Crecí escuchando: «polvo eres y en polvo te convertirás». Cada año. Crecí creyendo en mi mala conducta, cuando uno carece de recursos para procesar la información y absorbe lo que el mundo adulto repite. Ellos saben. Tu no. ¿Obtener un aplauso? Nunca. Escuchar «te quiero»… Inimaginable. Y como yo, la mayoría. ¿Cómo concebir la idea de que eres lo más grande? ¿Cómo crearse realidades que muestren que lo mereces todo?
Y sin embargo el material de que estamos hecho se llama Dios. No es sólo eso, un material, pero como sólo Dios existe, también lo es. Somos Dios visible. Queda un infinito por ser «visible», pero eso que tu y yo somos es DIOS y cuanto ven tus ojos, oyen tus oídos o tocan tus manos…¡¡TAMBIÉN!!
De jovencita le decía a Dios: ¿Por qué no te manifiestas y se arregla todo?
Ignoraba (ignoramos tanto), que ya está manifestado. Hay una «Bienaventuranza» de Jesús que era mi meta: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios». ¡Madre mía…! VERLE… Y no hace mucho, caí. Miré y sentí. Donde mirase le estaba viendo, pero si quería abrazarle, bastaba abrazar a un semejante. Me entró un ataque de risa. ¡Que boba! Siempre estuvo ahí, sólo que…¿Cómo imaginaba yo a Dios?
Lejos. Definitivamente estaba muy lejos. Decían que arriba. ¿Arriba, dónde? Le imaginaba muy viejito… Gracias, que le sentía dentro. Y ahí, en mi corazón, era la vida misma, la juventud sin freno con la sabiduría que da el amor. Aún así, pesaban demasiado los: «POR MI CULPA; POR MI GRAN CULPA» de cada domingo en misa.
He corrido más de media vida en su busca y si creía verle, súbitamente se alejaba más aún. Seguía las reglas. Intentaba ser «buena» y mi recompensa era verle otra vez irse tan, tan al fondo… tan alto…
Pero entró en mi vida, ¡Dios sea bendito y alabado!, un hombre que «había traducido» a Dios. No maldijo lo que yo creía saber, sólo transformó los significados. En cada charla quitaba una losa de mi alma y así supe que la culpa es un invento del poder para amarrarnos a su sistema; que nos mintieron, porque el único infierno real lo crea y promociona el poder para pillar a tus padres. Ellos te lo transmitirán. Entendí, que miedo es dar tres pasos atrás para coger impulso, pero iniciada la carrera, no se siente ya. Y comprendí gracias a él, que la VIDA está hecha de Dios, como mi cuerpo y que mi mente no es mía, sino suya. Hoy me siento Dios. ¡Gracias, Félix Gracia!
Lo merezco todo, y sin embargo hoy sólo anhelo que cada hombre pueda sentir lo mismo y me parece bueno todo lo mío. No necesito más.
No cantan ángeles, ni hay rayos en el cielo o luces espectaculares. Estoy descubriendo a un Dios sencillo, cotidiano, que me enamora, que me habita y me lleva segura y gozosa. Estoy aprendiendo a conjugar la grandeza del todopoderoso, con los pucheros, como decía Sta. Teresa. Y el temor por cuanto el mundo de los egos promete, desaparece. ¿Qué puede asustarme? ¿La muerte? Morir es volver a casa. Todo se entreteje para que me sienta bien, para que aprenda más, para que diluya cuantas condiciones puse a AMAR.
Siento mi pecho encendido, porque amo y soy amada.