¡CUANDO SERÉ MAYOR…!

De niña percibía las trabas que imponían esperas imposibles, o los movimientos no permitidos aún, como si supiese que alguna vez «sería mayor». Entonces nada podría frenarme, ni nada sería imposible. Pasó el tiempo, y si bien algunas veces me percibí invencible y sin miedos, la mayor parte del tiempo ha sido un mirar qué se esperaba de mí y hacerlo, más que ocuparme de esa aspiración victoriosa.

Si me hubieran dicho que lograrlo pasaba por ver morir a «actores imprescindibles de mi vida» y aceptar vivir a mi aire y sola, no hubiera tal vez elegido la vida de una persona que es mayor para el mundo, pero que siente viva aquella niña que soñaba y no podía materializar sus sueños.

Nadie es mayor nunca salvo que madure. Estudié que la madurez era adaptación, que es la satisfacción interna con el ser que uno es y que expresa amor, aunque no un amor que busque recompensa, sino el que se mete en la piel de otro para apoyar, respetando lo que es. No se qué tal me meto en la piel ajena. Sospecho que cuanto más me interne en la propia, mayor es el acceso para alcanzar a quien llamo «otro» y es una extensión de mí. ¡Felizmente el cerebro me protege de sufrir con cuantos sufren, o no me levantaría de la cama de puro dolor!

Satisfecha estoy casi siempre… Y sin embargo esa niña me dice que hay más. Es algo que te acoge sin juzgarte jamás, cuya voz va llena de matices, que no tiene forma y las tiene todas… Pero cuando lo alcanzas, de pronto, la paz más absoluta se instala en ti. No paraliza tu corazón, porque ese regalo, habrás de abrirlo en tu mundo habitual. ¿Tengo que volver…? dice una vocecita en ti. Sí, te respondes, porque esto has de contarlo a este mundo descreído, que ya no vive nunca la magia de lo sagrado.

¿SAGRADO? ¿Cómo le voy a hablar de lo sagrado a los corruptos, a los idólatras, a los que fornican con la vida y la venden…? ¿Cómo voy a contar algo así a los asustados, a los mentirosos, a los confundidos, a cuantos me rodean ajetreados y agotados de vivir como están? Y la voz te dice:

No se lo cuentes. Actúa.

Y entonces miro al universo, a tantas estrellas que veo desde mi terraza cada noche y digo: ¡Pues nada! La niña seguirá esperando…!

¿O… es que si doy mi vida en mis actos mostrando que sagrada es hasta la basura, en ellos recuperaré lo que me falta de mí para serlo todo?

Por eso y aunque no te conozca si me lees, aun si parece irreal, al hablarte por escrito me conozco más y me hago un chispito más completa, porque te siento del otro lado.

Recogeré mi amor por la tierra en todas sus formas, incluidas las nano formas y me meteré en lo más profundo y grande de mi para hablarle a mi origen, a mis padres, al Padre, a la Madre y unidos los otros conmigo, la tierra con mi cielo interior… ¡¡ seré por fin MAYOR, pero más joven que nunca!!

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