¡Hasta la vista, Fernando!

«Yo os vomito tibios, porque no sois ni fríos ni calientes» se lee en el Apocalípssis o libro de la Revelación.

Durante un año, y luego respondiendo a tu petición, otros seis meses trabajé para ti. El sr. Sanchez Dragó fue, lo será siempre, uno de los maestros que la vida puso en mi camino para hacerme descubrir qué, quién y cómo soy. Su función a mi lado consistió en hacerme mirar a los ojos de mi demonio particular, y supongo que también, de ese, que todos compartimos.

«¿Existe el demonio, mamá?» ¡Cuánto le hubiera gustado a ella poder decirme taxativamente que no! Mi madre jugaba a su inexistencia.

Pero él ya penetraba en mis sueños cual agujero muy oscuro de profundidad insondable, que se abría a mis pies por donde yo fuera, de modo que caer en él era casi inevitable. Aunque me resistía, me despertaba aterrada una vez más, por haber estado a punto de dejarme llevar por su poder magnético. Vi su mano negra agarrar mis tobillos y un grito inaudible hacía imposible que mamá, a la que veía, viniese en mi ayuda. La vez que hablé con él y venía a condenarme por mis infinitos pecados, llegó disfrazado de geniecillo como salido de unos dibujos animados. No me condenó, sólo revisó cual doctor experto, mi cuerpo.

Nunca más se me presentó de forma simbólica. Sí ví su cara personificada más de una vez después, ya mayor. Hasta que una vez yo era él. Recuerdo salir del lugar en que me hallaba huyendo de mí, para a renglón seguido saber sin lugar a dudas, que de uno mismo es imposible huir, cayendo por fin irremediablemente en aquel agujero donde la vida es infernal, sobre todo porque no se acaba nunca, o así lo cree uno.

Fernando me explicó que dada su fama, no creyera que intentaría nada conmigo, que donde se tiene la olla él no ponía la polla. De alguna forma él me consideraría de su olla. Es decir, me abría su hogar y también su corazón. Iba a ser su secretaria personal, tendría acceso a secretos, a verle tal cual le gustaba ser y así, me pedía tácitamente que entrase, pero que si me iba, no le hiciese pupa. No estaba del todo convencido. No me conocía. Era tan sólo una seguidora suya, de esas que le escriben y la suya, aquella que lo había sido muchos años, acababa de dejarle. Necesitaba a alguien. ¿Por qué no yo? Así que, serías un experimento que le permitiría en adelante saber si alguien como yo podía servirle.

Dos años después me despedí pidiéndole seguir en mi tarea, a lo que respondió con acierto, que como secretaría, no, no le servía. Y yo, que en otros momentos me habría muerto por siquiera limpiarle los «lotus», el calzado de marca que solía usar, me iba por la misma causa que a él me unió: Él, era su tema favorito. Rara vez se daba cuenta de que sus satélites sentían. Dejé su órbita y me llamó «descastada», con cariño creo, pero nunca fuimos de la misma casta y a mí, su influencia me enseñó mucho.

Me dio acceso a la literatura escogida, a un mundo de belleza externa, a conocer de cerca la fama, a dialogar con la dialéctica más potente, a sus perspectivas abiertas, a conocer al tirano que uno lleva dentro y otro te presenta fuera, a reconocerle como maestro y me presentó al mío (maestro que ya no perdí). Ante todo, fue la oportunidad de conocer el grado de esclavitud que uno puede imponerse, cegado por amor. Le amé platónicamente un año sin saber que por eso le aceptaba.

Sé, que por insignificante que fuese para ti, lees esto ahora Fernando, desde algún lugar del infinito en que moras, y te escribo para agradecerte por cuanto me hiciste ver, comprender y sentir. Alguien podría decir de ti que eras un hombre sin moral. No lo creo. Para mí eras un niño perdido del País de Nuncajamás, uno de los muchísimos y como hace veinte años que no hablábamos, no sé si saliste de allí.

Ayer mañana, una hermana del alma me participó tu muerte poco después de suceder. Te vi por la tele sentado en el congreso de los diputados días antes y mi corazón al conocer la noticia dijo: «¿Ya?…». Te sabía viejito, pero como la vida no muere, saber que aun queriendo no te vería más, no parecía lógico. Vi un reportaje de fotos tuyas. Amplié para ver tus gestos y ví al Fernando tuno, al que me atraía tanto…, feliz. Y te sentí y me sentí bien.

Otra alma me dijo que «ya estabas a la mesa del Padre». Y de pronto te juzgaba. Este era, verdaderamente, un juicio final. ¿Que veredicto daba yo a tu vida? ¿Cual era mi sentencia para ti? Sin duda, veredicto INOCENTE y como sentencia: la libertad. En eso fui rápida. Sin embargo…, sentado con tu Padre festejando tu vuelta… ¡Que caramba! Ahí no podía colocarte. Mi alma bajó de nuevo al infierno…, lo sentía. No era a ti a quien juzgaba, sino a mí misma. Saqué mi microscopio para observarme. ¿Es que iba a condenarte? Peor aún, ¿Me condenaba yo?

Sé que estos retortijones del corazón, en general, no los tenemos. Vi tu camiseta en twiter, decía: NO SOY NADIE. Sí. Claro que lo eras y lo eres. Mientras yo viva, eres alguien al menos para mí. ¡Y muchos más te aman! Tu también eres un rostro de Dios. Tu jamás fuiste tibio. Así que, necesariamente has pasado. Lo único que no vale en el Reino de los Cielos es la tibieza que te devuelve ipso facto a la Tierra. Deduzco pues, que te habrá sorprendido sentirte al fin amado como mereces. Y no podría tildarte de frío, porque nunca dejaste de ser ese niño perdido de Peter Pan. Hoy te acojo en mí. Te regalo mi amor de abuela, que acaricia sin exigir y sostiene sin aparecer. Hoy, te siento de fiesta en el Cielo con quienes te precedieron. Me siento también allí y celebro TU VIDA bajo el nombre de Sánchez Dragó. Hoy, que ayer no pude, te devuelvo la libertad, esa que tanto necesitabas. Te declaro libre de todo cargo o culpa y te brindo ese mundo que quisiste ponerte por montera.

¡Todo niño es inocente y tú lo eras, así que, disfruta de tu inocencia, hermano!

NOTA:

FERNANDO Sánchez Dragó es Premio Nacional de Literatura en España, Premio Planeta, creador de varios exitosos programas de divulgación y sobre literatura de la Radio Televisión Española y tiene 40 libros publicados. Ha sido profesor universitario y era doctor en filología. Ejerció el periodismo, viajando por todo el planeta.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s