Curioso cómo viejas ideas se renuevan manteniendonos atados y seguros de un absurdo: ser culpables. Pregúntate: ¿Tengo que ver con inundaciones, incendios, terremotos y volcanes o meteoritos que destruirían, según dicen, nuestra tierra?
Ni siendo tantos, podemos. Pasa igual con el aire. Somos hormigueros en la Tierra. Muchas hormigas no tiran un edificio bien construido en piedra. No somos dinosaurios. La naturaleza los extinguió, no sólo el pedrusco que llegó. Devastaban bosques enteros. Eran demasiado inmensos. Su impacto sí era planetario.
¿Nosotros, sin ser conscientes, hemos manchado aire y mar? El mar, no es «el mar». Es un inmenso océano, que prestos a dividir, hemos dividido en cinco. Es un sistema cuyo diseño poco conocen y lo que saben, se interpreta a la luz de esa lacra humana que piensa, que «toooodo» surge del error. ¿ Cual? Nadie sabe, pero seguro, nos equivocamos, sin duda.
Quizás hay error: CREERLO.
Esta boba idea llama a corregir y ahí nos dispersamos. Difícilmente dos comparten criterio. ¡No hablemos de cómo se lleva a la práctica!
De 10.000 años acá, hemos evolucionado poco. Somos tan complejos, somos tantos elementos y sistemas, que vivir es como darle a un ciudadano un jet supersónico para volar, despegar y aterrizar según un director que radia cómo hacerlo. Vale en las películas. No en la realidad.
La cuestión es: nacimos montados en el jet. ¿Quien dirige mi vuelo?
No es otro hombre, ni siquiera un dios. Nos guía una mochila donde está nuestra identidad: psicológica, emocional, mental, personal, social, histórica, práctica… etc. A eso que yo llamo ahora director es invisible y a ello, justamente, le debemos atención plena para volar. Al crecer, con atender nuestra actividad, el sueño y los iguales en edad, basta. Pero cogemos carrerilla, creemos saber y… tras la juventud no repasamos qué/quién conduce nuestro accidentado vuelo.
Tampoco es un error. Sí hay un abismo entre sobrevivir o aprender qué transporte uso para VIVIR. Con un jet afectado por la fatiga de los materiales interesa revisar costumbres, tradiciones, rutinas, plantearse qué hago. Pocos lo intentan. Muchos se creen viejos para empezar, como si no tuviéramos un día, cada vez, nuevecito. Nos rendimos y a esperar morir tarde.
¿Pensamos cómo lo externo determina nuestro rumbo? ¿¿Se sentamos solos para diseñar nuestra actividad inmediata o diferida?? Las obligaciones aceptadas coartan ese tiempo precioso que gastaremos en pensar un viaje, sin saber que estamos viajando, pero que cambiar el paisaje sólo agota. Al retomar la cotidianidad, nos sentiremos más castigados que felices. No aprendimos a disfrutar con lo que hacemos.
Sibilinamente, lo exterior te descubre vencido. Tu director, creyendo que te gusta lo que obtienes, te dará más de lo mismo sin fin. Un día, el director no consulta. Autorizaste a otros y vuelan por ti. Te robaron. Usan tu jet como un trasto. Ni saben dónde colocarte. Trabajarás aún creyendo, que es por el bien de los tuyos. Es una opción. No un error. Sirve determinados objetivos. Pero… ¿Y a ti?
Siglos atrás, ese director externo borró a la gente. Crecía de la connivencia de las iglesias, fundamentalmente las más extendidas, con altos jefes. Reyes. Rey viene de real, auténtico, verdero y justo. ¿Quién daría fe de lo REAL del jefe? Buscaron al mago en tribu, puente entre cielo y tierra, al pontífice. El elegido por «azar»o al que se le reconoce erudición, ratificaría la realeza del mandatario, en todas las culturas.
Y ¡ay! la vida buena, buena según quién, provoca envidia o sumisión, más si atribuyen al mago una pobre magia basada en ocultar o mentir descaradamente. Los humillados, pierden su identidad. Los que otorgan a otros su poder, sólo piden sobrevivir y procurar el bien de sus familias. ¿Jefes? Pocos. Y no se llaman sólo reyes… Son ese que te manda diariamente. Aunque…¡ojo! También habitan castillos en un aire que sólo olerás si te perviertes, concediendo razón a sus criterios. De estos, nos sobran.
Al final ninguno escuchó, nadie rediseñó su existencia con su director interno, por sobrevivir. ¿CONSECUENCIA?
A pesar de 10.000 años, ser hombre no es ser feliz, sino sufrir lo menos posible. Y no estaría mal, sino nos estuviéramos perdiendo una sociedad donde pensar, actuar y crecer hasta el día que te mueres, sin matar una mosca. Es más, comerían gracias a ti muchas, sin molestar.
Existe la opción de vivir la paz contentos, de amar sin condiciones y comprender al pesado de turno. No es complicado. Escúchate…, ¡de veras haz lo que cuerpo, corazón y mente te ruegan por tu bienestar! No es egoísmo vivir bien, jugar y cuidarse. Agotamos nuestra energía diaria peleando por un rato de relax, sin evitar cabrearnos por no conseguirlo, pagándolo con los amados.
Amar… Todos queremos su beneficio, pero…¿qué significa? Nunca darás lo que se escapa desde que madrugas hasta la hora de dormir. Lo pierdes en respirar. Crees pensar, pero el jet va en piloto automático. Y hay un efecto dañino si el director no eres tú. Ir en automático impide descubrir qué divertido es volar. Super peligroso es que escuches (creyendo que sabe) al mago, o al que cree mandarte, y a los reyes. Planean, no te quepa duda, anularte. Lo hicieron siempre y hoy con tecnología que ni imaginas. Dormimos, aunque creamos usar la vigilia a favor. Tu provecho sólo te importa a ti. Tu pareja también juega a que el tuyo le interesa, pero tampoco sabe volar. No puede protegerte, aún intentándolo…
CUÍDATE, AMIGO MÍO/A. Piensa. Escucha qué sientes. Oye tu instinto. Quienes creen saber hasta cómo es tu cuerpo y creen poder manejarte llevan activos lo suficiente como para convertirnos en zombis. Es ahora o nunca. O lo hacemos ya, o pronto nos despertaremos en una jungla mega organizada de aparatos invisibles que nos muevan.
Y tan sólo hay que serle fiel a tu director interno… y ser consecuente contigo.
NO: NO HAY ERROR. Nunca fuimos hijos de l error o culpables, sino como en «la bella durmiente», miembros de un sueño que no haremos real sin conducir el jet. Mientras, se prepara otro cuento. Te necesitan dormido o muerto. Y si sigues tu corazón, aunque te estrelles, no te matarás.
SOMOS INOCENTES, niños que se sienten huérfanos y ejercen la autodefensa. Si te atrevieses… Si te preocupases de tu bien serías flor, darías fruto y semilla, cuidarías lo tuyo y de los tuyos, cuidándote. ¡¡ANIMO!! Hay quien lo ha conseguido y es hombre.