¿Eterno miércoles de ceniza, o Dios?

Sólo el MIÉRCOLES DE CENIZA. No me sentía digna prácticamente nunca de acercarme al altar, y menos aun para «recibir a Cristo». No era buena para recibir al Señor. Pero para oír que era polvo y en polvo me convertiría, para eso sí llegaba hasta el altar. Pedía siempre a Dios: «Hazme mejor «, porque no era suficientemente buena. Esa sensación vivía en mí y cualquier reproche la afianzaba, aún hecho sin maldad. Harta de fallar, grité. Le grité a Dios en un ejercicio de osadía inaudito, vomitándole todo lo que necesitaba vomitar mi corazón, y convencida de no valer nada, pedí que si no servía, me permitiese al menos ser estiércol que abona, servir a otros para ir al Cielo.

Imaginad mi asombro, muchos años después, ante un libro llamado «LOS SABIOS DE ORIENTE». En la contraportada se leía:

CRISTO NO ES UNA PERSONA. CRISTO ES UN ESTADO DE CONCIENCIA.

Mi corazón dio un vuelco. Más que leerlo, me lo sorbí. En un pasaje aparece Jesús. Dice:

«Mi madre y yo agradecemos a cuantos se nos dirigen pidiendo nuestra intercesión, pero mejor harían guardando esa energía para ellos… «

Y en otro, afirma:

«Di: YO SOY DIOS. Y si no te atreves, di al menos: YO PUEDO. ¿Qué? Todo.

Mentalmente le dije: ¡Qué gracioso…, tu lo puedes decir porque lo eres, pero… ¿Yo?!

Poco después conocí a mi maestro: Félix Gracia y podría decirse que cuanto he publicado en este cuaderno virtual es suyo. Hice mío su mensaje y sigo digiriéndolo lo mejor que sé. A él le volví a oír que yo era Dios, y ahora con todas las explicaciones pertinentes.

Disponemos de una maravilla: LOS SENTIDOS. Aunque, nada nos despista más, porque hacen creer, palpar, la separación. Hacerse hombre es sólo cambiar de estado. Igual que el agua cambia de vapor a hielo y sigue siendo agua, nosotros somos espíritu en su forma material. El agua no siente. Nosotros sí, y en ese cambio, experimentamos unas características necesarias, pero infames para el alma. Una de ellas es no merecer lo bueno. De alcanzarlo, te las ingenias para perderlo pronto. Pasa que lo que crees es lo que obtienes y como creo ser imperfecto en un valle de lágrimas, vivo ahí y soy un desastre.

Oímos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. ¿Hay diferencia entre tu imagen del espejo y tú? No. Somos idénticos, salvo que la imagen esta presa en su cristal. Esa es la semejanza, porque nosotros creemos estar presos en nuestro cuerpo hasta el punto de llamarle YO. Y como lo creemos ahí estamos, convencidos de ser un elemento separado de todo y por supuesto de Dios, que nos creó y se fue. Puedes creerlo, aunque un día te llega la noticia: ¡ERES DIOS! Y puedes ser CRISTO, o el Dios hecho vida, visible.

¿Y cómo se es Dios, cómo se convence uno de que lo es? La inmediata es decirse que si eres Dios por qué todo sale del revés, o por qué no puedes resucitar a ese que ha muerto al que tanto amas. Y posible, es, fácil no. Milenios de creencias falsas operan en tu cuerpo en forma de información genética, esa que hace que sí puedas ir a recibir la ceniza y no a Dios,… Creas o no en Dios, crees que la humanidad parte de un error, que nadie es perfecto y tú menos que nadie. Y frases como: TODO ME SALE MAL, o POR QUÉ ME PASA ESTO A MÍ, seguro que te suenan.

Hay una regla para recordar, aunque en la práctica repele a la razón: El otro/a eres tu. Lo que haces a otro a ti mismo te lo haces y lo que a otro das, eres tu quien lo recibe. Es una ley más poderosa que la de la gravedad. Ni es evidente ni inmediata y se opone a los sentidos. Tu mente y tu corazón unidos sí pueden percibirla, aunque al principio creas que eres el idiota a quien van todos los golpes. No son golpes. Son oportunidades de explicarse las cosas desde la unidad.

Alguien me daña. Tal vez huya. Poco después otro/a me dañará más intensamente. ¿¿¿Puedes llegar a PENSAR/SENTIR que su egoísmo, que es tuyo, junto a tu bondad hacen un ENTERO y que si quieres sentirte Dios tienes que ser EN- TE- RO??? Dios no tiene partes y nada hay fuera de Dios. No tiene cubo de la basura donde colocar el MAL. Si está, es nuestro… Si te daña estas mirando de un modo incompleto. Nada sobra. Y lo más paradójico…¿Puedes encontrar la perfección en nuestro mundo?

Eres Dios, pero sin sentir al otro, especialmente al malo, si se te escapa la perfección del proceso… No lo sentirás, porque somos la unidad con todas sus caras y aceptarlas es la única vía de disolver tu malestar, sentirte Dios.

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