Le conozco… ¡desde siempre! Le concibo varón, porque escogí ser mujer. Pero es simplemente mi amado Ser, yo expresada al completo. Le llamo Dios y «señorcito mío», le llamo Jesús y siento su poder en mí sosteniendo y observándome desde dentro y desde fuera a cada paso.
Otros dudan. También yo alguna vez. Pero oigo su voz que es la mía y cómo la vida me ha guiado amorosamente, afirmo que no es una fantasía.
La gente se pregunta cómo podría haber un dios ante tal cantidad de desastres y males. Y yo, imagino a Dios expectante, ansioso porque nos quitemos el velo de los ojos y le miremos. Le imagino como quien ha emanado universos mil con todo el mimo y cuidado del mundo para seducirnos, porque nos ama. Sí y nos quiere. Le imagino rompiéndose la cabeza para explicarnos que lo que vemos es lo que hay, pero que depende de cómo lo miremos para que nos eleve y podamos «volar» o nos hunda.
Le escucho decir cosas como estas:
» Te hicieron creer que sólo soy bueno, pero según tu lo entiendes, soy malo también.
Soy como una inmensa caja de ideas y al emanar de mis adentros la vida, sin acabarme por ello, emanan también los opuestos. ¿Crees que podría haber levantado montañas sin violencia? Durante milenios he «soltado» mis ideas dándoles un cuerpo y las convertí en átomos y moléculas, en rocas y células, en plantas y animales, porque quería que alguien pudiera sentirme como soy y abarcara mi naturaleza entera en él conscientemente, para sentirme amado Yo también.
Sabía que nacerían tiempo y espacio al hacerlo, sometiéndome Yo mismo a todas las leyes que de forma natural surgían para que la materia perdurase, pues lo que emano soy también yo con otro aspecto. Soy el material del que está construida la vida. Es mi plan que un día, haya una especie capaz de ser Yo mismo, visible y al tanto de lo que hay, dispuesto para seguir acogiendo nuevas ideas mías cuando aparezcan, capaz de recibir y dar el mismo amor que sabrá que soy y es él. No tiene sólo un cuerpo, ni sólo un sexo.
Me manifiesto tal cual soy y mientras no hubo hombres, adoraba mirar a mis criaturas, sonriendo ante sus reacciones inocentes y violentas. Nada me extrañaba, pues en ellas habito yo. El sólo hecho de percibirlas, desde dentro de ellas o desde mi invisibilidad, era puro gozo. Sigue siéndolo.
Siempre supe que no entenderíais la manifestación de la fuerza, que aun siendo amor, os quita lo que os acompaña un tiempo. Supe que guerrearíais hasta en formas muy sofisticadas, creyendo que había otro, porque otro parece ser quien os ataca. Pero YO CONFÍO en mí. Y sé que creceréis para albergar el conocimiento mayor en vosotros: LA UNIDAD del amor.
Yo fui el material del universo, la sensación de serlo y quien lo mantiene, esperando que mi manifestación alcance a sentirme vivo en ella. Por eso aparecisteis. Sólo vosotros podéis comprender, verme y sentirme cuando maduráis. Es una tarea compleja, pues no sois simples máquinas vivas gracias a un fuelle que os hace respirar y una bomba que os mantiene en acción. Y complejo, significa compuesto de millones de resortes psíquicos capaces de saber que la fuerza no es asesina, aún si mata. Eso sólo es posible ante la experiencia y un corazón abierto.
Cierto es, que si os embelesan con vuestro propio poder, competiréis. No hay uno de vosotros mejor que otro. Pero para descubrirme, habréis de recorrer todas las opciones y vivirme como «mal» sin rechazarme por ello. No reconocéis al otro. Viviremos, pues no olvides que Yo estoy ahí mismo en cada átomo, en cada célula, situaciones de aparente caos.
Pero… confía en mí. Yo me amo en cada uno de mis hombres, como en el resto y os llevo a puerto seguro. Os llevo al día en que vuestros ojos mortales me vean en cada cosa, en cada semejante y a pesar de que parecéis separados, sintáis la unión que prevalece.
He dispuesto que ocurra, que la Vida sea UNO conmigo, que la dicha y la gloria pueblen la Tierra. Lo mío es una historia de amor y tu mi amada.
Levántate. ¿¿Me ves?? Te amo. Yo sólo te quiero a ti y tu felicidad. Coge tus ideas viejas y dámelas. El que me conoce es amor.»