasa otro en dirección contraria. «¿Ya vuelven? ¿No estaban contentos donde estaban?». «NADIE ESTA CONTENTO DONDE ESTÁ» dicen. De un tercer tren, en el mismo sentido que el primero, se cuestiona si lo persigue. «No, le cuentan, NO PERSIGUEN ABSOLUTAMENTE NADA. Dentro duermen o bostezan. Sólo los niños aplastan su nariz contra los vidrios». Él afirma: «Solo los niños saben lo que buscan». Un mercader, le explicaría que vende píldoras contra la sed. Economizan 53 minutos por semana. Y piensa: «con 53 minutos para gastar, yo caminaría tranquilamente hacia una fuente…»

Reflexiono. ¿Para qué tanta prisa, tanto horario, tanto calendario plagado de futuras citas…? ¿Por qué ahorrar tiempo si no sabemos luego qué hacer con él? ¿Dónde vamos? ¿Qué perseguimos mientras el estrés te agarra el pecho, mata de ansiedad y olvidamos vivir?

Cuando éramos niños tuvimos un sueño. No era fantasía. El adulto sonreía. ¿De veras queríamos ser bombero, astronauta o artista? Expresábamos un SUEÑO que se elevaba sobre lo posible. Hablaba del único sueño compartido por todos: LA FELICIDAD en amor y paz.

Crecimos. Nos arrolló el MUNDO. Nos comió el lobo y en su oscuro vientre permanecemos, hasta que agotados sin ver siquiera un rayito de luz, nos vamos. Creímos vencer nuestros miedos, ser poderosos, saberlo todo, o casi. Y pasa el tiempo: aquel sueño voló. Por ello morimos. Algunos viven muertos, hasta que su corazón destrozado cese de latir. Creímos en pobres y ricos, en izquierdas y derechas, ganadores y perdedores. Evadimos la muerte operándonos o tomando pastillas, silenciando los gritos del alma insatisfecha ante nuestro olvidado sueño.

Quienes sucumben a la prisa, las apariencias, las opiniones inconstantes de otros, quienes miran al niño que fueron como un iluso, paulatinamente pierden hasta los «sueños de substitución» del mundo. Y el de su infancia, patrimonio de la humanidad, se torna mentira.

Esta semana ciudadanos marroquíes saltaban una frontera en busca del «sueño europeo». Creían llegar a otro mundo. Ignoran que siguen estando en la tripa del lobo.

Tengo el mismo sueño desde niña. John Lennon lo expresó en su IMAGINE:

Un mundo sin fronteras: todo hombre es habitante de la Tierra. Un mundo donde mis creencias no insulten a nadie y respete todas. Uno, donde lo propio pueda ser ajeno, pues aprendimos a considerar el cuidado que otro pone en lo que usa. Nada es nuestro. La muerte lo demuestra. Un mundo sin gordos ni hambrientos, pues se escucha al cuerpo al comer y de lo de todos, todos pueden tomar. Un mundo donde por ninguna causa deseemos morir o matar, pues el otro es hermano. Un mundo en paz, sin guerras frías, porque los hombres se comunican… Un mundo, en fin, que viva el afán de cada día.

Nuestro planeta, caleidoscopio de infinitos colores, expresa infinita sabiduría hasta en lo que creamos. Nuestra vida es sagrada.

No es religión. Las religiones no pueden apropiarse del sentimiento que provoca un recién nacido, de cómo conmueve un atardecer, una flor, o el tierno abrazo de la abuela. Lo sagrado no es del templo. Allí se evoca con símbolos algo mucho mayor que no encierran sus muros. Sagrado es que te levante una fuerza y te mantenga 20 horas activo. Sagrado es ese orden que nadie controla y hace brillar una estrella cada mañana, incluso a través de las nubes, tocando miles de plantas que aún alimentando a tantos, siguen dando semilla. Sagrado es eso que sientes mirando al que amas, a tus hijos, tus nietos… Sagrada es la energía a la que perteneces, que modula la Vida y nos permite a tantos respirar el mismo aire.

Sagrado es cuanto de verdad te importa, empezando por ese sueño de tu corazón, ese, que comparte cada ser que existe en esta bendita Tierra…

Un día, te levantas y hasta el suelo que pisas es sagrado, como lo son esos pies que con toda mi alma espero que nos lleven al mundo de paz y amor que merecemos sólo por haber nacido. Entonces te miraré, y no serás otro. Serás una versión de mí y yo, tuya.

Porque tengo este sueño, vivo. Por él merece la pena cada segundo de mi existencia. Todo lo que es fue primero un sueño.

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