Si quisieras construir la eternidad… ¿A que no lo harías con ladrillos defectuosos?

¿Y si esto en lo que estamos metidos, llamado vida, fuese como una vuelta al pasado para colocar las piezas de modo que el mejor de los futuros, eterno además, fuera posible?

Piénsalo. Eres un ser del más maravilloso futuro posible y estás de viaje por aquello que dio lugar a ese universo de paz, armonía y amor. ¿No querrías asegurarte de que cuanto antecede a ese tiempo eterno está en su sitio para generarlo?

Pues ese mundo se llama MARÍA.

Conocemos esa palabra en infinidad de lenguas y se usa tanto para nombre de hombres como de mujeres, al menos en castellano. Jose María es un nombre común. Luis María también se utiliza y con esto, sólo estoy diciendo que MARÍA es una denominación de la manifestación, tanto femenina como masculina. En un principio se asocia a María la Madre de Jesús y se le pone a las mujeres. También se asocia a MADRE, a Materia y es esta última palabra, MATERIA, la que hoy me ocupa.

En este mundo material que usa la razón y las herramientas de que dispone las emplea de un modo absolutamente práctico, decir que no somos lo que aparentamos ser, que sobre todo somos un espíritu manifestado, suena a chufla. Más si uno se detiene y analiza descubre que todo cuanto existe ha sido primero espíritu, idea, diseño de la mente. Luego se ponen los medios, pero sin ese «patrón mental inicial», ni el guiso que vas a preparar sale, cuanto menos una de esas obras que perduran a lo largo de los siglos.

Pero lo que me interesa hoy destacar es que esa MATERIA producto de una idea, o varias ensambladas, no puede hacerse con elementos defectuosos. ¿O escogerías un trozo de carne putrefacta para tu guiso? ¿Te imaginas si la muralla china estuviese hecha con piedras mal talladas?

En 1957 nació una idea para un musical en Brodway, que en 1961 fue llevada al cine con el título WEST SIDE STORY. Y en ella se canta a María. Dice la estrofa:

«El más bonito sonido que he escuchado…MARÍA…

Todos los hermosos sonidos en una palabra…MARÍA…

Si lo dices fuerte suena a música,

Si lo dices suave es como rezar…»

No puedo escuchar esta canción sin conmoverme… ¿Sólo por la melodía y el texto? Creo que no.

Me lleva a mi infancia. Mi madre nos vestía después del baño con unción, mientras recitaba:

«Bendito y alabado sea el santísimo sacramento del altar: la pura, limpia de María concepción, concebida sin pecado desde su ser natural, amén».

No nos decía estas palabras en cualquier otro momento, sino en aquel, en que recién bañados nos vestía con ropa interior limpia. Mi madre no lo sabía, pero me estaba diciendo que los ladrillos para construir la eternidad eran perfectos. María, concebida sin falta desde el primer momento de su manifestación en el mundo natural ES pura, perfecta. ¡Qué distinta visión tenemos los seres humanos de nosotros, aun cuando somo exactamente «esos» ladrillos que del futuro llegan para que el presente dé lugar a un futuro impecable y magnífico!¡¡TODOS LOS HERMOSOS SONIDOS EN UNA PALABRA: MARÍA!!

La iglesia católica ha querido reconocer a María como IN-MACULADA, es decir sin esa mancha original que impone a todos sus feligreses, a todos los hombres. Lo que no nos ha contado es que María no designa sólo a la madre de Jesús, sino a toda criatura aparecida, o manifestada en forma de materia, que la propia palabra MATERia está diciendo que lo manifestado es MADRE, que lo material es sólo nocivo cuando nosotros así lo miramos.

Eres el santísimo sacramento que se expone en el altar de la vida y fuiste concebido/a sin mancha.

Piénsalo:

POR FAVOR NO DEJES QUE TE CONVENZAN DE LO CONTRARIO. Naciste perfecto y eres perfecto. Tendrás que darle otro significado a tus «defectos», habrás de encontrarles el sentido y para conseguirlo hay una receta:

Cuando veas la pureza y la inocencia en quienes te rodean, descubrirás la tuya. ¡Hazlo y me cuentas!